miércoles, 2 de abril de 2008

Solos de trompeta y saxo. Teatro Pausa.

Otra casa, otra Bernarda, Y Antígona trajo el viento, Las noches de amor en el olivar de Liberata la Mora, y Solos de trompeta y saxo. Esos son los montajes que he visto a lo largo de los años, y ya son unos cuantos, del grupo Teatro Pausa que no hace mucho tiempo que ha dado el salto desde la categoría amateur a la profesional. De hecho Solos de trompeta y saxo, sobre texto de Javier Villanueva que también es el director de la compañía, es el primer montaje que yo he visto de este grupo desde su paso a profesionales.

Según declaraciones del propio autor y director en la prensa regional, se trata de un texto descarnado que busca transmitir al espectador la dura realidad de la prostitución, para lo que ha elegido una ambientación de ciudad portuaria en la que se mueven prostitutas sin rumbo fijo, auténticos naufragios humanos. Para ello utiliza una estructura dividida en 7 historias unidas entre sí por la aparición, al término de cada una de ellas, bien de un trompetista o de una saxofonista para que el público sepa cuando termina una y empieza otra.

Una vez vista la obra y conocido el texto, mi sensación es la de una suma de tópicos ya muy vistos en infinidad de películas y en multitud de novelas, y que para nada reflejan la situación real de las profesionales más viejas del mundo, si lo que se quiere es, como se dice, contar la dura situación personal a la que se enfrentan esas mujeres. Ni las situaciones, ni el lenguaje, en ocasiones de un cultismo que sorprende, y mucho, que está a años luz de una realidad aquí convertida en poco menos que en una parodia.

Se trata de un texto muy difícil de defender por actores y actrices de enjundia y verdad, y mucho más por un elenco que muestra deficiencias sorprendentes, como dificultades para moverse por el escenario, entiéndase con naturalidad, mientras que los sentimientos quedan convertidos en muecas, en recitados vacíos de energía, de vitalidad, de eso que separa una interpretación verosímil de una mentira, de un simulacro.

Hay momentos en los que los personajes sufren asombrosas transformaciones, ya que pasan en un segundo de casi no poder andar a, cuando toca el final de escena, pasar a moverse de un modo absolutamente natural cuando se trata de abandonar el escenario, sin esperar a estar en una zona en la que sean invisibles para el público, por no hablar de una borrachera que se diluye con una sorprende velocidad de una frase a la siguiente.

Pretensión de trasladarnos la dureza del mundo de la prostitución, y de lo que hay detrás del sexo mercenario, mujeres con historias duras, con la piel marcada a fuego, que nos deja absolutamente indiferentes, y que recibió el aplauso frío del público.

Pregunta sin respuesta: ¿Por qué se leyó el manifiesto del Día Mundial del Teatro al final de la función y no al principio como es lo habitual y normal?

4 comentarios:

Laura dijo...

A veces dan ganas de ser una parte del decorado para salir después de la función con las preguntas respondidas.
Y puestos a imaginar prefiero ser el ambigú para solventar todas las dudas llenitas de alcohol (que es cuando se dice la verdad sin muletas)y así ver el lado real de los actores y sus manifiestos sin piedad.

Te mandamos besos felices.

Alfredo dijo...

Lo del ambigú y el estado etílico poco digno es en ocasiones la única salida posible.

Besos!!

Anónimo dijo...

El manifiesto se leyó después porque cuando se avisó de que había que leerlo ya habia comenzado la representación.
Saludos.

Alfredo dijo...

Gracias por la información.

Saludos.