martes, 29 de noviembre de 2011

Haim Steinbach: el artista y el objeto


Devil Kong (2008)
Todos nosotros vivimos en un caos más o menos ordenado de objetos que forman parte de nuestra cotidianeidad, objetos a los que apenas si prestamos más atención de la necesaria para utilizarlos cuando los necesitamos o para echarlos de menos cuando los hemos perdido y notamos, por lo que sea, su ausencia. Objetos que nos hacen la vida algo más sencilla, que nos ayudan, nos divierten y que son capaces de convivir en los estantes de la cocina, por ejemplo, formando una sinfonía de colores, tamaños unas veces más armónicas que otras.

Objetos con los que establecemos relaciones extrañas, de afecto, capaces de producirnos asociaciones de ideas absolutamente personales e intransferibles, de hacernos rememorar momentos y sensaciones placenteras o no. Objetos fruto de nuestro consumismo, testigos de una cultura del tener, de una cultura, en ocasiones, de la sensación de necesitar tener sin pararnos a reflexionar acerca de si realmente lo necesitamos o no.

De ahí que cuando nos encontramos con artistas como Haim Steinbach (Rehovot, Israel, 1944), de padres judíos huidos de la Alemania nazi y luego instalados en Estados Unidos en los años 50, sentimos una extraña desazón. Encontrarnos cara a cara con objetos totalmente reconocibles, con juguetes que podrían ser los de nuestros hijos, lámparas que pueden estar en nuestros salones, en fin, objetos definitorios de nuestro día a día, no podemos evitar una cierta sensación de inquietud.

A Defining Moment 1 (2008)
Esos objetos han cambiado los armarios de la cocina por unas estanterías colocadas en las paredes de una sala de exposiciones, cambiando así radicalmente su contexto y, por tanto, la percepción que tenemos de ellos, se han convertido en símbolos, nos están mirando desde la altura y nos señalan con el dedo, nos hablan a las claras de nuestra sociedad de consumo muchas veces irracional.

A Military Theme (2008)
Llegados a estas alturas del artículo cabe empezar a pensar que la base del trabajo de Steinbach tiene que ver con el concepto de ready-made de Duchamp, del objeto construido convertido en obra de arte por el simple hecho de que el artista estampa en él su firma. Sin embargo, Steinbach tiene en cuenta algo más, valora el contenido estético de los objetos que utiliza (comprados en tiendas o mercadillos o prestados por amigos o encontrados en las calles), potencia ese contenido y propone un acercamiento estético a esos objetos.

Untitled (Strainer, soap dispenser) (2009)
Piezas muchas veces combinadas por parejas de elementos capaces de establecer contrastes sugerentes, capaces de generar asociaciones insólitas y un cierto sentido de orden en el caos aparente que supone esa asociación. Un acercamiento nada sencillo de hacer y en cuyo camino fácilmente podemos perdernos acostumbrados como estamos a buscar explicaciones rápidas a las cosas sin dejarles tiempo a calar, a dejar su mensaje, su huella.

Untitled (Hulk) (2009)
Objetos de consumo que tal vez no sean más que autorretratos de la sociedad en la que vivimos y, por lo tanto, autorretratos de todos y cada uno de nosotros, y pienso siempre en eso que llamamos sociedad occidental o desarrollada. Y es que los objetos que poseemos hacen un retrato infalible de nuestros gustos, hábitos o deseos, hablan más de nosotros que nosotros mismos.

Tonkong Rubbermaid II-1 (2007)

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tomás Luis de Victoria, un aniversario olvidado


Convencido como estoy de que hay cosas que hay que hacer por memoria, por justicia o, simplemente, por vergüenza, de la misma manera que tengo en convencimiento de vivir en un país desagradecido, amnésico y desvergonzado, me dispongo a recordar la figura de uno de los grandes compositores españoles como es Tomás Luis de Victoria, del que este año se cumple el 400 aniversario de su fallecimiento.

Un aniversario que, me temo, pasará desapercibido para la práctica totalidad de los ciudadanos de este país. Un recuerdo que es de justicia y que voy a hacer desde una posición de una persona que no es aficionada a la música renacentista, algo que no me impide reconocer la importancia de Tomás Luis de Victoria, probablemente, junto con Manuel de Falla, la figura cumbre de la composición musical española.

