lunes, 27 de abril de 2009

Gran Torino (Clint Eastwood, 2008)



Cuando vemos a Walt Kowalski, que así se llama el protagonista de esta película y al que da vida el propio director, no podemos dejar de pensar en todos esos personajes de duros durísimos que ha encarnado Eastwood a lo largo de su carrera cinematográfica, especialmente Harry el Sucio o el Sargento de Hierro. Es como si esos personajes hubieran llegado a la edad de su jubilación y ahora vivieran en un modesto barrio residencial de clase trabajadora, o un viejo vaquero tuviera que enfrentarse en el ocaso de su existencia a un duelo final en el que sólo puede quedar uno en pie.

Kowalski encarna en sí mismo esos valores que el cine vende como genuinamente americanos, del hombre hecho a sí mismo, veterano de la guerra de Corea, jubilado de la Ford, con valores muy masculinos pero que al mismo tiempo guarda un poso racista, violento. Un hombre apegado a la tradición, orgulloso de su país y único blanco en un barrio en el que los asiáticos han ido ocupando las viviendas que han abandonado los blancos, hasta el punto de que Kowalski se han convertido no se sabe muy bien si en una isla o en un tronco a la deriva.


Acompañado únicamente por una vieja perra, su antigua arma de la guerra, y una bandera americana que ondea en su porche, Walt es un amante del orden, que mantiene un viejo Ford Gran Torino en perfecto estado de revista, así como el césped de su porche, y que se siente incómodo ante la abundante presencia de vecinos asiáticos a los que mira por encima del hombro, e intenta no tener ningún tipo de relación con ellos, lo mismo que con su familia a cuyos miembros considera poco menos que auténticos extraterrestres.

Todo eso cambia cuando uno de sus vecinos, presionado por una banda, intenta robar su apreciado coche. Ahí empieza a desarrollarse una historia que se mueve en un tempo lento pero muy intensa, en la que afloran los aspectos humanos de cada uno de los personajes de una forma sencilla, y brotan la rabia, el dolor, el cariño, contado todo de una manera que hace que el espectador sufra los golpes, que sienta la peripecia de los personajes como algo personal.

El deseo de conservar su propia isla de tranquilidad, terminará obligando a Walt a conocer a sus vecinos, a imbricarse con ellos de una forma tan profunda que terminarán por convertirse en su “familia” mucho más que la suya propia. Un hombre que aprende a mirar a los demás, a verlos como lo que son, y a los que terminará correspondiendo de una manera absolutamente generosa en un final que por sí sólo merece toda la película.

En un mundo que se mueve en medio de unas coordenadas faltas de valores, la honestidad como piedra angular para no perder el norte, la necesidad de enfrentarse a la irracionalidad de algunas conductas, el sentido de la vida y de la muerte, están en la base de una película que nos habla del choque entre dos mundos, y que origina “uno de los registros dramáticos más profundos y conmovedores que haya presentado el director”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún no he conseguido ver las películas que tengo pendientes...y esta mañana me encuentro con otra!!

Eres una fuente incesante... jahjja.. No te puedo seguir el ritmo!
(y me alegro de ello, pues de lo contrario, no me aportarías tanto).

*Sabes? Anoche vi Sopa de Ganso, y me gustó mucho, hasta que se paró el DVD y no pude terminar de verla.
Y es por cosas como esas y por otras que se me acumulan las películas y la lista de pendientes crece y crece...

Un abrazo peliculero..
Sonia.

CASANDRA dijo...

coincido en lo excelente de la película así como sostengo que como siempre tus comentarios son super acertadísimos. Realmente para recomendar. Respecto del actor, yo más que en los personajes de Harry el sucio , me quedé en los Puentes de Madisson, jajaj debe ser una cuestión puramente de romanticismo femenino.
un beso y que tengas y muy buen comienzo de semana.

Alfredo dijo...

SONIA: Adoro el sentido del humor de los hermanos Marx, con ese Groucho absolutamente fantástico, siempre ofreciendo raciones de humor absurdo e inteligente. Yo también tengo una lista interminable de libros, de discos, de películas que reclaman mi atención, pero de uno en uno y sin que se amontonen.

Beso de cine!!

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CASANDRA: Los puentes de Madison, una película que me encanta, creo que marca un antes y un después en el Eastwood actor, y demostró que sabía hacer mucho más que de duro, que lo hacía muy bien, y como director muestra una sensibilidad que convierte a su cine en un grupo de películas imprescindibles.

Besos!!