viernes, 26 de diciembre de 2014

Paula Rego (Lisboa, 1935): “No consigo hacer cosas verdaderamente buenas. Pero sigo intentándolo y tal vez, en algún momento, consiga hacerlo mejor”


Amor, 1995.

“Es un hecho que las mujeres somos, a veces, crueles con las mujeres. ¿Por qué? Quizá por miedo a ser crueles con los hombres. No sé. Todos somos crueles, los hombres, los niños, los animales. Todos somos crueles en algún momento”.

Chica con feto, 2005.

“No, no he hecho arte abstracto. Hace tiempo hice muchos collages que pueden parecer abstractos, pero no lo son, eran collages que contaban historias. Luego lo dejé, y empecé a hacer grandes cuadros figurativos. Siempre me ha gustado contar historias”.

El jardín del interrogador, 2000.

“No conozco a muchos artistas contemporáneos que recurran a lo grotesco, pero todos los grandes maestros del pasado lo han hecho. Fíjese en Goya, siempre hay algo grotesco en su obra, y hay miedo. El miedo es algo muy presente para mí. Pero tiene que tratarse de una historia verdadera, si no es un aburrimiento. Las historias antiguas eran maravillosas. Además, son las historias con las que me he criado”.

La Compañía de mujeres, 1995.

“Cuando era niña, en Portugal, las mujeres llevaban una vida tan difícil, tan dura, tan dolorosa en aquella etapa del fascismo. El aborto no era legal, pero se producían abortos continuamente, y era injusto, y me indignaba mucho. Hice una pintura sobre un ángel vengador en la ilustración sobre el padre Amaro. El ángel final venía a vengar a Amelia, a la que el cura deja embarazada y muere. Es algo muy triste. Mucha gente abortaba y moría”.

La prueba de ropa, 1989.

“Uno no tiene que ir por ahí disparando contra nadie. Podemos atacar al sistema a través de la pintura. Si se tiene algo que decir, se dice a través de la pintura, aunque no siempre se entiende. Por ejemplo, cuando hice la serie sobre los abortos en Portugal [una serie de cuadros de protesta cuando se retiró la ley que permitía el aborto a las diez semanas de embarazo] nadie se dio cuenta de lo que significaban. Y los críticos se limitaron a decir que tenían colores muy bonitos. Ahora que el aborto está legalizado, empiezan a entenderlo”.

Oratorio, 2008-2009.

“Venir a vivir aquí [a Londres] fue fundamental para mí. En aquellos tiempos, Portugal era un país de mentalidad estrecha, donde imperaba el fascismo, era muy difícil vivir allí. Había una atmósfera de miedo y mi padre decía que me tenía que ir, que no era un país para mujeres, y tenía razón. Me envió a Londres a terminar mis estudios y luego a la Slade School of Art. Donde aprendí a dibujar”.

Madre, 1997.

“No me siento en absoluto una triunfadora. Quiero decir que me encanta poder exponer mi obra en diferentes países, pero no consigo hacer la obra que quiero hacer. No consigo hacer cosas verdaderamente buenas. Pero sigo intentándolo y tal vez, en algún momento, consiga hacerlo mejor”.
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“Proteger a la mujer. Me interesa lo físico y lo social, denunciar las injusticias políticas y legales que padecen las mujeres, que en algunos países son muchas y muy graves. Hablo del aborto o la ablación, por encima de todo de comportamientos. Lo que propongo es tomar conciencia. Es el arma que tenemos los artistas. Podemos atacar al sistema desde la pintura. Como ella puedes amar y odiar, eres libre para reflejar cualquier cosa”.

Nieva mientras juega con los trofeos de su padre, 1995.

“En mi trabajo necesito la violencia para dañar a la gente que odio. Puedes hacer cualquier cosa con la imagen, a nivel creativo, devolver todo tipo de humillación y crueldad”.

Las criadas, 1997.

Siempre hago hincapié en la experiencia vivida. Mi trabajo tiene que ver con la persistencia y la suerte. De algún modo, siempre está la tiranía y la venganza. La gente que tiraniza a otra gente. El que está arriba y el que está abajo. Los juegos de poder. Lo que siempre busco es lo que la pintura puede devolverme; cómo se pueden cambiar las cosas de manera radical”.

La hija del policía, 1987.


“Todo lo que hago está relacionado con él [se refiere al dibujo]. De hecho, todo empezó con un lápiz, a los 4 años. Recuerdo de manera especial un retrato a mi abuela con 9. Fue ella quien me cuidó de pequeña. Su casa en Lisboa es con frecuencia el escenario de mis historias. También trabajaba con el collage, me encantaba cortar cosas. Le cortaba incluso los dedos de mis muñecas. Cortar era una manera de componer el cuadro, y eso fue crucial para la pintura posterior. A finales de los 70 todo cambió porque hubo un renovado interés por la pintura. Empecé con óleos y seguí con acrílicos. Aunque el gran cambio vino a mediados de los 90, cuando empecé a utilizar el pastel, que es casi igual que dibujar, uno ‘ataca’ el papel o la tela, como con el lápiz. Es algo agresivo y tierno al mismo tiempo…”.

3 comentarios:

casss dijo...

Historias fuertes, mensaje potente. Palabras para leer y releer y una artista para conocer de forma profunda.

un fuerte abrazo Alfredo, un buen 2015!!!!

Alfredo dijo...

Efectivamente, una artista con un mensaje muy potente y duradero.

Un abrazo y mis mejores deseos para el año nuevo!!

calamanda dijo...

Hola,
sí, es cierto que una imagen vale más que mil palabras.
La pintura logra maravillas. La fuerza de un pincel es inmensa en la mano de un buen artista.
Lucian Freud dijo en una ocasión:
"Quiero que la pintura actúe como si fuera carne"
Magnífica Paula Rego.

Te deseo un maravilloso 2015.
Un abrazo.-