domingo, 31 de marzo de 2013

Isidoro Valcárcel Medina: “Ahora, el poder lo asume todo, lo paga y lo archiva para la tranquilidad general”

Constitución 1812-2012.

“El arte se puede aprender, pero no enseñar. Sólo cuenta el testimonio personal. Para mí, el arte es la vida, una actitud, ser consciente de lo que quieres. Y de lo que no”.

“Ahora, el poder lo asume todo, lo paga y lo archiva para la tranquilidad general. Es más difícil escapar del dinero que de la policía. Hay profesionales de la protesta que medran y progresan. Antes, si escribías en una pancarta 'Franco es feo' ibas a comisaría. Hoy si escribes 'El alcalde es feo' el Ayuntamiento te compra el cartel”.


“A los artistas les exijo un plus de responsabilidad. Deberían pensar: si todo lo que hago me lo compran, ¿qué puedo hacer que no me compren, para que no me cacen?”.

“Una vez me llevaron a Canarias y me metieron en una habitación de hotel con dos duchas y cinco televisores. Pensé: mi obligación es evitar que me vuelvan a meter en una habitación así”.


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“Una prueba de eso es que en esta exposición la mitad está dedicada al proceso, a la elaboración. Es una cantidad de papel enorme que está puesta ahí porque tiene un valor muy grande. El objeto final es lo que se presenta, pero yo también quiero que se vea lo otro”.

La chuleta (1991)
“Hay civilizaciones que tenían limitada la contabilidad sencillamente porque su grado de desarrollo no llegaba a más. Hay una cultura africana que conoce uno, dos y a partir de allí dice simplemente muchos. Eso es precioso, ¿no? Y entre los escogidos hay un par de idiomas que no tienen una numeración muy amplia. Cuando pasa de un número pequeño que ya no les sirve, después ya no lo denominan. En esos casos hemos puesto simplemente el número. Por ejemplo, 3923 y un signo que tienen para lo que sigue en adelante”.


“Para mí las medidas o los números son como el tiempo, ineludibles. Eso lo respetamos por necesidad. La denominación de los objetos es más prescindible. Este libro son seis mil páginas, le des las vueltas que quieras. ¿Manifestarlo es una perogrullada? Pues bienvenida sea la perogrullada. Yo lo que quería es decir lo que estás viendo”.


“Una metáfora aporta un conocimiento nuevo. El campo de la creatividad no está delimitado en ciencias y letras. Un carpintero para hacer una mesa tiene que saber de ciencias y de letras. Este libro tiene millones de letras que se refieren a números”.


“Lo que me molesta es el culto al archivo en exclusiva. Me fastidia que se transmita la idea de que se puede ser solo archivo. Detesto el fetichismo del archivo. Si se piensa en todo lo que ha ocurrido en el devenir del hombre respecto a determinado aspecto, eso sí me interesa muchísimo. Si es el culto a esa recopilación, no”.

“Cuando hablas con un artista e inmediatamente empieza a contarte su obra, es un agobio. Prefiero llegar y enfrentarme directamente con ella yo mismo. Hay mucha futilidad, muchas cosas superpuestas. Y, qué duda cabe, la crítica ha contribuido mucho a esa situación. También el mercado del arte que se vanagloria de lo secundario”.


“El arte conceptual empezó de forma muy idealista, como muchos movimientos. La preponderancia de la idea sobre el objeto. Llega un momento en que se quiere expresar solo la idea y de eso se ha abusado y se sigue abusando, como todo aquello que cae en manos generalistas. Es decir, que se pone de moda. ¿En qué momento está ahora? Ahora hay una degradación bestial del conceptualismo, pero a la vez hay obras conceptuales grandiosas. No soy ni pesimista ni optimista. Creo que podemos seguir expresándonos, transmitiendo ideas desprovistas de su materialidad, aunque la tengan. O mejor dicho, que la materialidad transmita ideas pero también creo que eso está en decadencia absoluta. ¿Es que no puede haber un pintor ahora? Claro que sí, pero tiene que estar tan por encima de la tradición pictórica, tanto que no somos capaces de imaginarlo. Estamos a la espera del pintor de nuestro tiempo. Lo mismo con el conceptualismo. Esperemos y agarrémonos a los pocos casos salvables”.


miércoles, 27 de marzo de 2013

Manifiesto del Día Mundial del Teatro.


“Hace mucho tiempo, el poder tomó una decisión intolerante contra los cómicos, a los que expulsaron del país. Actualmente, actores y compañías teatrales tienen dificultades para encontrar escenarios públicos, teatros y espectadores, todo por culpa de la crisis. 

Los dirigentes, por lo tanto, ya no está preocupados por controlar a aquellos que los citan con ironía y sarcasmo, ya que no hay sitio para los actores, ni público al que dirigirse.



Por el contrario, durante el Renacimiento, en Italia, los que gobernaban tuvieron que hacer un esfuerzo imporante para mantener a raya a los cómicos, pues reunían a un público abundante.

