Trailer
Película del mismo director de El mismo amor la misma lluvia o El hijo de la novia, en este caso nos vuelve a abrir una ventana para que nos asomemos a ella y nos encontremos con unas historias normales, cotidianas que les suceden a otros tipos tan normales que parecen vecinos nuestros. Personas que buscan una esperanza a la que aferrarse cuando ven que los marcos de sus frágiles existencias se empiezan a venir abajo y que luchan al límite de su debilidad en medio de una realidad difícil que no deja lugar a la esperanza.
Es, al mismo tiempo, un recorrido por la historia de un país que entró en el siglo XX lleno de esperanza, con un futuro prometedor por delante y que atrajo a inmigrantes de medio mundo, muchos de ellos españoles, que luego fundaron sus clubes particulares, y que poco a poco se fue deslizando por la pendiente de la corrupción y el desorden, hasta perder la lozanía de su juventud y convertirse en un país cansado, arrasado. Esta película también es la historia de un doble naufragio, el del país y el de la clase media que lo sustentaba.
Unos cuantos hombres y mujeres intentan salvar de la especulación un viejo club social, fundado por un gallego, don Aquiles (un genial José Luis López Vázquez), mientras les presionan para que lo vendan a un grupo de inversores que quieren instalar un casino. La apabullante lógica del capitalismo entra en conflicto con el romanticismo, con el empeño en mantener un pequeño oasis, lleno de goteras eso sí, en medio de un barrio industrial en decadencia absoluta.
De nuevo la pareja Darín y Blanco llenan la pantalla con una química muy poco frecuente, y dan vida a dos personajes que están deslizándose por la pendiente y que buscan un lugar al que asirse para recuperar a su mujer, en el primero de los casos, mientras que el segundo busca precisamente a una mujer que le rescate de su alcoholismo incipiente y ponga un poco de orden en su vida.
Así es casi imposible no sentirse identificado con esos personajes y con los secundarios que les rodean, y que forman un grupo de perdedores que intentan mantener unos valores de solidaridad, de lucha por un sueño en medio de un mundo que tiene tantas goteras como el tejado de su gimnasio. Aquí no caben los finales felices, ni el toque de corneta para que llegue el Séptimo de Caballería para volver a ponerlo todo en el orden correcto, pero también queda un resquicio para la esperanza, un último chispazo que genera una nueva corriente de ilusión.
5 comentarios:
no lo podías haber dicho mejor...EXCELENTE TU COMENTARIO, TU DESCRIPCION DE LA PELÍCULA Y SOBRE TODO DEL TRASFONDO QUE NOS DEJA VER Y SENTIR. La vi cuando la estrenaron por aquí y me conmovió profundamente y me alegra ver estas realidades de por aquí en tus comentarios. La Argentina es un país hermoso y rico en muchos aspectos,y su gente tiene mucho para admirar, aunque males endémicos como la corrupción, etc. etc. hacen que cada vez más la luna quede más lejos. Un abrazo.
Campanella dirige con acierto a un grupo de perdedores que no se resignan a renunciar a lo básico, a lo elemental.
Este club de barrio se instala en la melancolía buscando así un consuelo a un mundo triste y sin valores que les toca vivir, asumiendo la culpa de su fracaso pero sobre todo sin perder la esperanza por conseguir una vida mejor.
Una película sincera, sencilla y con un mensaje optimista.
Te mandamos besos multicolores.
CASANDRA: Una película maravillosa que también vi en su día en el cine y que he vuelto a visitar ahora con la misma emoción.
Besos!!
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MILAGROS: Se juntan una serie de ingredientes de los que sólo puede salir algo bueno: director, actores, guión (aunque un pelín más largo de la cuenta)
Abrazos!!
Jo, ahora no tengo tiempo para ver los vídeos, tengo que salir zumbandooooooo, amenazo con volver.
El hijo de la novia me emocionó, es de esas pelis que me encantan.
Ta luegossss...
FUGA: Si no has visto esta película, te diría que es muy recomendable si te gusta este tipo de cine. Ya digo un poco más arriba que es un pelín larga, pero merece la pena.
Ciao!!
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