miércoles, 3 de julio de 2019

Leonardo Alenza y Nieto (Madrid 1807-1845): Tipismo romántico

La muerte de Daoiz en el parque de artillería de Monteleón (1835)

El pintor que seguramente más ironizó sobre el suicidio romántico que tan de moda se había puesto entre la juventud española de la época, no pudo escapar a un destino tan propio de los artistas del momento, como fue el fallecimiento, sin haber cumplido los 38 años de edad, por tuberculosis en medio de la mayor de las indigencias, hasta el punto de que tuvieron que ser sus amigos quienes costearan su enterramiento en un nicho, para evitar que su cuerpo fuera inhumado en una fosa común.


La azotaina (1830)

Un pintor que vivió una infancia en medio de la guerra contra las tropas napoleónicas, la posterior restauración fernandina y el reinado de Isabel II, pasando por la primera de las tres guerras carlistas.


El sacamuelas (1844)

Leonardo Alenza, nacido en el seno de una familia modesta, siguió una formación artística convencional con el paso por la Academia de San Fernando, primero en el estudio que la institución tenía en el convento de la Merced, y luego en la propia academia, donde tendrá como principales profesores a Cástor González Velázquez, Juan Antonio de Ribera o José de Madrazo, entre otros.


El triunfo de Baco (1844)

Lógicamente, sus primeras obras se atendrán a los estándares academicistas, con predominio de los temas de historia como se puede ver en su obra David con la Cabeza de Goliat o La muerte de Daoiz en el parque de artillería de Monteleón, por citar tan solo dos de ellos. Obras con las que perseguía, como se afirma en la reseña del Museo del Prado, “no solo el reconocimiento público de su arte, sino también alcanzar un puesto de prestigio en el entramado artístico, sin abandonar una clara postura de originalidad en cuanto al tratamiento iconográfico y estilístico de sus obras.”


Caballeros conversando en el Café Levante de Madrid (c. 1830)

También va a ser un destacado retratista, con una serie de obras en las que destaca el estudio psicológico de unos retratados que destacan sobre fondos de tonalidades oscuras y neutras, de tal forma que la atención del espectador no es distraída por nada para que concentre su mirada únicamente sobre el retratado.


El viático (1840)

La sólida formación como dibujante, que le va a llevar a ilustrar obras literarias y a publicar dibujos y grabados en revistas de la época, queda puesta de manifiesto en las estampas de género que terminarán por convertirse en la parte de su obra más conocida por el gran público. Son tipos del Madrid isabelino, muy inspiradas por las de Teniers y Woumermans, en escenas de viáticos, romerías, riñas, posadas, músicos, manolas, brujas; o tipos aislados como castañeras, aguadores, gitanas, mendigos, presidiarios, entre otros muchos.


En el garlito (c. 1835)

Una obra más irónica que satírica, deudora del último Goya, con un estilo rápido, desenvuelto, poniendo el acento en los aspectos más grotescos de las clases bajas de la capital de España que forman parte, por derecho propio, de eso que se conoció como veta brava del costumbrismo romántico, también cultivada por otros pintores del romanticismo español.

Sátira del suicidio romántico (c. 1839)

2 comentarios:

Ikana dijo...

El del sacamuelas me ha puesto los pelos como escarpias. ¡Qué brutos!

Alfredo dijo...

Totalmente de acuerdo. Da escalofríos.