“Rompió con las convenciones como ningún otro escultor, si bien conservó el lenguaje elemental de la plasticidad en su forma más estricta. Serra es ese bicho raro, un escultor genuino que sometió paisajes y ciudades enteras a su escultura. Al hacerlo, tomó el peso, la masa, la gravedad y su desarrollo hacia la dirección, la secuencia y el horizonte y los transformó en aspectos escultóricos”. (Cita extraída del capítulo Posminimalismo: intensidad sensorial y expansión del arte, incluido dentro de la obra colectiva Arte del siglo XX, editada por Taschen)
Después de haber tenido la suerte de disfrutar de la obra de este escultor norteamericano, hace ya unos años, en el Guggenheim de Bilbao, la noticia que saltó a los medios de comunicación de que será el próximo Premio Príncipe de Asturias de las Artes, me llenó de satisfacción. Y es que entrar en contacto con una obra de Richard Serra deja un cúmulo de sensaciones que no se olvidan.
“Viendo la obra de Velázquez me di cuenta de que quería explorar la relación entre objeto y sujeto. Quería colocar el sujeto en la percepción del movimiento de quien ve la obra. Ése fue el mayor descubrimiento de mi vida”. (Richard Serra, citado por Isabel Lafont) Fue precisamente en un viaje becado por Europa cuando Serra empieza a tomar conciencia de que su camino artístico tiene que ir por la vía de la escultura, pero no una escultura cualquiera.
El propio autor ha comentado alguna vez que uno de sus primeros recuerdos de infancia, con cuatro años, es el Golden Gate de San Francisco que cruzaba con su padre cuando éste iba al astillero en el que trabajaba y veían como botaban los barcos al agua. Más tarde, en su época de universitario trabajó en una acería, sucesos todos ellos que luego tomarían carta de naturaleza cuando iniciara su trabajo artístico.
Un trabajo que empezó con el uso de plomo fundido que lanzaba contra paredes y suelos para dejarlo luego solidificarse, o el caucho material que colgó en bandas en una pared. Luego, en los años 70, mientras estaba trabajando con Jasper Jones, en la creación de una pieza “se me ocurrió poner una lámina en un rincón. A partir de ese acto comencé a entender de manera diferente el espacio y comencé a apropiarlo de otra manera”, según dice el propio Serra en una entrevista en la revista Terra Magazine, que firma Naief Yehya.
“Lo que a mi realmente me interesa es la construcción de espacios, y el acero es el material que me permite crear estos espacios y me da la facilidad de fabricar formas muy particulares. Pero el acero es sólo la envoltura, es la piel de los espacios. Lo importante es el movimiento y las sensaciones, no el volumen ni el peso. La materia impone su propia forma a las formas”, afirma el artista en la entrevista citada anteriormente.
Serra suprimió las bases de sus esculturas, colocándolas directamente sobre el suelo, lo que consigue acercar la obra al espectador, a un viandante o visitante de un museo, que se encuentra ante unas esculturas de grandes dimensiones que invitan a recorrerlas, a entrar en su interior, a volcar sobre ellas el bagaje de todo tipo que llevamos dentro, por lo que cada uno de nosotros va a tener una experiencia absolutamente personal e intransferible.
4 comentarios:
serra es tan único que también me alegra que lo premien con el principe de asturias
también lo recuerdo de bilbao
es tan puro...
un abrazo
No me gusta mucho la escultura actual, ni el minimalismo escultórico, pero si me gustan las estructuras de metal de Chillida y, por supuesto, estas grandes obras metálicas de Serra, que transmiten una gran fuerza expresiva. Creo que el Príncipe de Asturias de las Artes es merecido. Saludos.
SONOIO: Con líneas muy sencillas consigue transmitir una gran fuerza expresiva, si ves una obra suya no la olvidas.
Saludos!!
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PACO: Reconozco que me siento atraído por la escultura minimalista en general, y por la de Serra en particular.
Abrazos!!
quizás la palabra impresionante no guste de ser utilizada, a mi me da igual y la adoro.
SUERTE
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