Drama producido por la televisión pública
alemana, con el título original de Nuestras madres, nuestro padres, centrado en
cinco amigos que se despiden para participar en la gran carnicería de la
Segunda Guerra Mundial, cuando todavía en 1941 había personas, como les ocurre
a los personajes de la miniserie (tres capítulos de hora y media de duración
cada uno), que pensaban que la guerra iba a terminar en Navidad con el triunfo
incontestable de las armas alemanas.
Cinco amigos, dos mujeres y tres hombres.
Dos hermanos, uno veterano de la campaña de Francia, seguirán el camino del
ejército para combatir en el este; el tercero un judío berlinés que tendrá que
aprender a sobrevivir en medio de condiciones muy complejas; una chica que se
alistará como enfermera voluntaria también en el frente del este; y otra que
buscará el camino artístico para convertirse, de la mano de un nazi importante,
en la nueva Marlene Dietrich, con el hispánico nombre de Greta del Torres.
El título en alemán de la serie es muy
significativo de la mirada que proyecta sobre un dramático pasado, sobre unos
hechos protagonizados por los padres y madres de los espectadores de hoy,
hombres y mujeres que se dejaron llevar por la corriente colectiva de
invencibilidad, de sentimiento de superioridad, de imposibilidad de no llegar a
cumplir el sueño colectivo germánico de imponer su hegemonía en el continente
europeo.
Un sueño hundido en una pesadilla eterna,
del que los que a priori podemos pensar como más aptos para la supervivencia,
no resultan serlo tanto, mientras que los demás logran encontrar mecanismos
para destruir su parte humana y emerger como nuevos seres capaces de las
mayores atrocidades, de crueldades a la altura del sinsentido general en el que
siempre termina derivando el monstruo de la guerra.
Muy interesante la mirada alemana sobre
este episodio de su propio pasado, de su historia, de un camino recorrido por
personas normales y corrientes que no supieron ver la faz diabólica de su
líder, que colaboraron hasta con entusiasmo en recorrer un camino que
únicamente podía desembocar en el abismo, y resumirse, como señala una voz en
off al final de la serie, en la frase que utilizo como titular: “Nada fue como
imaginamos”.
Ni siquiera el reencuentro final será como
lo habían imaginado al principio, ya no hay risas, ya no hay música, sólo un
bar en ruinas, muy bien trasunto de las propias ruinas personales sobre las que
empezar una reconstrucción posible, ya para siempre barnizada por las
consecuencias del desastre, tanto el cometido como el sufrido. En las miradas,
en los gestos, en las palabras, mucho más que en las imágenes de batalla, que
también las hay, se apoya una miniserie magnífica que ha sido capaz de generar
un profundo e intenso debate en Alemania acerca de este duro episodio histórico.
2 comentarios:
Interesante y atrapante historia. Después de leer y ver el lector, un tema que me ha provocado conocer más en profundidad.
Una recomendación que espero poder "disfrutar"
besos y FELIZ NAVIDAD!
Ha sido un placer leerlo, la verdad es que yo sólo vi la mitad de esta propuesta y no porque no me haya gustado sino porque en su momento ya no tuve tiempo de terminarla, realmente no puedo dar mi punto de vista hasta que la vea completa sin embargo lo que sí puedo decir es que con este punto de vista me he animado mucho más a ver la serie, ojalá me lleve una buena experiencia.
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