Salvo a los muy cinéfilos, es
posible que el nombre de Bernard Herrmann no diga mucho a la mayoría de las
personas, pero si decimos que es el compositor de películas como Ciudadano Kane
o Psicosis, entonces las cosas empiezan a cambiar y al menos alguna melodía nos
empieza a sonar por nuestro interior y las imágenes se nos vienen solas a la
cabeza.
El año pasado se cumplieron cien
años del nacimiento de Herrman (Nueva York, 1911 - Nueva York, 1975), un
compositor controvertido por su carácter huraño, complicado, siempre al filo de
la neurosis pero que supo poner como nadie música a algunas de las obras clave
del séptimo arte aunque únicamente consiguiera un Oscar en su vida y por una de
sus primeras incursiones en el mundo del cine The Devil and Daniel Webster (El
hombre que vendió su alma) película de 1941.
Antes de llegar ahí tuvo que
producirse la emigración de su familia desde su Rusia originaria hasta los
Estados Unidos. Un padre gran aficionado a la música muy pronto regaló sendos
instrumentos musicales a sus dos hijos, y Herrmann, después de agredir a uno de
sus profesores con el violín dando muestras del carácter que le va a definir
durante toda su vida, aprovechó el regalo para hacerse compositor,
especialmente después de descubrir, a los 13 años, la música de Berlioz.
Después de iniciar una andadura
musical al frente de diferentes formaciones orquestales, el punto de inflexión
le llega cuando en 1933 conoce a Orson Welles, en un momento en el que éste
estaba buscando a alguien para musicar sus retransmisiones radiofónicas.
Precisamente será Herrmann el encargado de escribir la partitura de uno de los
programas de radio más famosos de todos los tiempos: La guerra de los mundos.
Emisión que logró convencer a
muchos ciudadanos norteamericanos de que su país estaba siendo objeto de una
invasión alienígena, sensación en la que tuvo mucho que ver la música de
nuestro protagonista. La relación con el genial director, no terminó ahí sino
que de su mano Herrmann llegará al mundo del cine que ya no abandonará hasta su
muerte. Será con Ciudadano Kane, la película de la RKO, con el que abra de par
en par las puertas de los estudios de Hollywood a pesar de su juventud.
Herrmann llegó a reconocer en
alguna ocasión que para componer una de sus partituras necesitaba “una
situación dramática, una escena saturada con un determinado nivel de
expectación, de humor, de amenaza para estimular su imaginación”, tal y como
señala Ivan Hewett en su artículo The man who made Psycho even scarier. “El
color es muy importante”, decía Herrmann. “Toda esa porquería de otra gente
orquestando tu música es un error. La orquestación es como una huella
dactilar”.
Herrman rompió con muchos de los
esquemas que manejaban los compositores de música cinematográfica. En sus
bandas sonoras se aprecian elementos muy particulares, muy relacionados con la
temática de la película y así no duda en introducir ritmos mexicanos, introdujo
el órgano en la composición y no dudó en experimentar con las escalas siamesas
en películas de temática oriental, todo con el fin de crear ese clímax sonoro
tan particular y que tanto ha contribuido a la historia del cine.
Será en los años 50 cuando
conozca al mago del suspense, Alfred Hitchcock, reunión que dejará bandas
sonoras memorables como las de Vértigo, El hombre que sabía demasiado y, claro
está, Psicosis, entre otras. Una relación que se rompió por imposición de los
estudios con Cortina rasgada, al ser rechazada por los ejecutivos la banda
sonora de Herrmann ya que en su opinión no contenía ninguna canción pop del
momento.
Después de mantenerse alejado del
mundo del cine por un corto periodo, Truffaut lo recuperó para la banda sonora
de Fahrenheit 451 y alguna otra. En 1973 vuelve al trabajo en su país de la
mano de Brian de Palma en Hermanas y satisfacción de 1973 y, dos años más
tarde, firmará una obra que abría las puertas a una nueva dimensión musical
para un compositor en permanente reinvención que desgraciadamente no terminó de
cruzar ya que nada más terminar la partitura le sobrevino el fallecimiento.
Esa última banda sonora era la de
Taxi Driver de Martin Scorsese, una película que Herrmann no estaba convencido
de musicar hasta que leyó el guión y quedar atrapado por la personalidad de ese
taxista al que dio vida un magnífico Robert de Niro. Ahí la partitura se
adentró por terrenos muy particulares del blues y el jazz y para la que contó
con la ayuda de Christopher Palmer, para hacernos llegar todo el espíritu
urbano, de calles maltratadas ocupadas por personas que ni siquiera tienen
arroyo del que salir.
Fuentes consultadas:
3 comentarios:
Esta vez te aplaudo clamorosamente, Alfredo. He disfrutado cada una de sus bandas sonoras, Bernard tienen algo de siniestro, o compulsivo, rítmico. Inolvidables todas y cada una de ellas.
Hay quien dice que la escena de la ducha en Psycho fue diseñada o mejor dicho, insinuada al maestro Hichcok siguiendo el pulso sincopado, frenético de la música.
Besito, feliz semana.
Hola Alfredo, muy buena entrada para recordar a uno de los grandes de las bandas sonoras. Logra un amplio juego de registros, y aunque es en las películas de suspense donde a mi juicio mas se luce, entre mis favoritas Psicosis y Con la muerte en los talones, tambien hace bandas sonoras para películas de avneturas, como el septimo viaje de Simbad. Luego del gran trabajo de los años 50 y 60 como dices vuelve al cine en los 70 y cierra en un tono muy jazzistico con Taxi Driver. Gran compositor y muy buen trabajo de recopilación
Un abrazo
NATALIA: Probablemente la conjunción entre escena y música en la famosa de la ducha de Psicosis sea de lo mejor de toda la historia del cine por esa unión tan perfecta. De hecho cuando Hitchcock se vio obligado por los estudios a renunciar a su compositor de cabecera lo sintió muchísimo.
Un abrazo!!
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JESÚS: Una pena que por causa de su muerte no pudiera explorar el camino que abría con la banda sonora de Taxi Driver. Eso nos privó a los amantes del cine y de la música de algunos momentos memorables casi con total seguridad. Una pena.
Saludos!!
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