domingo, 30 de octubre de 2011

Elena Asins (Madrid, 1940)


Cánones 64

“Por la coherencia de su trayectoria y la vitalidad, complejidad y variedad de un trabajo vinculado con la tradición constructiva de la vanguardia. Una labor caracterizada por una resolución formal, depurada y abierta a un amplio abanico de lenguajes y formatos -poesía concreta, dibujo, libro, escultura o video-, así como a ámbitos próximos a la música o la arquitectura. El empleo de la teoría de cálculo y los algoritmos para sus realizaciones artísticas hacen de Elena Asins una de las pioneras del arte asistido por ordenador en España.”

Esa es la justificación dada por el jurado del Premio Nacional de Artes Plásticas para otorgar el galardón a la artista Elena Asins, un galardón que se venía a unir a la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes que ya tenía desde 2006.

En todo caso se premió a una mujer adelantada a su tiempo cuando en los finales de los años 60 trasladó sus investigaciones artísticas hacia el campo de las formas salidas de fórmulas matemáticas, luego producidas a través de medios informáticos.

Cánones 22
Un territorio al que llega después de transitar por el camino de la pintura figurativa  y de formar parte de los grupos Castilla 63, Nueva Generación o la Cooperativa de Producción Artística y Artesana. En 1968 se producirá un hecho decisivo en la carrera artística de Asins, como es la participación en seminarios de Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid.

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“Elena Asins comienza explorando diversas opciones que van desde el arte óptico hasta la pintura monocroma —en línea con el suprematismo de Malévich—, tanteando e incorporando soportes no convencionales como el hilo de nylon o sencillas figuras de papel plegado. También utiliza procedimientos estandarizados de rotulación y mecanografiado, tipografías letraset, cintas dymo o composiciones realizadas con la máquina de escribir, para piezas más cercanas a la poesía concreta”, se explica en la Revista de Arte.

Una abstracción geométrica rigurosa apoyada en una paleta de negros, blancos y grises, los considerados como no colores, para un mundo en el que las matemáticas son el referente clave para unas obras que “son una continua exploración de formas plásticas con la poesía y la lingüística, la filosofía, la música o la arquitectura. Hay un juego también con el negro y el gris, con los que consigue ritmos y composiciones tan delicadas como contundentes”, según se dice en un artículo publicado en el periódico El País.

Tampoco hay que dejar de lado el conocimiento de las teorías lingüísticas de Noam Chomsky, con el que estudió en la Universidad de Columbia, de tal forma que sus obras “pueden entenderse como metáforas visuales que contienen siempre aquello que no es inteligible y que permanece como paréntesis o silencio en la teoría estructuralista” (cita extraída de la web del Museo Reina Sofía)

Fragmento de la memoria

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