Después de una
primera temporada absolutamente fantástica, parecía difícil que una segunda
tanda de episodios tuviera el mismo tirón y así ha sido, a pesar de tener
momentos muy apreciables y unos cuatro primeros episodios con un buen nivel
para, a partir de ahí, perder fuelle y seguir un rumbo irregular y con un final
que me parece que no está a la altura de una primera temporada excelente. La
ITV ya ha confirmado que habrá una tercera temporada con la misma pareja de
policías como protagonistas.
Una vez que en
el último episodio de la primera campaña se descubriera al asesino del niño Danny
Latimer, un acto capaz de hacer tambalear los cimientos de la tranquila
comunidad de Broadchurch, una plácida localidad costera con una playa y unos
acantilados que son unos protagonistas más de la serie, ahora para la segunda,
la historia se centra en el juicio al culpable y en un antiguo caso de Alec
Hardy motivo fundamental de su llegada a Broadchurch.
El juicio
enfrentará a dos abogadas con concepciones muy distintas del derecho. La
defensora, por un problema que le toca muy de cerca, desconfía de la justicia,
aprovecha los recovecos, no duda en utilizar cualquier método con el fin de
desacreditar las tesis de la acusación. Un papel, éste último, que recae en una
abogada veterana que ve el ejercicio del derecho como una práctica honorable, y
dedicada en cuerpo y alma a conseguir la condena del culpable desde la
conciencia y la nobleza en la lucha.
Las sesiones
del juicio deparan momentos muy intensos en el arranque de la serie, cuando
algunas de las cosas que creíamos fijadas en la primera temporada, vemos como
son retorcidas de tal forma que empiezan a parecer otra cosa, trayendo la
zozobra a unas familias que esperaban conseguir a través de la justicia la paz
perdida tras el asesinato de Danny. Lejos de eso, el juicio sacará a la luz
nuevos trapos sucios y el veredicto justificará un final colectivo a modo de
catarsis.
Por otro lado
está el asesinato y desaparición de dos chicas jóvenes, de 19 y de 12 años, en
Sandbrook, caso que Hardy fue incapaz de resolver en su día por la desaparición
de una prueba clave, y que volverá a la luz cuando uno de los sospechosos,
escondido en Francia, regrese a Inglaterra para recuperar el contacto con su
esposa, también sospechosa.
Ese segundo
caso no termina de levantar el mismo interés, ni de tener la fuerza dramática
del asesinato que da origen a la serie, sirviendo únicamente para dar un
paisaje más amplio a la presencia de Hardy en Broadchurch, y relanzar la
relación con Ellie Miller, dividida entre el juicio y las consecuencias que
éste tiene sobre su propia vida y la necesidad de salir de ese ambiente
opresivo, a través de centrar su atención en un nuevo caso y echar una mano a
Hardy. Veremos que nuevas tribulaciones les esperan en la tercera temporada.