lunes, 2 de noviembre de 2015

Vivian Maier: la fotógrafa misteriosa



La historia de Vivian Maier parece sacada de un guión cinematográfico, de hecho hasta es posible que algún cineasta se esté planteando hacer una película sobre esta mujer. No sería de extrañar.


Estamos ante una mujer que trabajó toda su vida como niñera, y que en su tiempo libre se colgaba una cámara el cuello para retratar la realidad de las calles de Nueva York y de Chicago, las dos ciudades en las que vivió. Una afición a la fotografía que siempre mantuvo en el más estricto de los silencios, y que a pesar de reunir más de 100.000 imágenes, de rodar algunas películas de Súper 8, nunca nadie las pudo ver.


Eso es así porque con su sueldo de niñera no se podía permitir el revelado de esas imágenes, que escondía detrás de la puerta cerrada con llave que tenía en la casa en la que trabajaba, además de en un almacén. Como en tantos otros casos, la vejez le trajo soledad y problemas económicos, y sólo la generosidad de aquellos tres hermanos a los que había cuidado en su infancia en Chicago, le permitió vivir en un apartamento durante sus últimos años de vida.


Fue la casualidad la que la puso en el lugar que debió de haber ocupado en vida gracias a su obra. Un joven compró el trastero que Vivian había dejado de pagar, y con él el tesoro de unos 300 negativos que en cuanto empezó a publicitar por Internet, sin saber lo que tenía entre manos, despertó la atención de un crítico de arte quien le señaló la importancia de lo que había descubierto.


El casual comprador empezó a tirar del hilo hasta localizar a los hermanos de Chicago, y con ellos unas cajas con muchos más negativos en su interior, y a partir de ahí, la obsesión por saber más de una niñera que había sido capaz de tomar unas fotografías a la altura de cualquiera de los nombres consagrados.


Imágenes de una gran modernidad para la época (su obra recorre desde los años 50 hasta los 90), en las que muestra a niños con caras sucias, indigentes y alcohólicos tirados por las calles, trabajadores, mujeres guapas que se reflejan en elegantes escaparates, las desigualdades sociales, personas que miran sin comprender, vidas que roba desde el autobús, desde una esquina, en la noche o a plena luz del día.



Imágenes plenas de mirada comprensiva, de capacidad retratística, de una mujer callada, discreta, de pocos amigos, dotada de una gran humanidad, con mucha mano para los niños, única habitante de un exilio autoimpuesto dentro de las cuatro paredes de su habitación mientras la imaginamos pasando por su memoria esas imágenes que acaba de tomar en la calle, acumuladas de forma obsesiva y que nunca llego a ver impresas en el papel.
Más información: Wikipedia, El País, Smithsonian [en].