Blood, 2005-2010. |
En todo el mundo estamos
acostumbrados a que las ventanas sean aberturas que dejan entrar en el interior
el paisaje exterior, la luz, los olores, los colores. Sin embargo, los cuadros
de Hodgking (Londres, 1932) son lo contrario, es decir, ventanas abiertas a los
paisajes interiores del propio pintor, a los recuerdos, a las vivencias, a lo
visto por el pintor de suerte que es como si nos estuviéramos asomando al
revés, viendo un mundo nuevo que se rige por reglas distintas a las que estamos
acostumbrados.
Cafetería en el Grand Palais, 1975. |
El hecho de tener en su propia
memoria el punto de referencia de su pintura, ha provocado el enmarque de su
obra dentro de lo que se conoce como el Intimismo, una forma de entender el
sujeto artístico desarrollada fundamentalmente en Francia por artistas como
Jean Baptiste Simeon Chardin en el siglo XVIII, y por Bonnard, Vuillard y
Matisse en el XIX y los albores del XX, como explica Robert Hughes en el
artículo Nothing if not Critical.
Interior con figuras, 1984. |
Crecido en un ambiente intelectual,
con un padre diseñador de jardines, “su familia se relacionaba de primera mano
con el clan de intelectuales de los Huxley, y por otro lado, con Roger Fry, el
gran crítico de arte acuñador del término postimpresionismo”, otra vez en
palabras de Hughes. Eso hará que el joven Hodgking tenga un bagaje intelectual
muy relevante, además de desarrollar una afición al coleccionismo de arte hindú
que también tendrá cumplido reflejo en su pintura.
El castillo verde, 1980. |
A grades rasgos podríamos decir
que la evolución artística de Hodgking se inicia en los años cuarenta con obras
que asemejan a las vidrieras medievales, primero con una paleta escasa y luego
con un mayor predominio del color. En los sesenta se decanta por el uso del
óleo una técnica que ya no abandonará. En los setenta empieza a pintar sobre
madera en lugar de tela, utilizando para ello superficies de puertas viejas o
mesas, por ejemplo.
Mourning, 1982. |
Jonathan Jones escribe en el
periódico The Guardian: “Hodgking habla de su propia vida secreta por medio de
colores que no ocultan nada. El arte es más elocuente que un diario. Pintar es
más personal que el lenguaje”. Y es que como decía al inicio del artículo,
Hodgking se inspira en situaciones emocionales propias, algo que refuerza con
los propios títulos de las obras, y el profundo conocimiento que tiene de la
historia del arte queda reflejado en cada pincelada, en unos cuadros que a
pesar de dar la sensación de rapidez en su ejecución detrás tienen meses e
incluso años de trabajo.
Blue, 2007. |
Una paleta colorista al servicio
de unas obras que, aunque pueda parecerlo a primera vista, no entran de lleno
en la etiqueta de la abstracción pero tampoco en el de la figuración,
configurando una suerte de hedonismo colorista, una peculiar actitud ante lo
natural que utiliza para transmitir sensaciones y sentimientos muy personales
o, como dice Michael Kimmelman: “Constable habló acerca de la ‘grandiosa
melancolía’. El señor Hodgkin evoca la misma frase”.
Fuentes consultadas:
Me gusta su obra, su talento para el color que delata emociones. Prefiero no porner ismos, pero la titulada "interiores" me sugiere a Matisse, los tonos azules y grises de "Mourning" una sutileza melancólica, y "Azul", símplemente me emociona, un chorro de cielo, líquido saliéndose lleno de vida y fuerza, impetuoso.
ResponderEliminarBesitos Alfredo.
Tenemos sensaciones muy parecidas ante la obra de este pintor británico. La conexión con Matisse efectivamente es una cierta constante en su obra de un colorismo fantástico. Otras veces opta por una paleta menos brillante pero con la que nos hace llegar sensaciones como las que dejas de manifiesto.
ResponderEliminarUn abrazo!!