lunes, 6 de octubre de 2014

Monasterio de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea)


Vista de una de las entradas al monasterio.

Como parte final del viaje por el suroccidente asturiano, con especial atención al municipio de Allande (etapa 1, etapa 2, etapa 3, etapa 4), la ruta nos llevó hasta uno de los cenobios más importantes de la región durante siglos, hoy convertido en un establecimiento hotelero dentro de la red de Paradores Nacionales. Se trata, como ya saben por el título de esta entrada, del monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias, muy próximo a la población de Cangas del Narcea, capital del municipio del mismo nombre.

Interior de la iglesia conventual.

Como tantos otros monasterios medievales, va a ser una pareja de noble, Aldonza y Piniolo, los fundadores del mismo en un proceso llevado a cabo entre 1031 y 1044, quienes colocarán al frente del mismo a un pariente suyo que terminaría por ser obispo de Oviedo, Arias Cromaz. La fundación de este establecimiento trajo consigo la introducción en la zona, como muy bien explicó la guía que nos acompañó durante una visita muy amena, del cultivo de la vid del que hoy en día se siguen obteniendo unos caldos francamente apreciables, tanto en la variedad de tinto como de blanco.

Cúpula sobre pechinas y rematada en linterna.

El cenobio benedictino llegará a convertirse en uno de los más importantes de la región, tanto por la donación inicial de los condes consistente en otros ocho monasterios, cuatro iglesias y treinta villas, completadas por compras sucesivas por tierras de Allande, Cangas del Narcea y Tineo, llegando hasta el Cantábrico por el norte y León por el sur.

Enterramiento de los condes Aldonza y Piniolo.

En 1763 el monasterio sufrió un pavoroso incendio que provocó la destrucción de la práctica totalidad de sus instalaciones, a excepción de la iglesia. Las obras de reconstrucción modificaron el aspecto de un monasterio románico para convertirlo en la mejor obra neoclásica de Asturias y una de las más destacadas de todo el norte peninsular. Un estilo neoclásico que había llegado a España de la dinastía francesa de los Borbones en la persona de Felipe V, que se rodeó de artistas franceses e italianos que traían consigo ese estilo nacido como reacción a los excesos del barroco. El arquitecto responsable del nuevo diseño del monasterio fue Miguel Ferro Caaveiro, maestro de la Catedral de Santiago de Compostela.

Vista del retablo.

Básicamente se trata de recuperar el antiguo esplendor de la arquitectura clásica grecorromana, a través de una pureza en las líneas arquitectónicas, la simetría y las proporciones sujetas a la matemática, para dar protagonismo a los componentes puramente arquitectónicos por encima de lo decorativo, y el uso de elementos de la arquitectura clásica como columnas, los órdenes dórico y jónico, frontones, bóvedas, cúpulas.

Detalle del retablo.

Elementos todos ellos muy visibles en el cenobio que nos ocupa, con un exterior en forma de bloque prismático, con un tratamiento individual de las fachadas, pero sin perder la rígida ordenación vertical y horizontal de sus elementos, y dos patios interiores, uno de servicio y el otro concebido como claustro propiamente dicho. El material utilizado es mármol blando de las canteras de Rengos (Cangas del Narcea)

Claustro.

Así la iglesia es un buen ejemplo de todo esto, con un espacio interior claramente direccional, para que la atención del fiel se fije desde que cruza el umbral en el magnífico retablo, en el que además de la efigie del santo patrón del monasterio, se pueden ver relieves sobre la fundación del monasterio, además de estar flanqueado por sendos cenotafios. Uno de los condes fundadores del centro eclesiástico y otro que indica la presencia de los restos del monarca del Reino de Asturias, Bermudo I el Diácono, sepultura discutida ya que otra tradición documental indica que el rey estaría enterrado en la Catedral de Oviedo, disputa hoy por hoy imposible de resolver.

Maqueta del monasterio neoclásico.

Una iglesia que mantiene un sistema de proporciones armónicas y un sistema de fuentes de luz natural que permite una perfecta iluminación de un interior en el que además del retablo y varias capillas laterales, alberga una talla policromada de un Cristo crucificado del siglo XII.

Planta del monasterio neoclásico superpuesto sobre las estructuras románicas.

En el siglo XIX el monasterio fue afectado por la desamortización provocando la exclaustración de los benedictinos, quienes fueron sustituidos, poco después, por los dominicos, frailes que en 1954 convirtieron las instalaciones monásticas en un centro de estudios en régimen de internado tanto de enseñanza secundaria como técnica.

Restos arqueológicos de la primitiva iglesia románica.


En el siglo XXI con las obras destinadas a adaptar el edificio a una nueva función hotelera, se descubrieron los restos de la primitiva iglesia conventual, un edificio románico con cabecera con tres ábsides, el central más ancho y profundo que los laterales. Se trataba de una iglesia de grandes dimensiones, planta de cruz latina, nave única, transepto marcado, y construida entre el 1031 y el 1043. A esta primera iglesia se uniría otra levantada en el siglo XII.

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