Este artista afincado en Suiza salió de la ex república soviética de Georgia cuando tenía 15 años de edad. Esa primera parte de su vida transcurrió en una ciudad bañada por el Mar Negro, dedicada para el solaz de funcionarios soviéticos y negada a los propios georgianos.
Y eso viene a cuento porque Wekua utiliza su memoria sentimental, sus recuerdos como parte esencial de su obra artística. Una obra que se mueve a través de medios muy diferentes tocando la pintura, la escultura, el collage, las instalaciones o el cine.
De ahí que la obra de este georgiano se pueda considerar como una suerte de invitación a asomarse a su mundo interior aunque, al mismo tiempo, nos mantenga fuera de él. Eso a través de unas imágenes que reproducen elementos que nos recuerdan al mundo que nos rodea.
“Wekua localiza sus pinturas, su collages o sus imágenes escultóricas en una tierra de nadie entre el Este y el Oeste, entre una exactitud estética y la improvisación, la confidencia y la melancolía. Crea su propio guion altamente visual en el que juega con su pasado y lo estiliza convirtiéndolo en ficción”, tal y como se puede leer en el artículo Shadows of the Facade.
Daniel Baumann escribe que la introspección “es memoria que puede desembocar en melancolía o llegar a la obsesión, incluso convertirse en cicatriz”. Más adelante afirma que las obras de Wekua “aceptan de forma consciente su ambivalencia, algo que consideran fundamental y no se sienten capaces de resolver ese conflicto para nosotros. De ese modo pueden ser al mismo tiempo escépticas y afirmativas, porque han reemplazado las nociones idealizadas del original avant-garde por una imagen mediatizada y estilizada”.
De ese modo la obra de Wekua puede considerarse como una suerte de “ficción instrumentalizada”, como lo define Gianni Jetzer, es decir “una clase de realidad que no existe fuera de su propio contexto”. Una realidad habitada por figuras que se resisten a ser observadas, que permanecen aisladas en su propio mundo, en un universo que nos recuerda al nuestro pero que no termina de serlo del todo.
Figuras encapsuladas, reclinadas en sus sillas, encerradas entre cuatro paredes transparentes, sometidas al escrutinio mientras mantienen su alejamiento ajenas a lo que ocurre a su alrededor, indiferentes a nuestra realidad.
6 comentarios:
Interesante imagenes.Las imagenes impresionan con sus ojos dimensionados,¿ por la realidad que les circunda? Un poco sobrecogedor, no...
Sí que es un poco inquietante. Tal vez tenga que ver con ese mundo interior que se asoma pero no se deja ver desde este exterior nuestro. Es una suerte de juego de comunicación-incomunicación muy estimulante.
Buena semana!!
Esa es la palabra: inquietante. También misterio y subjetivismo que sale del mundo interior y de la psicología del artista. Es, cuando menos, novedosa y atractiva la obra de este autor. Feliz semana, Alfredo.
Como me gusta mirar este tipo de ambientes y poder fomar parte de ellos...es lo que más me atrae!!
FIGURAS ENCAPSULADAS... con esa frase e idea me quedo. ¡Qué mundo insondable la mente humana...!y cuántas marcas van quedando en las primeras etapas de vida. Debe aliviar bastante poder expresarse así de bien y trascender lo personal para poder alcanzar al prójimo y lograr conmoverlo, inquietarlo al menos....
un fuerte abrazo.
PACO: Sobre todo es enormemente diversas por la cantidad de formatos y medios que utiliza para expresarse, y la diversidad de propuestas que hace.
Un abrazo!!
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MONIK: A mí también me gusta esa sensación de formar parte de la obra de arte, de caminar por mundos imaginados por otros y experimentar sensaciones diferentes.
Un beso!!
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CAS: Creo que en realidad somos lo que vivimos y lo que recordamos, y para este artista su lugar de origen es una referencia importante. Un mundo de existencia encapsulada, cerrado para sus compatriotas y abiertos para privilegiados que llegan de otros lugares. Una suerte de lugar esquizofrénico.
Besos!!
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