Se sabe que el gran éxodo de actores de La Commedia dell’Arte tuvo lugar en el siglo de la Contrarreforma, cuando se decretó el desmantelamiento de todos los espacios teatrales, especialmente en Roma, donde fueron acusados de ofender a la ciudad santa. En 1967, el Papa Inocente XII, bajo la presión de insistentes requerimientos del sector más conservador de la burguesía y de los máximos exponentes del clero, ordenó la eliminación del Teatro Tordinona que, según los moralistas, había acumulado el mayor número de representaciones obscenas.



En la época de la Contrarreforma, el cardenal Borromeo Carlos, que estuvo activo en el norte de Italia, se consagró a la redención de los niños milaneses, estableciendo una distinción entre el arte, como máxima expresión de educación espiritual y el teatro, como manifestación profana y vanidosa. En una carta dirigida a sus colaboradores, que cito de memoria, se expresa más o menos así: “Los que estamos a favor de la erradicación de las malas hierbas, hemos hecho lo posible por quemar textos que contienen discursos infames, para extirparlos de la memoria de los hombres, y al mismo tiempo perseguir a todos aquellos que divulgan esos textos impresos. Evidentemente, mientras dormíamos, el diablo maquinó con renovada astucia. ¡Hasta qué punto es más punzante en el alma lo que los ojos pueden ver que lo que puedan leer en los libros de ese género! ¡Hasta qué punto es más devastador para las mentes de los adolescentes y de los niños la palabra hablada y el gesto apropiado que una palabra muerta impresa en un libro! Por lo tanto, urge expulsar de nuestras ciudades a esas gentes del teatro, como ya hicimos con las almas indeseables”.




Por lo tanto, la única solución a la crisis se basa en la esperanza de que se organice una gran caza de brujas contra todos nosotros y especialmente contra la gente joven que desea aprender el arte del teatro: una nueva diáspora de cómicos que, desde tal imposición, sin lugar a dudas, provocará beneficios inimaginables para el bien de una nueva representación”.

Darío Fo.

domingo, 24 de marzo de 2013

Jelly Roll Morton: “Yo fui el inventor del jazz”



Así se presentó en numerosas ocasiones este músico genial que también tenía la costumbre de autodefinirse como el “mejor pianista del mundo, no uno de los mejores, simplemente soy el más grande”. Dos frases que hablan perfectamente de una fuerte personalidad forjada en una dura infancia que le llevó, con alrededor de doce años, a tocar el piano en el burdel de una familiar para ganarse la vida después del fallecimiento de su madre y de que su padre desapareciera.



Antes de llegar ahí, Ferdinand Joseph LaMothe o Lamenthe, había nacido en Nueva Orleans en 1885 o 1890, que tampoco está clara la fecha, y pronto empezará a estudiar música, concretamente guitarra, para luego pasarse de forma definitiva al piano. Además de en la casa de lenocinio de su madrina, Jelly Roll tocó en varios de los antros de prostitución del barrio de Storyville. De hecho una de las “profesiones” que nuestro protagonista ejerció a lo largo de su vida, fue la de chulo, además de la de vendedor, jugador o cómico de vodevil.

Antes de recalar en Los Ángeles en 1917, el pendenciero Jelly Roll Morton, había hecho una gira por el sur de los Estados Unidos sin demasiado éxito, pero que le permitió entrar en contacto con otras sonoridades, con otras formas de entender la música, que ayudaron a configurar la forma especial que tuvo Jelly Roll de componer y, ahora sí, llegar a ser considerado como el primer compositor de jazz al dejar sus temas anotados en forma de partituras.

Después de una estancia de seis años en la ciudad californiana, en la que llegó a regentar un hotel con un paisano suyo de Nueva Orleans, dio el salto a Chicago, ciudad que vivía a ritmo de jazz y donde hará sus primeras grabaciones. Trabajos en los que contará con su banda, a la que bautizó como los Red Hot Peppers, dejando tras de sí algunos de los mejores temas de su carrera muchos de ellos convertidos en auténticos estándares del género como son King Porter Stomp, The Pearles, Mr. Jelly Roll, Wild Man Blues o Don’t You Leave Me Here.



Con la depresión, Jelly Roll Morton toma rumbo hacia Nueva York, ciudad que estaba acogiendo a otros grandes músicos, y nuestro protagonista se encontró con que su estilo musical ya se empezaba a considerar antiguo. Él que había sido una figura fundamental en la transición del ragtime al primer jazz, se encontraba desplazado por el swing de las grandes bandas lideradas por figuras como la de Henderson o Duke Ellington.

Su temperamento le impedía integrarse como un músico más en alguna de las orquestas del momento, y termina tocando en clubs de la ciudad de Washington DC, donde le encontrará el gran musicólogo norteamericano Alan Lomax con el que realizará las muy renombradas grabaciones para la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Una serie de sesiones en las que Lomax puso a Morton delante de un piano, un micrófono y una botella de whisky para dejar para la posteridad los sonidos del jazz más cercano a la fuente original.

Eso fue en 1938 y tres años después Morton fallece en los Ángeles, muy poco tiempo antes de que su figura alcanzara la consideración que se había ganado en vida.