martes, 15 de mayo de 2012

Howard Hodgking, paisajes interiores


Blood, 2005-2010.

En todo el mundo estamos acostumbrados a que las ventanas sean aberturas que dejan entrar en el interior el paisaje exterior, la luz, los olores, los colores. Sin embargo, los cuadros de Hodgking (Londres, 1932) son lo contrario, es decir, ventanas abiertas a los paisajes interiores del propio pintor, a los recuerdos, a las vivencias, a lo visto por el pintor de suerte que es como si nos estuviéramos asomando al revés, viendo un mundo nuevo que se rige por reglas distintas a las que estamos acostumbrados.

Cafetería en el Grand Palais, 1975.
El hecho de tener en su propia memoria el punto de referencia de su pintura, ha provocado el enmarque de su obra dentro de lo que se conoce como el Intimismo, una forma de entender el sujeto artístico desarrollada fundamentalmente en Francia por artistas como Jean Baptiste Simeon Chardin en el siglo XVIII, y por Bonnard, Vuillard y Matisse en el XIX y los albores del XX, como explica Robert Hughes en el artículo Nothing if not Critical.

Interior con figuras, 1984.
Crecido en un ambiente intelectual, con un padre diseñador de jardines, “su familia se relacionaba de primera mano con el clan de intelectuales de los Huxley, y por otro lado, con Roger Fry, el gran crítico de arte acuñador del término postimpresionismo”, otra vez en palabras de Hughes. Eso hará que el joven Hodgking tenga un bagaje intelectual muy relevante, además de desarrollar una afición al coleccionismo de arte hindú que también tendrá cumplido reflejo en su pintura.

El castillo verde, 1980.
A grades rasgos podríamos decir que la evolución artística de Hodgking se inicia en los años cuarenta con obras que asemejan a las vidrieras medievales, primero con una paleta escasa y luego con un mayor predominio del color. En los sesenta se decanta por el uso del óleo una técnica que ya no abandonará. En los setenta empieza a pintar sobre madera en lugar de tela, utilizando para ello superficies de puertas viejas o mesas, por ejemplo.

Mourning, 1982.
Jonathan Jones escribe en el periódico The Guardian: “Hodgking habla de su propia vida secreta por medio de colores que no ocultan nada. El arte es más elocuente que un diario. Pintar es más personal que el lenguaje”. Y es que como decía al inicio del artículo, Hodgking se inspira en situaciones emocionales propias, algo que refuerza con los propios títulos de las obras, y el profundo conocimiento que tiene de la historia del arte queda reflejado en cada pincelada, en unos cuadros que a pesar de dar la sensación de rapidez en su ejecución detrás tienen meses e incluso años de trabajo.

Blue, 2007.
Una paleta colorista al servicio de unas obras que, aunque pueda parecerlo a primera vista, no entran de lleno en la etiqueta de la abstracción pero tampoco en el de la figuración, configurando una suerte de hedonismo colorista, una peculiar actitud ante lo natural que utiliza para transmitir sensaciones y sentimientos muy personales o, como dice Michael Kimmelman: “Constable habló acerca de la ‘grandiosa melancolía’. El señor Hodgkin evoca la misma frase”.

Fuentes consultadas:







2 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Me gusta su obra, su talento para el color que delata emociones. Prefiero no porner ismos, pero la titulada "interiores" me sugiere a Matisse, los tonos azules y grises de "Mourning" una sutileza melancólica, y "Azul", símplemente me emociona, un chorro de cielo, líquido saliéndose lleno de vida y fuerza, impetuoso.
Besitos Alfredo.

Alfredo dijo...

Tenemos sensaciones muy parecidas ante la obra de este pintor británico. La conexión con Matisse efectivamente es una cierta constante en su obra de un colorismo fantástico. Otras veces opta por una paleta menos brillante pero con la que nos hace llegar sensaciones como las que dejas de manifiesto.

Un abrazo!!