Han tenido que pasar 80 años del
fallecimiento de esta santanderina, acaecido en París en 1932, para que en
España se organicen dos exposiciones, una en la Fundación Botín de Santander y
otra en el Reina Sofía, y se estrene un documental para volver a poner a María
Blanchard en el escalón artístico que sus propios compañeros le reconocieron en
vida y que, como suele ser norma en este país desagradecido, le negó España.
La bretona (1910) |
Nacida en Santander en 1881 en el
seno de una familia culta y relativamente acomodada, María vivió condicionada
por una tara física de nacimiento que le provocó un serio sufrimiento
psicológico, lo mismo que el amor no correspondido que sintió por Diego Rivera.
Composición cubista (1919) |
Su propia familia la irá
encaminando hacia el mundo del arte, un camino que será reflejo de su propia
identidad, de su propio sufrimiento, de su soledad, pero también de su
independencia como mujer. Todo ello la llevará a crear una forma artística muy
personal, muy reconocible, y muy apreciada por sus contemporáneos, tanto
artistas como marchantes, aunque éstos últimos apreciaron más su etapa cubista
que la figuración posterior, en mi opinión más poderosa y clarificadora de la
personalidad artística de María Blanchard.
Mujer con abanico (1916) |
Ya en 1903 se marchará a Madrid
para ampliar su formación artística, y con una beca de la Diputación de
Santander podrá viajar por primera vez a París para estudiar con dos figuras
como Anglada Camarasa y van Dongen, artistas que le insistirán para que diera
preeminencia y libertad al uso del color, dejando un tanto de lado la formación
académica adquirida en la capital de España.
Femme assise (1926) |
Ahí empieza un recorrido al que
pondrá un paréntesis la Primera Guerra Mundial, abandonando París en 1914 y
regresando una vez finalizado el conflicto bélico. Entremedias, en 1916 una de
sus obras compartirá espacio expositivo con La señoritas de Avignon de Picasso,
figura seminal de la vanguardia cubista parisina y, casualmente, nacido el
mismo año que María Blanchard.
La echadora de cartas (1926) |
Lipschitz, Metzinger, Rivera,
Picabia, Picasso pero, sobre todo, Juan Gris, serán algunos de sus colegas en
aquellos años de práctica cubista a la que se sumará nuestra pintora que tendrá
siempre en Gris una figura de referencia absoluta hasta el punto de que su
fallecimiento en 1927, provocará en María Blanchard un retraimiento que la
llevará a perder gran parte del contacto con el resto de colegas artistas,
situación en la que persistirá hasta su fallecimiento en 1932.
Madre e hijo (1922) |
En su andadura cubista, ya dejará
ver su independencia creativa especialmente palpable en su paleta, de una mayor
diversidad, con elementos geométricos muy reconocibles, colocadas en planos
superpuestos y que la encaminan más hacia un cubismo analítico.
La niña del brazalete (1922-23) |
Esa fase se extenderá entre 1913
y 1919, momento en el que Blanchard empieza a encaminarse de nuevo hacia la
figuración, una recuperación de la figura humana en la que los personajes
femeninos, en muchas ocasiones mostrando un sentimiento muy intenso de soledad,
de pérdida, de desorientación, con una paleta con predominio de dramatismo, un
dibujo duro en ocasiones y fuertes contrastes.
Mujer sentada (1928) |
En esa línea de se mantendrá
hasta que con una salud deteriorada por una tuberculosis, fallezca en la
capital francesa en 1932 momento en el que se inició el largo camino por los
senderos del olvido hasta volver a la luz 80 años más tarde, esta vez esperemos
que ya para siempre.
3 comentarios:
Hoola amigo, sigo despistada ante la mar, hoy ha llovido.
A buenas horas homenajes, pero más vale tarde que nunca, eso de nacer mujer siempre ha tenido sus pegas, a inicios del siglo pasado ser mujer y pintora no te digo. Las cualidades artísticas de las mujeres entonces se merecían una sonrisa condescendienyte por parte de los compadres pintores, y luego resulta que fue pintora de las buenas de las inquietas, ahí está su obra, del sexo que sea.
Besito y buena semana tengas investigador inquieto, suerte en tu trabajo.
Una historia conmovedora y un tardío pero merecido homenaje, no el tuyo, que siempre estás atento a toda buena manifestación artística. Su humanidad me recordó un poco a nuestra (uruguaya) Petrona Viera, te acordás? le hiciste también un buen homenaje.)
Amigo, hacía días que no te visitaba. Siempre que vengo, nos tratas tan bien con tus post....!!!! que la que se lo pierde soy yo!!! jajaj
NATALIA: En Asturias seguimos cocidos de calor húmedo, y ya estamos deseando que la lluvia nos venga a visitar.
María Blanchard además tuvo la mala suerte de morirse en unos años convulsos de la historia de España que desembocaron en 40 años de dictadura y de maltrato a la cultura y del desprecio sistemático a la potencialidad de las mujeres.
La verdad es que más vale tarde que nunca, y esperemos que todas estas exposiciones y demás, sirvan para dejarla de una vez para siempre en el sitio que alcanzó por su talento.
Ya estoy a punto de ponerme a escribir ese artículo que parece que nunca termina de arrancar.
Un abrazo!!
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CAS: Como siempre tu visita me llena de alegría. Sí es cierto que puede verse algún paralelismo con Petrona Viera, una mujer también marcada profundamente por su sordera que la condenó a un mundo de silencio que ella supo convertir en arte.
Inolvidable para mí aquella serie de artículos sobre mujeres artistas uruguayas.
Un beso grande!!
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