domingo, 31 de mayo de 2009

8 lessons on emptiness with a happy end (Ocho lecciones sobre el vacío con final feliz, Marina Abramovic, 2008)



El pasado viernes 28 de mayo, el Teatro de La Laboral acogió la presentación de la última videoinstalación de la artista serbia Marina Abramovic, y que se puede visitar hasta el próximo 30 de junio en la capilla del recinto de la Universidad Laboral.

Presentación que incluía dos partes, una con la proyección del making of de la videoinsalación y, una segunda, con la visita a la propia instalación visual y sonora, con la presencia de la autora. Un trabajo éste último de la Abramovic que indaga sobre la violencia a la que asisten todos los días, vía pantallas de televisión, los niños de cualquier esquina del mundo. El trabajo lo realizó en la población laosiana de Luang Prabang, un lugar en el que, según comentó la autora, todas las viviendas, incluso las más pequeñas, tienen una parabólica instalada a través de la cual pueden ver infinidad de películas con grandes dosis de violencia, en un país en el que se dice que cayeron más bombas durante la guerra de Vietnam que en la Europa de la Segunda Guerra Mundial.

En medio de un entorno de una riqueza paisajística maravillosa, Marina Abramovic convierte en protagonistas de su instalación, a los niños y al paisaje. Niños vestidos con uniformes militares que se desenvuelven en el interior de una casa en la que los muebles son un 20% más grandes de lo habitual, lo que acentúa lo grotesco de ver a unos niños dispararse con armas de juguete pero de gran realismo. Niños que duermen y se despiertan acosados por el ruido de unos disparos de mentira, o que simplemente están colocados de pie en una de las grandes sillas, con el arma cogida, y que nos miran fijamente sin decir nada en una pose más que inquietante.

A lo largo de las imágenes van desfilando ataques por sorpresa, el asalto a la casa, una ejecución, el proceso negociador y se concluye con una simbólica quema de todas las armas de plástico, mientras los niños desfilan fuera de plano, tal vez, para encontrarse de nuevo con la inocencia de la infancia.

Eso lo complementa con imágenes de una montaña reflejada en un gran río, de una cascada o de un árbol de los espíritus en el que moran los espíritus de los habitantes de dos aldeas arrasadas por una gran riada por lo que la isla sólo puede visitarse durante el día, y ante ese árbol son muchos los que depositan ofrendas.

Como se dice en el programa de la obra se dice: “La obra más reciente de Marina Abramovic, transmite una profunda preocupación por los excesos de las representaciones contemporáneas de la violencia. Abramovic, nos llena de impactantes imágenes de personas sufriendo a través de una compleja video-instalación que debe entenderse como contrapunto a las incontables atrocidades que vemos representadas constantemente. Es la recreación de una guerra representada por niños.”

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece espectacular el modo en el que utliza los elementos para a través de ellos hacer reflexionar a los espectadores a la vez que denuncia semejantes atrocidades.
Aumentar el tamaño de los objetos produce que, con una sola imagen el espectador vea claramente la raíz del problema.

No sólo ocho, sino miles de razones se podrían dar en contra de la situación. Aunque habría de bastar sólo con una: los niños no son hombres, que no lo son!

Alfredo dijo...

Y es que los niños son niños y hay que dejarlos crecer sin violencia, ni siquiera por la televisión, porque terminan asimilándolo como algo normal. Marina decía que había sido impresionante ver como sabían comportarse perfectamente en algunas de las situaciones que les planteaba sin falta de decirles nada, como en el caso del fusilamiento.

Estremece.

Un beso sin violencia!!

calamanda dijo...

¡Hola! Estoy un rato por aquí
viendo todo ...Me parece muy bueno
tu post de John Baldessari...Arthur
Felling...creo que me gustaría ver
El marido de la peluquera...seguro
que me gusta.El corrector...
también interesante.En fin,ya sabes
que contigo siempre aprendo ...

