Escocesa artísticamente afincada en Bélgica, Lucy McKenzie saltó al primer escalón artístico internacional en 1999, después de ganar el premio de la EAST International. A partir de ahí se le abrieron las puertas de algunas de los museos y galerías más importantes del mundo y de la Bienal de Venecia.
Artista que se mueve en diversos territorios expresivos, le gusta romper con las leyes no escritas que “regulan” la actividad artística de vanguardia, no duda en trabajar en equipo y diluir así su propia personalidad artística a favor del grupo. Pero esa no es la única subversión militante de una artista para el que el concepto de autoría, de resolución de la obra de arte, de la relación que ésta mantiene con la sociedad en general y con espectador en particular, son conceptos que adquieren una importante complejidad en la obra de McKenzie.
Las fuentes de inspiración de esta artista hay que buscarlas en relación con el Modernismo, la Sezession vienesa, el Art Deco escocés, junto con el Vorticismo, el Constructivismo o algunas de las escuelas del Realismo. Con todo ello crea un discurso artístico muy personal en el que se combinan el pasado y el presente, en el que, como apuntaba antes, poner de relieve cuestiones relacionadas con el “papel del artista, la naturaleza de la producción artística y el sistema de valores en los que se apoya”, como se dice en la web de la Tate.
A las influencias señaladas anteriormente, Dan Fox, en un artículo publicado en la revista Frieze, añade el “Realismo Socialista, Bauhaus, el Modernismo polaco, los sezessionistas vieneses, los muralistas escoceses, el sello discográfico belga Les disques du crepuscule, el sello alemán Brain Records, Brian Eno y Depeche Mode”.
Capaz de dominar profundamente el trampantojo, son espectaculares algunos trabajos que ha realizado en galerías de arte en una suerte de traída al presente de algunos de esos interiores del Modernismo, como la recreación que hace de los ambientes creador por el escritor escocés Muriel Sparks en su novela The girls of slender means. Interiores que relatan el proceso “por el cual un interior burgués se transforma cuando sus habitantes originales, amplias y saludables familias, son suplantadas por inquilinos modernos y, finalmente, abandonados por completo” (Contemporary Art Daily)
Anke Kempes, también en la revista Frieze, termina su artículo acerca de la muestra Global Joy diciendo: “Aquí McKenzie descubre un complejo sistema de referencias acerca de la legitimación y la no legitimación cultural, acerca de los efectos políticamente ambivalentes del arte público y popular.”
5 comentarios:
Hoooola amigo.
Lucy trampantojo, particularmente me fascinan las puertas y las ventanas, en Lucy esa decoración pulcrísima de "interior", nítida, plasmados los muros en cielos a lo Antonio López, otra creadora de lo mágico, nítido, real e irreal.
Prefiero mirarla sin "ismos", naturalmente atraía.
Nos vemooos siempre Alfredo, cariñosos besitos.
Bonito artículo, y magnífica autora.
Abrazos.
NATALIA: Ese "meter" el exterior de nubes en un interior arquitectónico, esa disolución de fronteras entre lo de dentro y lo de afuera, es muy sugerente sin duda ninguna. Y esta es solo una pequeña parte de la obra de esta artista.
Un abrazo!!!
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BALAMGO: Me alegra haber podido transmitir alguna de las sensaciones que me provoca la obra de McKenzie.
Saludos!!!
Me encanta cuando se mezcla el trazo arquitectónico con lo demás. Me voy con algunas palabras para buscar significado y corrientes que desconozco. Me encanta ser curiosa. Por eso sigo viniendo por este maravilloso blog1!!!
BESOS
CAS: La curiosidad es algo que no podemos perder nunca, eso hace que nos mantengamos alerta y en contacto con lo que nos rodea y, de paso, nos hace más ricos intelectualmente hablando.
Besotes!!
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