Arte valiente, arte que prima el
compromiso personal. Esas podrían ser dos frases, insuficientes sin duda
ninguna, para empezar una aproximación a la obra de la catalana Nuria Güell
(Barcelona, 1981), una artista para la que la obra de arte es una disculpa para
transmitir un mensaje muy enraizado en al crítica social y política.
Una forma de poner de manifiesto
las contradicciones de los sistemas legales y políticos que en nombre de la
defensa de los derechos de los ciudadanos, en muchas ocasiones caen en
flagrantes contradicciones y terminan siendo instrumentos de represión de esos
mismos derechos que se dicen proteger.
En ese sentido me viene a la
memoria una frase leída hace mucho tiempo, y cuyo autor lamento no recordar,
que decía que los estados llaman ley a su violencia y crimen a la del
individuo, sin olvidar que la violencia del individuo efectivamente puede
llegar a ser criminal pero la ejercida por las estructuras del Estado también
puede desembocar en actitudes criminales.
Un ejemplo de esa contradicción la
puso de manifiesto al colocar unas dianas como las utilizadas por la policía
para sus prácticas de tiro, ligeramente modificadas para simular personas
concentradas pacíficamente. Las colocó en un parque, luego llamó a la policía
para informar de que se estaba empezando a gestar una protesta ciudadana. Con
ello quería denunciar la modificación del Código Penal que castiga con pena de
tres meses a un año de cárcel, la resistencia pasiva.
En Ayuda humanitaria, un proyecto
iniciado en 2008 en La Habana, puso de manifiesto los mecanismos de creación de
comportamiento por parte de unos turistas que acuden a la isla a la búsqueda de
sexo y cómo los cubanos lo aceptan como una forma de paliar sus necesidades.
Para este proyecto ofreció casarse con aquel cubano que le remitiera la carta
de amor más bonita del mundo, según la valoración de un jurado formado por tres
jineteras habaneras. El resultado fue una boda que se disolvería en el momento
en el que el ganador consiguiera la nacionalidad española.
Los bancos y sus mecanismos de
apropiación de inmuebles a precios muy reducidos o directamente por la vía del
desahucio más desalmado, son otro objetivo de algunos proyectos de Nuria Güell,
como es el caso de Intervención, llevado a cabo en 2012. Así procedió a crear
una cooperativa, contratar a un albañil en paso y desahuciado de su vivienda,
para que derribara las puertas de acceso a edificios vacíos adquiridos por Caja
Mediterráneo (CAM), después de haber desahuciado a sus habitantes.
Cierro con estas palabras de
David G. Torres que describe la obra de Nuria Güell de esta forma: “Si tuviese que buscar un adjetivo para
calificar a la artista Núria Güell sería el de valiente. A la vista de
sus trabajos es evidente que es una persona comprometida social y
políticamente, y que tiene interés tanto en desvelar las miserias y mentiras
del sistema económico y, aparentemente, democrático en el que vivimos, como de
subvertirlas, darles la vuelta, mostrar sus subterfugios y actuar a la contra”.