Hace unas
semanas tuve la oportunidad de asistir, en el Nuevo Teatro de La Felguera
(Langreo, Asturias), al espectáculo Pagagnini salido del genio del espectacular
violinista libanés de origen armenio, Ara Malikian, y del grupo de teatro
madrileño, Yllana. Dos mimbres que a priori hacen pensar que el espectáculo va
a ser de los memorables.
Y eso fue lo
que vio un patio de butacas abarrotado y con las entradas todas vendidas desde
días antes, rendido desde las primeras notas al genio del armenio y de los tres
músicos que le acompañaban. La combinación de virtuosismo, de humor, de locura,
se unieron para dar forma a un (des)concierto absoluto, genial, combinando
temas clásicos con músicas klezmer, flamenco, tango, rock, e incluso música de
dibujos animados.
Todo ello con
la implicación del público y el desarrollo de una descacharrante historia de
amor imposible entre uno de los músicos y una espectadora, que da lugar a
algunos de los momentos más cómicos del espectáculo. Algo más de una hora sobre
el escenario para que veamos rivalidades, complicidades, amistad entre los
músicos, siempre resueltas a través de la música y del humor.
El espectáculo
consigue la total complicidad con el público, asombrado por la velocidad con la
que se puede llegar a tocar un violín, sacando notas de forma asombrosa,
invadidos los músicos por sus instrumentos, mecidos en un tsunami musical que,
en ocasiones, amenaza con llevárselos por delante. Sin embargo, logran de algún
modo dominar a la bestia y lograr, no sólo que no lo atropelle, sino que la
ponen a su servicio, al de todos los espectadores que terminan inmersos de
forma absoluta en la música.
Malikian
vuelve a demostrar una vez más, la capacidad que tiene para hacer amena la
música clásica, sin caer para nada en la banalización, y logrando que personas
que no tienen por qué tener a ese tipo de música entre sus favoritas, pueden
acercarse a ella y, quien sabe, desarrollar un nuevo gusto musical, mientras
que los aficionados a la música clásica pueden disfrutar de una nueva manera de
interpretar partituras con siglos de historia a sus espaldas.