Estamos
ante uno de los coreógrafos más estimulantes de las últimas décadas, desde su
trabajo con el ballet del Frankfurt entre 1983 y 2004, y con la puesta en
marcha de su propia compañía, radicada entre Frankfurt y Dresde, contando con
la colaboración de su propia mujer y bailarina, Dana Caspersen, y el compositor
holandés, Thom Willems.
Para
entender algo de la complejidad del trabajo de William Forsythe (Nueva York,
1949), voy a tomar prestadas las palabras de Sanjoy Roy publicadas en el
periódico británico The Guardian: “Forsythe es americano. Su estilo de danza le
llega desde Rusia vía Nueva York [alude a los estudios que hizo en la ciudad
norteamericana con George Balanchine]. Vive y trabaja en Alemania (donde recibe
la influencia de Pina Bausch). Sus teorías sobre el movimiento derivan el
húngaro, Rudolf Laban. Sus teorías conceptuales provienen del
postestructuralismo francés.” Casi nada.
De ahí
que las etiquetas para definir su trabajo oscilen entre la “deconstrucción del
postmodernismo” y el “postclasicismo”, mientras que los que van más lejos han
llegado a calificar a Forsythe como el “Anticristo del ballet”, en una clara
pasada de frenada verbal tal vez debida a una profunda desorientación.
Y es
que no es fácil para los amantes del ballet enfrentarse a un trabajo de
Forsythe, donde, partiendo de una base de ballet clásico genera algo totalmente
nuevo, más próximo a la danza contemporánea o al teatro más vanguardista que al
ballet, en un proceso de deconstrucción previa para sumar una visión muy
particular del movimiento del cuerpo humano que tiene que ver con una mirada
arquitectónica o geométrica. De hecho el propio coreógrafo ha reconocido que
gracias a sus trabajos llega a una mayor comprensión de conceptos matemáticos y
filosóficos.
La
danza como cualquier otro lenguaje, tiene unas normas para su correcta
expresión pero, al mismo tiempo, la suma de elementos que de entrada podríamos
considerar como incorrectos aumenta la riqueza del lenguaje, aporta nuevos
matices, nuevas lecturas. Si a todo eso sumamos el interés de Forsythe por el
uso de elementos arquitectónicos, los juegos de luces que le permiten
experimentar con las dimensiones que percibe el espectador, la inclusión del
propio sonido producido por los bailarines debidamente modificado y añadido a
la partitura musical, tenemos más elementos pensados para romper las bases
tradicionales del ballet.
2 comentarios:
Evidentemente debemos descontracturar nuestras cabezas y esquemas mentales, para entrar en una dimensión tan interesante como disparadora de nuevas ideas. No rehuyo el desafío, aunque más no sea por un poco de lo mucho que este creador nos propone.
La estética de tu blog está espectacular
besotes
Así me gusta, una mujer valiente y sin prejuicios :) Me alegro de que guste el nuevo look. Hacía tiempo que lo quería cambiar pero por una cosa o por otra lo iba dejando.
Un abrazo!
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