miércoles, 7 de febrero de 2007

Grbavica

Grbavica es la película ganadora del Oso de Oro en la Berlinale de este año, y a tenor de lo visto, premio más que merecido para una historia sobre el miedo, los traumas, la violencia, la soledad, la incomprensión pero también sobre la esperanza en un futuro que pasa por las manos de los jóvenes porque los adultos que vivieron la guerra de Bosnia, ya ni siquiera tienen presente, sólo pasado.

Un pasado imposible de exorcizar, que acompaña a los personajes como una alargada sombra que nunca se termina de ver, pero que intuimos detrás de cada esquina del barrio, de cada fachada marcada por la viruela de los disparos, de cada mirada.

Historia que transcurre en un tempo lento, sin estridencias, que conduce al espectador a una cierta sensación de incomodidad a la espera de que ocurra el desenlace, al cual nos conduce la directora, Jasmila Zbanic, casi con ternura, cogiéndonos de la mano y animándonos a que compartamos el dolor inmensamente profundo de la protagonista, Esma, interpretada con una contención absolutamente magistral por Mirjana Karanovic. Una mujer torturada pero que todavía es capaz de amar, un amor que no puede ser, en medio de un paisaje frío, desolado, en el que la huida parece la única salida y en el que permanecer es un gesto de resistencia, de no querer olvidar, de buscar respuestas que puedan servir para alumbrar un futuro que necesariamente tiene que ser mejor.


Los adultos del mañana, muchos de ellos huérfanos de guerra, tampoco se pueden librar de los fantasmas de sus padres y juegan en medio de las ruinas de un país que busca volver a ser lo que alguna vez fue, buscando su propio camino, un camino nuevo, sin referencias claras en un proceso que les tendrá que llevar, necesariamente, a una madurez no exenta de sobresaltos emocionales.

Grbavica también es un canto a la reconciliación que da voz a unas mujeres valientes, probablemente a su pesar, y que luchan por sacar adelante a unos hijos que no han podido llegar a conocer a sus padres, muchos de ellos enterrados en fosas comunes a la espera de poder descansar definitivamente en paz.

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