domingo, 29 de abril de 2012

Los profesionales (The Professionals, Richard Brooks, 1966)


“La revolución no es una diosa sino una mujerzuela, nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta. Así que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos, lujuria pero no amor, pasión pero sin compasión, y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe, nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable.”

Abro este artículo con este fragmento de uno de los fantásticos diálogos que jalonan este clásico del western colocado por derecho propio entre los mejores de la historia del cine. Lo firma el director Richard Brooks, autor de otras cintas memorables como son La gata sobre el tejado de zinc (1958) y Dulce pájaro de juventud (1962), entre otras.

En este caso reúne a cuatro mercenarios contratados por un magnate  estadounidense para que crucen la frontera mejicana y regresen con su esposa, presuntamente secuestrada por un bandolero que responde al nombre de jesús Raza, y la que da vida Jack Palance. Lee Marvin, Burt Lancaster, Robert Ryan, Woody Strode y Claudia Cardinale, son el resto del elenco de actores de primera línea que coinciden en esta película.


Con esos mimbres actorales, la música de Maurice Jarre, un excelente guión basado en la novela A Mule for the Marquesa de Frank O’Rouke, Brooks firma un western crepuscular sobre unos paisajes desolados, desérticos, de sol abrasador por los que se mueven los últimos representantes de una raza de hombres acostumbrados a vivir a salto de mata, a un lado y otro de la frontera, unas veces del lado de los buenos (otra cosa será saber quiénes son los buenos) y otra de su propio lado, moviéndose en esos márgenes frágiles.


Seres de un mundo ya en franca retirada ante el empuje de una civilización basada en el automóvil y el petróleo, en el que algunos tienen el dinero suficiente para que sean otros los que se ocupan de sus asuntos sucios. Cobardes plagados de dólares incapaces de retener a una mujer capaz de convertir a algunos niños en hombres y algunos hombres en niños, tal y como dice unos de los personajes cuando se preguntan sobre el por qué de una recompensa tan alta por jugarse la vida por una mujer.


Una esposa encarnada en la piel de una bellísima Claudia Cardinale, esta vez en un papel de menor relevancia del que tendrá un par de años después de otro western absolutamente imprescindible como es Hasta que llegó su hora, pero su presencia se deja sentir plagada de sensualidad.


Personajes todos ellos embarcados en un viaje geográfico pero también psicológico, hacia su propio interior, analizando sus propias motivaciones para participar en una aventura que se presume extremadamente peligrosa. Reflexiones que nos hablan de la amistad, de los ideales, de la necesidad de mantener la palabra dada más allá del peligro, del amor, de la vida en definitiva. Un viaje de ida y de vuelta con un desenlace a la altura del peculiar sentido del honor que todos ellos comparten de manera tácita.


Y hay desesperanza, pesimismo, o tal vez sería mejor decir que un profundo conocimiento de la realidad de las cosas, de la miseria que se esconde detrás de palabras que suenan muy bellas, y una manera de asumir de una forma muy clara lo que uno es y cuando el hombre rico le diga a Fardan (Lee Marvin), “usted es un bastardo”, la respuesta lógica no podía ser otra que: “Sí señor. Pero en mi caso es un accidente de nacimiento. En cambio usted… usted se ha hecho a sí mismo”.

2 comentarios:

Jesus dijo...

Me gusta revisar las buenas pelis del Oeste, supongo que porque era mi género cinematográfico favorito en la infancia y juventud.
Hace bastantes meses ABC sacó con la prensa una gran selección de pelis, que con alguna que otra compra aislada del género voy viendo con cierta periodicidad. Los profesionales, es una película que no he visto recientemente, per oque recuerdo tras verlka supongo que en su reestreno. Una fran película, con mucho mas fondo del que pudiera parecer a simple vista conmo en todos las buenas películas del género.
Tras leer tu entrada es una buena disculpa, apra intentar encontrarla las próximas semanas y volverla a ver, que ya parece que tocaría!!
Un saludo

Alfredo dijo...

Comparto contigo el gusto por las películas del Oeste, a las que me aficioné seguramente en el transcurso de aquellas sesiones de tarde de los sábados a las cuatro de la tarde de mi infancia y primera adolescencia.

Este título lo pude volver a ver hace unos días gracias a la televisión, y es de esas a las que uno siempre vuelve con ganas.

Abrazos!!