Estamos ante una de las obras
cumbres del mago del suspense, al menos por lo que toca a su cinematografía en
blanco y negro, y uno de los pasos que le ayudaron a asentarse en Hollywood.
Una película que costó dos millones de dólares y que terminaría recaudando
ocho, según le reconoce el británico al director de cine francés François
Truffaut en el libro de éste El cine según Hitchcock.
Ahí también se nos cuenta que la
base de la película está en un relato corto aparecido en las páginas del
periódico Saturday Evening Post varios años antes, titulado La canción de las
llamas, y que el propio Hitchcock pensaba que era una historia trasnochada. Sin
embargo, junto con el guionista Ben Hecht, se pone manos a la obra en 1944 para
lograr sacar de ahí una historia fundamentalmente amorosa enmarcada en un
contexto de espionaje internacional y con fuertes dosis de suspense.
A pesar de contar con Cary Grant
e Ingrid Bergman y una historia más que notable, no logró convencer al
productor por lo que el lote completo terminó vendido a la RKO compañía con la
que finalmente sacaría adelante la que sería una de sus obras maestras.
Una historia en la que resalta
con fuerza la lucha entre el deber y los sentimientos, una dicotomía puesta al
servicio de un primer nivel de tensión entre los dos protagonistas, dos
personas que se enamoran perdidamente pero que están inmersos en unas
circunstancias que les colocan al borde de una decisión enormemente
dificultosa. El escudo del alejamiento, de una frialdad que oculta todo lo
contrario, les va a llevar a una travesía llena de recovecos, de idas y
venidas, de dudas y peripecias por las que al espectador no le queda otro
remedio que transitar con angustia y emoción. Eso después de habernos regalado
la que pasa por ser una de las escenas de beso más intensas de toda la historia
del cine.
Desde ese primer nivel de
tensión, se deriva otro que es el los malos, por decirlo de alguna manera, el
de esos científicos nazis de postguerra trabajando por lograr algo que les
devuelva al primer plano de la historia y les haga recuperarse de la derrota en
la guerra, que ya se ha producido cuando se estrena la película, pero que en
1944, cuando se empieza a trabajar con el guión, ya era muy evidente.
Con el habitual gusto por
detenerse en detalles (una llave, una mirada, una sospecha que nace y crece,
una botella, una taza de café, ese pañuelo que la Bergman le devuelve a Grant),
Hitchcock nos regala un puñado de grandes momentos cinematográficos (impagable
por su tensión la escena de la bodega), en la que se nos escamotea la violencia
lo que la hace aún más amenazadora, más real, oculta debajo de un disfraz de
buenas maneras y de sutilezas terribles, hasta desembocar en un final
apoteósico con esa puerta que se cierra para que el drama pueda culminar
finalmente pero, eso sí, lejos de la mirada del espectador que se ha quedado
prendada en otra cosa.
Y como decía aquella presentadora
del programa Un, dos, tres, Mayra Gómez Kemp: “Hasta ahí puedo leer”. Si no han
visto esta película, véanla y disfrútenla. Es simplemente maravillosa.
6 comentarios:
Preciosa película.Es de las más completas.Tanto la historia el desenlance los personajes los actores a mí me marcos muchísimo hasta hice novillos para ir a verla.Es un cásico y el suspense se mantiene hasta el final.ç
Un saludo.
Sin duda es una de las mejores película del genio británico. Es un resumen fantástico del particular estilo del director. Clásico absoluto.
Un abrazo!
La Bergman está sublime y Claude Raims en el malo malisimo no se queda atrás, sin embargo, Grant, perfecto como siempre, creo que no llega a trasmitir la simpatia que debe hacer llegar un enamorado al espectador. Vamos que haciendo un trabajo perfecto casi cae mejor el malo que el protagonista.
La escena del beso a la que te refieres quizás sea la de más alto voltaje erótico y la más electrizante que se haya filmado jamás. Eso es erotismo y lo demás ... sucedáneos.
Por otro lado la historia de "redención" de una mujer de moral más que dudosa mediante el servicio al país y cierto castigo distante que el protagonista impone al personaje de la Bergman puede que haya envejecido, pero, claro, lo que hace D. Alfredo no envejece: cría solera y hoy sigue encogiéndonos el corazón.
El génio del inglés tripudo, objetos, atmósferas, una época, esa pareja sublime que suelta chispas, sofisticaso el "mago", como siempre.
Ese vaso de leche iluminado, magia del mago.
Besito Alfredo, casi camino del cariñoso norte galego.
JOAQUNITOPEZ: Asir Alfred nunca le interesaron mucho los actores en cuanto a su capacidad para transmitir sentimientos, de hecho los prefería contenidos para poder utilizar la cámara para hacernos llegar ese mundo interior de los actores hasta el espectador.
Estoy totalmente de acuerdo que las películas del genio británico son como el buen vino, cogen solera y con el tiempo se hacen mejores.
Un abrazo!
******
NATALIA: Son muchos los pequeños detalles que el director convierte en elementos de primer orden en lo que es muy definitorio del estilo del mago del suspense, aquí en grado máximo.
Espero que ese camino hacia este lejano norte cantábrico permita que nos podamos encontrar, aunq sea por un instante fugaz :)
Un abrazo!!
!Alfredo! me gustaría mucho, estaré en Cariño desde el 15 hasta finales de agosto ¿te acercas? no es lejos.
Soy un desastre, perdí tu mail, envíame mensaje.
Ganas tengo de verte, aquello es es sueño. Besito
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