miércoles, 11 de diciembre de 2013

Black Mirror o la decepción tecnoparanoica


Con bastante expectación habida cuenta del buen sabor de boca que me había dejado la primera temporada de esta serie de nuevo británica, me puse a ver la segunda, también formada por tres episodios independientes y autoconclusivos. El resultado no ha podido ser más decepcionante.



La verdad es que en los tres episodios terminé con la sensación de vacío, de haber asistido a una hora de televisión vacía, rodada con muy poca emoción y en todos los casos, con unos finales que son francamente descacharrantes, a pesar de tener buenos puntos de arranque anclados en la evolución a veces inquietante, que está llevando adelante este mundo tecnologizado en el que parecemos todos esclavos de los aparatitos.



Un primer episodio basado en la realidad de aplicaciones existentes que permiten mantener vivo el Twitter de una persona una vez fallecida, tomando como base la inteligencia artificial, termina derivando en algo sin demasiado sentido y en el que lo mejor terminan siendo esos paisajes de prados infinitos que se descuelgan para dejar sitio al mar.




En el segundo de los casos se trata con algo de humor la manía que tenemos todos ahora de esgrimir nuestros móviles en cualquier momento o circunstancia, para hacer con ellos un vídeo o unas fotos de lo que sea, da igual que sea un momento feliz que la desgracia ajena. Así una mujer se despierta para encontrar a su alrededor una pesadilla de la que es incapaz de recordar nada, mientras todas las personas con las que se encuentra a su paso en lugar de ayudarla se limitan a grabar sus peripecias con sus móviles. El final, de traca total y léase esto con ironía.




Para concluir la trilogía, un episodio que alerta sobre el descrédito de los políticos y de la necesidad que tienen los ciudadanos de algo diferente, de recibir mensajes menos edulcorados que los emitidos por los políticos al uso. De ahí que nada mejor que un dibujo animado de un oso azul, malhablado e impertinente que terminará teniendo un papel inesperado en unas elecciones dirigidas a un público tan tele adicto que se ha vuelto cretino del todo.





En fin, que a pesar de las críticas favorables que las dos temporadas de la serie tienen por parte de casi todo el mundo, yo me posiciono con esa minoría que opina que, al menos esta segunda temporada, falla por completo y desperdicia un buen punto de arranque por una falta de vigor narrativo más que apreciable.

2 comentarios:

casss dijo...

En el comentario de tu último post me refiero a los primeros 3 capítulos, que por suerte tengo a disposición.
De esta nueva temporada, ni noticia.
Me sirve tu opinión, pero si puedo la verificaré, jajaj

Besos

Alfredo dijo...

Regla número uno: no fiarse de lo que uno lee hasta que no lo haya visto por sí mismo :)

Un abrazo!!