Los fans de Mad Men y de Harry
Potter tienen un atractivo fundamental para ver esta serie, y no es otro que
ver a Don Drapper y al mago adolescente juntos en una miniserie de cuatro
episodios de media hora de duración cada uno. Ellos dan vida al mismo doctor,
uno en los inicios de su andadura médica y otro como médico ya maduro teniendo
que dar explicaciones al NKVD de su vida. Corre el año 1934.
La miniserie, que tiene una
segunda temporada también de cuatro episodios, está ambientada en un perdido
hospital ruso en alguna parte de una estepa interminable, a la que llega un
joven doctor recién graduado después de obtener las máximas calificaciones
posibles. Allí entra en contacto con un mundo que nada tiene que ver con las
luces de un Moscú que se pierde en el recuerdo. Es 1917.
Allí bajo la alargada sombra de
Leopold Leopoldovich, su insigne predecesor en el cargo, sufrirá las primeras
angustias al tener que enfrentarse a los problemas de salud de sus convecinos,
sabedor de que no tiene la experiencia que le permita hacer lo mejor para sus
pacientes. En las visitas, a cual más surrealista, se empieza a desarrollar un
ambiente que combina lo expresionista con lo surrealista y grandes dosis de
sangre que convierten a la serie en no apta para aprensivos.
También hay humor bastante negro
y es que parece que dentro de ese ambiente opresivo del hospital, sin ningún
sitio al que ir que esté a menos de medio día de viaje, y con la nieve cayendo
con insistencia, es el único de los posibles, además de las dolencias de unos
pacientes empeñados en solventarlo todo con unas gotas de lo que sea o un
jarabe aunque se trate de una sífilis que les terminará matando.
De ahí a desarrollar una adicción
sólo hay un paso y ahí el doctor maduro verá como fueron los inicios, mientras
habla e interactúa con su yo joven, deparando algunas de las mejores escenas de
la serie que, a ratos, marcha con un ritmo un tanto irregular a pesar de lo
cual creo que merece la pena detenerse en ella.
Por cierto, que todavía no he
dicho que la serie está basada en un grupo de relatos cortos salidos de la
pluma de Mihail Bulgakov, escritor ruso que como Chejov, fue médico antes que
escritor, y en los que dejó constancia de sus experiencias como médico también
en un hospital dejado de la mano de todo el mundo. El ambiente surrealista que
se respira en los relatos de Bulgakov, Sky Arts lo ha pasado a la pequeña
pantalla. Habrá que ver la segunda temporada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario