Cabeza de tomate. |
Blockhead (2003) |
Mi trabajo no es una
manifestación violenta. Trata sobre una violencia ficticia, del tipo que se
puede ver en las películas. Empleo los mismos trucos, por ejemplo, las prótesis
de plástico o una mano artificial. Uno de los personajes que aparecen en mis
actuaciones, Big Robert, posee unas manos enormes. Al mismo tiempo, yo
introduzco la mía en su interior para manejarlo. Lo golpeo con un movimiento
convulso y repetitivo que produce un efecto hipnótico, durante el que sus dedos
de látex se llegan a romper. Por un momento, el público se asusta. Puede que me
haya cortado la mano. Es entonces cuando surge la duda. El público no sabe si
reírse o asustarse ante la brutalidad de los golpes. Se ríen del chiste, de la
enorme mano protésica, de la sangre artificial. Pero, al mismo tiempo, hay un
elemento brutal y les incomoda que les haga gracia. Mi trabajo consiste en una
especie de brutalidad virtual, ficticia.
Muchas de mis obras tratan sobre
la violencia familiar, el abuso, la opresión y la dominación. La más frecuente
es la relacionada con los niños. Sin embargo, no ilustro literalmente estos
temas en mi trabajo, sino que, más bien, son asuntos que se evocan de un modo
indirecto.
Painter (1995) |
Hacia finales de los años 70,
estaba más interesado en lo específico. Mis performances se orientaban hacia la
realidad; después me interesé por la confusión entre la realidad y la ilusión.
Comprendí que la necesidad de generar violencia, la necesidad de la violencia
física, no correspondía a una realización específica. Me fui interesando cada
vez más en representarla. Esa es la razón de que use ketchup. Lo utilizo como
si fuese sangre y como símbolo de nuestra sociedad de consumo. También empleo
sangre de verdad. Lo más interesante fue darme cuenta de que la sangre podía
ser real o artificial de manera simultánea y el efecto era el mismo.
Utilizo el cuerpo como un
receptáculo de los temores, la obsesión y el conflicto que se genera en nuestra
sociedad, aunque no siempre poseo el control total durante una performance. Los
elementos pueden interactuar entre sí y permitir que afloren o no diferentes
emociones. Lo único que hago es establecer la situación, después permito que
suceda lo inesperado, aquel fenómeno mental o físico que provoca una reacción
con el cuerpo mismo.
Platform (2007) |
Santa Chocolate Pop (1997) |
No me interesa la simple idea de
escandalizar. Intento crear imágenes que resulten evocadoras. Para que puedan
existir, el público debe mostrar preocupación. Pero sí, tengo un cierto
problema con el término escandalizar. Cuando planeo alguna de mis
representaciones, jamás pienso en que puedan escandalizar a la gente. Hay
ocasiones en que sucede lo contrario. Me escandaliza que algunas personas se
escandalicen. Cuando menciono algún tabú, como el arquetipo del padre y el
bestialismo en Garden (Jardín), donde una figura con los pantalones bajados se
masturba contra un árbol, no intento romper el tabú, sino resaltarlo. Existen
distintos niveles de reacción en función del individuo. A algunos les ofende y
a otros les hace reflexionar. Las piezas no funcionan de la misma manera,
aunque estoy menos interesado en la gente que pueda sentirse escandalizada y
más en aquellos que estén dispuestos a pensar.
Para mí supone un cierto dilema.
Mi trabajo cuestiona el abuso de poder, que a menudo tiene una conexión con el
dinero. Ahora mis obras circulan entre los ricos y entre las instituciones
dominadas por ellos. Irónico. Sin embargo, comparado con una producción
cinematográfica, mi arte no cuesta tanto. ¿Que si me siento a gusto vendiendo
mis creaciones a los millonarios? Eso depende de sus objetivos, de lo que hacen
con su dinero y la manera en que lo obtienen. El tema no es nuevo. Los
artistas, durante el Renacimiento, trabajaron para la Iglesia. La situación
ahora resulta muy ambigua, aunque espero que la tecnología sea capaz de liberar
la comunicación casi totalmente. Para el arte, Internet es una plataforma
global que le otorga mayor poder.
3 comentarios:
Una auténtica continuación del Futurismo italiano de principios del siglo XX: el culto a la fuerza, a la violencia, a la velocidad y energía de los tiempos, eso es lo que me parece la obra de MacCarthy, aunque comparto algunas de sus reflexiones. Un abrazo, Alfredo.
Brutalidad virtual, evocación. Palabras que destaco especialmente.
Ahora bien, creo que en su caso me preocuparìa más por lo que se sienten incómodos, ahí es donde habría que trabajar más los por qués.
Por otra parte, no entiendo mucho esto de sensibilizar de este modo, cuando lo que se ve en los noticieros siendo real y muchas veces macabro, no sensibiliza ya a nadie. A veces entiendo más este tipo de arte, como catarsis. Pero claro esta, hablo desde el lado de un simple espectador (no se si sería de los que me voy o me quedo)que lee un interesante escrito sobre arte.
Que traigas este artículo a tu blog me parece fenomenal. ABRIR LA CABEZA, NO ME OLVIDO...jaja
besos!!
PACO: Ciertamente recoge elementos y situaciones con las que convivimos todos los días y los convierte en material artístico, en elementos para la reflexión.
Un abrazo!!
******
CAS: Vivimos en sociedades con una facilitad tremenda, al menos eso me parece a mí, para escandalizarse por elementos banales y mantenerse impertérrita ante situaciones realmente escandalosas. En fin, es lo que hay, supongo.
Un beso!!!
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