jueves, 5 de septiembre de 2013

Emmet Gowin: cercanías íntimas, distancias inmensas

Edith, Danville, Virginia, 1970.


Copio con rubor una frase de Antonio Muñoz Molina dedicada a las fotografías de nuestro protagonista de hoy, para dar forma al titular, y es que  me parece que ofrecen una descripción precisa y preciosa de las fotografías de Emmet Gowin, un artista con dos puntos fundamentales de sus instantáneas, uno es su propia familia especialmente su mujer y, el segundo, el paisaje.

Edith, Providence, Rhode Island, 1967.

El acercamiento que hace Gowin a estos dos temas es fundamentalmente el mismo, tal y como él mismo ha explicado alguna vez. Esa forma de acercarse al protagonista de sus fotografías tiene que ver con sacar a la luz esas conexiones ocultas que existen en el mundo real, esos momentos únicos que traslucen que más allá de lo que vemos hay un algo más que las obras de Gowin hacen visible.

Barry and Dwayne, Danville, Virginia, 1970.

Encontrar los por qués de cada fotografía, qué es lo que le motivó para hacer esa fotografía y no otra, es el camino que recorre el fotógrafo, es lo que da consistencia a su obra, al menos así lo piensa él mismo. Un camino planteado como un recorrido de autodescubrimiento, de análisis de los sentimientos que motivaron la fotografía, en una suerte de camino hacia su interior personal que sale a la luz en cada obra.

Edith, Chincoteague Island, Virginia, 1967.

“No es una cuestión de si el trabajo es original o no, sino sobre el origen del mismo. Identificarte de una forma muy personal con lo que haces supone aceptar la responsabilidad de lo que haces”, resume Gowin antes de explicar que “el gran cambio ocurrió cuando empecé a viajar, el mismo año en el que murieron tres familiares. La familia estaba cambiando, y en ese momento empecé a hacer esos paisajes simbólicos”.

Mining Exploration, Utah, 1988.

Tanto cuando coloca a su familia en el centro de su obra, como cuando lo hace con el paisaje, Gowin traza una suerte de cartografía, una sentimental y otra física de paisajes que están en permanente cambio bien por la mano del ser humano, bien por mano de la propia naturaleza. Y es que el ser humano sin el paisaje no se entiende.

Nancy, Danville, Virginia, 1969.

Son paisajes transformados por erupciones volcánicas, por explosiones nucleares, por explotaciones mineras, por vigorosas tormentas, en unas fotografías que mantienen un equilibrio fantástico entre la belleza visual y la devastación, la transformación dramática por causas naturales o no.

Nancy and Dwaye, Danville, Virginia, 1970.

“¿Cómo puedes descubrir los valores que se esconden en las cosas que ya has hecho?” “Nada realmente importante se ha descubierto de una forma intencionada”. Esta vez secuestro las palabras del propio Gowin para cerrar el artículo.


Nota al pie: Ya solo faltan 7.

2 comentarios:

balamgo dijo...

No lo conocía, pero me parece un interesante fotógrafo.
Abrazos.

casss dijo...

Releo las frases que citas y esas fotografías me parecen aun más próximas.

un fuerte abrazo