martes, 7 de septiembre de 2010

Trisha Donnelly (San Francisco, USA, 1974)


El acercamiento a la obra de esta creadora multidisciplinar es ciertamente complejo. No sólo porque le gusta combinar las instalaciones, con la pintura, los recursos sonoros, el video, la performance, el dibujo, la fotografía sino porque con todo ello, compone unas obras de difícil comprensión y a las que sólo desde los terrenos más instintivos podemos darles un significado totalmente personal.

Los propios críticas artísticos tienen serias dificultades para hablar de forma concreta acerca de la obra de Donnelly, y en sus crónicas y artículos se nota un mayor contenido filosófico o incluso poético, que el que dan a escritos acerca de otros artistas. Así, de Donnelly se dice que el tiempo es el elemento fundamental en su obra, mientras que otros se decantan por la no identidad, empezando por los materiales que utiliza.


Unos materiales a los que da unas funciones distintas a las que suelen tener en el mundo del arte. Así, Brent Schneider escribía en el Chicago Art Criticism el pasado mes de mayo, que Donnelly es capaz de crear “un mundo rico con materiales inexplicables, imágenes e ideas” que no somos capaces de reconocer claramente como parte del mundo que nos rodea.

El mismo crítico dice en el mismo artículo, titulado La negación de la identidad de Trisha Donnelly, que el uso que hace la artista del mármol, uno de los materiales con mayor tradición artística a sus espaldas, lo utiliza de una forma “profanadamente contemporánea con el fin de mostrar la discrepancia entre el pasado y el presente”. “Una basa de mármol no es exactamente una basa de mármol, sino un altavoz que no es un locutor, sino un no no locutor. Los relieves no representan, no son naturales, no están hechos por la mano del hombre, no son figurativos, no son del mundo sensible”, añade el mismo crítico.


Con todo ello, más el uso del sonido, algo muy importante en la obra de Donnelly, esta artista crea una suerte de espacios psicológicos, metafísicos, en los que puede llegar a invitarnos a cerrar los ojos y escuchar “los sonidos que detienen el tiempo”. Unos sonidos que pueden provenir de instrumentos de percusión o de campanas, por ejemplo, que escuchamos como procedentes de una lejanía que no acertamos a colocar en un lugar determinado, y que más bien parecen proceder de una dimensión paralela a la nuestra.

Sensaciones sobre las que difícilmente podemos volcar los esquemas que nos sirven para entender nuestra realidad cotidiana, y eso termina por afectar a nuestras experiencias en las que no encontramos esos puntos de referencia básicos para situarnos en el tiempo y en el espacio.

Eso hace que de su obra se haya dicho (en la reseña sobre la exposición que tuvo lugar en el Hudson Showroom en 2005), que sus proyectos “poéticos” exponen “mitos acerca de la existencia y el poder y las posibilidades del arte”, y de ahí que alguna vez Donnelly se la denomine como una “creyente del arte”. “Si uno sucumbe a la contemplación del mundo que sugieren las piezas, los límites se expanden en una mezcla de imágenes, sonido y tiempo, capaz de producir una infinidad de nuevas sensaciones”, tal y como se señala en la reseña mencionada al inicio de este párrafo.

6 comentarios:

sonoio dijo...

lo que se percibe en esta obra y en este post es una realidad del artista contempóraneo
bastante cercano al artista del renacimiento
esencialmente por lo multidisciplinar y la visión que obtiene de la realidad

Alfredo dijo...

Es cierto que cada vez más, los artistas se mueven en diferentes medios para hacer llegar su mensaje. Artstas multidisciplinares como aquellos del Renacimiento a los que te refieres de una forma, a mi entender, acertada.

Abrazos!!

Natàlia Tàrraco dijo...

Lo enigmático en el arte siempre ha sido una tentación, los materiales como el mármol sueltan mensajes cifrados por sí mismos, aún sin manipular evocan; evoca la madera, la sfinge con foco sin pregunta, una palabra entre neones, un muro manchado. El arte multidiciplinario, música, espacio "performance" tan al uso, cuerpos figuras, materiales, luces,abraza con desesperación muchos deseos no siempre entendidos en ocasiones pedantes otras reiterativos o crípticos ¿innovar?. Sin embargo en esta artista capto la mágia que me deja libre para interpretar una idea tal vez absolutamente mía, eso siempre se agradece. Los mejores artistas siempre dejaron una puerta abierta, nunca una obra cerrada. Aquellos fondos montañosos y misteriosos de Leonardo, las sombras, claro oscuro sfumato del multicreador científico Leonardo, son pinceladas con sueños como máquinas para volar.

Un beso amigo Alfredo.

Alfredo dijo...

Lo peor que le puede pasar a una obra de arte es que te deje indiferente, y estoy de acuerdo contigo en valorar especialmente aquellas obras que abren puertas, que permiten que vuelques en ellas tus esquemas, vivencias, experiencias y se establezca el diálogo fructífero nacido del intercambio libre.

Buen finde!!

abel dijo...

Excelente artículo Alfredo. Trisha es extraordinaria. Felicidades.

Alfredo dijo...

Gracias Abel por la fidelidad en la lectura.

Un abrazo!!