Ni verdades ni certidumbres, sólo preguntas. Esa podría ser la filosofía subyacente a las obras producidas por este creador francés de infancia agitada, que no encontró su lugar en la escuela y cuya rebeldía obligó a sus padres a cambiarlo en numerosas ocasiones de centro educativo, hasta que comprendieron que era una misión imposible y le dejaron dedicarse a la pintura. Tenía 13 años.
El hecho de nacer en una familia en la que la madre era cristiana y su padre judío, le marcó profundamente, sobre todo al tomar conciencia de poseer una identidad que no encajaba bien con la de sus compañeros de colegio, además de sentirse marcado profundamente por el asesinato en masa cometido por los nazis sobre los judíos en los campos de concentración.
De ahí le viene su obsesión fundamental por la muerte y por la identidad, obsesiones que son recurrentes en toda su obra en la que indaga acerca de la fragilidad de la memoria, de una memoria en la que las personas que van desapareciendo se van convirtiendo en imágenes borrosas, en fotografías antiguas que sólo cuando las encontramos en el fondo de un cajón en las que las habíamos dejado olvidadas, cobran algo del sentido que tuvieron en el pasado.
Así, es frecuente encontrarse en la obra de este francés, con fotografías que obtiene en los rastros o mercadillos de antiguo, que a veces combina con ropas también viejas, dando lugar a una iconografía completada con cajas de hojalata, teatrillos de sombras y otros elementos, que tienen un trasfondo autobiográfico y que remiten a presencias pero también a ausencias, porque probablemente lo que nos hace más conscientes de la ausencia de un persona sea encontrarnos con sus objetos cotidianos, sus ropas, sus fotografías, sus libros… Elementos todos ellos que también remiten, en última instancia, a la vida, a la trayectoria vital del ausente.
Es en los inicios de la década de los años 80, cuando Boltanski empieza a utilizar fotografías de personas anónimas, rastros de vidas que ya no recuerda nadie, que están perdidas en el limbo del olvido, y que el artista saca a la luz y pone ante el espectador con la pretensión de que éste encuentre en la obra sensación de vida. Como dice el propio artista: “Por eso, lo que intento hacer es que la gente se olvide que es arte y piense que es vida. Para dar esta impresión de vida me sirvo de medios artificiales, del arte; no es la realidad, hago teatro; trato de que el espectador en ese momento olvide que está en un museo.”
“Boltanski evoca de manera brutal, convincente, imposible de eludir, esa fea costumbre que tiene la gente de ir perdiendo el rostro, dejando apenas la impresión de una fotografía, un negativo cuya ceniza guardamos en los escaparates de la conciencia. Y es verdad, los perdemos, los olvidamos y día a día se van diluyendo, como en un proceso colectivo de mal de Alzheimer. Nadie reconoce a nadie, sólo logramos darnos cuenta de nuestra estrecha capacidad mental para retener y organizar al mundo, que inexplicablemente permanece sin importarle mucho el problema de la historia o nuestros rollos por explicarlo.” (Ricardo Bello)
“Lo que trato de hacer con mi trabajo es plantear preguntas, hablar de cosas filosóficas, no por historias a través de palabras sino por historias a través de imágenes visuales. Hablo de cosas efectivamente muy simples, comunes a todos. No hablo de cosas complicadas.” (Christian Boltanski)
12 comentarios:
Como siempre, magnífico documento y fotografías.Ultimamente aprendo muchas cosas de arte, visitando tu blog.
Un abrazo.
Me gustaría ver su obra en persona e involucrarme en ella para escuchar sus preguntas. Me ha despertado curiosidad.
Un beso*!
BALAMGO: Muchas gracias. Siempre digo que si por algo merece la pena saber de algo es para poder compartirlo.
Saludos!!
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SO: La incertidumbre de la pregunta contra la seguridad de la respuesta. Merece la pena acercarse a la obra de este artista.
Un abrazo!!
¡Hola ALFREDO...cada vez me lo pones más difícil!...pero bueno...
a mí me gusta...hoy ha sido un acierto pasar por el blog antes de
ir a dormir...he aprendido cosas
nuevas y es importante.
Veo en Boltanski...una marcada
lucha...una obsesión por la
"identidad"...la suya.Una familia
marcada por el holocausto...En su
obra repite una misma idea "lo
ausente"...Me parece un artista
interesante...peculiar...poco
frecuente.
No conocía a Cai Guo-Quiang...no
podía ser de otra manera...pero tú
me lo muestras estupendamente...
me parece también un artista
interesante...las fotos del interior del edificio con los
coches colgados...me recuerda el
interior del Museo BMW de Munich
perfectamente...hace ya algunos
años de esto...me encantaría saber
dónde está ese sitio...creo que no
lo he leído.
Me ha gustado mucho tu comentario,
ha sido solamente un paréntesis...
de momento.
Un fuerte abrazo.
No te he dicho que ya te puedo ver
cuando publicas en el lateral de
mi blog...
Los coches de Quiang se pueden ver ahora mismo en el Guggenheim Bilbao, que tiene abierta una exposición muy importante sobre la obra de este artista chino.
Y Boltanski hace una reflexión, al menos para mi opinión, una reflexión muy potente sobre la identidad, y las ausencias.
Me alegro que poco a poco vayas domesticando a la tecnología y te vaya dando el resultado que buscas.
Un beso!!
Vaya...patinazo!...No he estado
todavía en el Guggnheim...¡Así es!.
Todo actualizado...menos yo!...
esto no tiene solución.
Un abrazo.
XXXXXXXX
CALAMANDA: No pasa nada. La foto es del Guggenheim Nueva York, que no te lo había dicho antes.
Besos!!
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MBI: Reconozco que no comprendo el sentido de tu comentario. Torpe que es uno, qué le vamos a hacer.
Un saludo!!
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El museo Es Baluard ha realizado un vídeo sobre la instalación de Boltanski que exponen hasta septiembre.
http://youtu.be/ezDCvNKqR9g
este autor plagio la mitica plaza trureta en montevideo uruguay!
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