No estoy bien de ánimo...me ayudan
a pasar las fotos a mi blog...
si no consigo hacerlo yo misma
¿Cómo puedo tenerlo?...No es
ridículo?...Ni tampoco nadie sabe
porqué mi blog no se actualiza...
pensaré como termina mi aventura.

Un abrazo.

Calamanda

Alfredo dijo...

Seguro que El marido de la peluquera te encanta, así que si la ves espero que me digas que te ha parecido. Por lo demás, muchas gracias por tus elogios y por seguir pasándote por aquí.

Y venga ese ánimo arriba, y que la tecnología no te derrote. Ya he visto que vas completando tu blog con un montón de obras de arte fantásticas.

Besos!!

Anónimo dijo...

Es triste que ellos vean la violencia real tan normal, como los niños de este "primer mundo" la play o la wii.

Realmente es estremecedor.

Un beso pacífico, muy pacífico.

Alfredo dijo...

Pero no son sólo los niños de esa parte del mundo los que tienen esas cosas integradas en su realidad, eso es algo que vemos todos los días a nuestro alrededor, con niños y adolescentes que cada vez son más violentos, intolerantes a la frustración, que no entienden la palabra no, y con padres que siempre consideran que su hijo es el que tiene razón y que son los demás los que le tienen "manía" y luego van a un centro educativo y agreden a un profesor.

Make love not war. Pues eso.

Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Alfredo, anoche un sonido estridente que no identificaba me llevó a asomarme a la tapia que da a la calle de atrás buscando el motivo de ese grito y me quedé de piedra, Indignada!!!!:

-Un hombre marroquí estaba pegando a una mujer. Ella iba descalza, con las ropas ajadas, con el pelo revuelto y gritaba. Él la agarraba del cuello y seguí pegándole.

-Yo no pensé, simplemente actué. Saque toda la rabia que estaba sintiendo y en el grito más alto e imperativo que pude dije:
EEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHHHHHHH!!!!!!
Sólo eso.

Y el muy Cobarde, se paro y se fue. No vio de donde venía la voz, pero sí empezó a adivinar las siluetas de los vecinos asomadas en las puertas de sus casas. La gente que pasaba por allí se paraba y empezaban a formar "el corrillo" y el muy cobarde se dio la vuelta.

Yo me indignaba por momentos: los abusos de él, la impotencia de ella, la pasividad de la gente!!!

Y de nuevo alzé la voz desde mi patio y dije: ¿¿¿Qué pasa???? ¿¿¿Es que nadie va a hacer nada????? El corazón me latía como una bomba de relojería de ver tanta indiferencia en tan pocos segundos.

De nuevo, creo que nadie supo exactamente de donde venía la voz que intentaba poner un poco de paz en aquello porque nadie miró hacia arriba, hacia mi patio.

Pero me daba exactamente igual, yo lo único que quería es que alguien hiciera algo y llamase a la policia. La mujer se había ido atemorizada y corriendo y gritaba: policía por favor!!!.. policiía por favor!!!! Su pánico y su dolor eran una llamada de auxilio estremecedora.

... Por suerte y desgracia he visto muchas peleas de este tipo en mi vida y sabía que la paliza que él le dió no iba a terminar ahí. Pero ya vino la policía y aparentemente aunque fuera por unos segundos aquello se iba a calmar y aunque esa noche la mujer no iba a poder dormir, iba a estar algo más tranquila, o sino algo menos asustada.

Bufffffff.... que mal lo pasé. Que rabia la pasividad y la indiferencia!!!!!! Que carencia de solidaridad y de empatia!!!


Llevas toda la razón del mundo, la violencia es algo que vemos todos los días a nuestro alrededor, y en parte está desensibilizando a la sociedad.

**Sólo hay un AmoR, y un coraZÓn... y lo estamos olvidando. Es más, hay quienes no se dan ni cuenta!!!

(((Menudo comentario más largo! Sabes tú que yo no acostumbro a esto, pero la ocasión lo merecía. Te lo hubiera mandado al mail, pero busqué por tu blog y no lo vi))))

Desde aquí un abrazo muy pacífico.