Nuestro protagonista de hoy nació en Ávila en 1548, una ciudad que por cierto solo recuerda a uno de sus hijos más ilustres con una calle y con el nombre que recibe el conservatorio de música, y fallece en Madrid en 1611. Los paisajes de su Ávila natal serán los que vean dar los primeros pasos a un de Victoria niño y adolescente, huérfano de padre a los nueve años, para, con diez años, entrar como niño cantor en el Catedral de su ciudad donde recibió sus primeras enseñanzas musicales.

Unos dicen que con 17 años y otros que con 18, viaja a Roma para entrar en el Colegio Germánico, una institución de los jesuitas, donde tendrá la fortuna de conocer a uno de los grandes compositores de aquella época, el italiano Palestrina (1525-1594), figura clave en la música vocal destinada a difundir los valores de la religión cristiana.

Tomás Luis de Victoria, que además estaba preparando su ingreso en la función sacerdotal, alcanzó una altura musical que hizo que ya en su tiempo se comparara su genio con el de el propio Palestrina y el de Orlando di Lasso (1532-1594) autor de una prolífica obra musical tanto profana como sacra. A diferencia de los dos anteriores, de Victoria únicamente compuso música de carácter religioso. Así nos ha dejado un buen repertorio de misas, motetes, himnos, salmos y magnificats.

Del Concilio de Trento (1545-1563) salen las bases de la liturgia católica y a esa liturgia será a la que le ponga música nuestro compositor, una música adelantada a su tiempo y en la que anticipa lo que serán muchas de las claves que definirán la música barroca que llegará poco después. Incluso no falta quien vea la influencia del abulense en algunas composiciones de Mozart.

A lo largo de su vida irá ocupando diferentes dignidades eclesiásticas y durante algunos de esos periodos su producción musical será escasa pero no por ello de menos calidad y los expertos destacan especialmente su Officium Defunctorum, compuesto en 1605 para las exequias de la emperatriz María que se había retirado al monasterio madrileño de las Descalzas Reales después del fallecimiento de su esposo Felipe II. Asimismo, son reconocidos los motetes que dejó compuestos de Victoria y que aparecieron publicados en varios volúmenes.

martes, 22 de noviembre de 2011

Blinky Palermo, el niño del sótano que quiso ser pintor


Aunque su nombre pudiera hacernos sospechar otra cosa, la realidad es que estamos ante una personalidad nacida en la ciudad alemana de Leipzig en 1943, es decir, en plena Segunda Guerra Mundial y por ello formará parte de esa generación conocida como “niños del sótano”, en alusión a una infancia pasada en los refugios antiaéreos para escapar de las bombas de los aliados.

Su fallecimiento en las Islas Maldivas en 1977 está inmerso en la incógnita y si unos aluden a “circunstancias misteriosas” otros aluden vagamente a un “fallo cardiaco”, y no falta quien piense en un suicidio “con los barbitúricos que tomaba para intentar dejar el alcohol, por culpa, según dicen, de una historia de desamor”, como señala Jaume Vidal. Sea como fuere ese hecho luctuoso truncó una carrera artística que estaba en el momento creativo más fecundo.


Una vez finalizada la guerra, el joven que por aquel entonces respondía al nombre de Peter Heisterkamp, como así lo había bautizado la familia que lo adopta al poco tiempo de su nacimiento, inicia sus estudios artísticos en lo que será uno de los epicentros artísticos más potentes de Alemania. Allí podrá seguir las enseñanzas de Joseph Beauys y conocer a figuras clave del arte contemporáneo como Sigmar Polke o Gerhard Richter, entre otros.

Será en esa academia en la que un compañero reparará en el parecido físico entre Heisterkamp y el mafioso norteamericano Blinky Palermo, promotor del boxeador Sonny Liston. Desde ese momento, era el año 1964, nuestro protagonista adoptará el nombre del mafioso.

Entrando ya en el apartado propiamente artístico, la obra de Palermo si tiene algo es una presencia que no podemos eludir, casi como si fuera un grito de afirmación de la propia personalidad del artista, como si quisiera obligarnos a ser conscientes de su presencia. Eso dentro de una contención que le acerca a postulados minimalistas.

Su personalidad artística se desarrollará a través de la pintura, hasta el punto de que algunos de sus compañeros de profesión, le considerarán un artista reaccionario por esa defensa de las capacidades expresivas de la pintura. Sin hacer caso a esas críticas, Palermo buscó los medios para expandir la pintura, utilizarla como vehículo para transformar el espacio y llegar a convertirla en un elemento más de ese espacio, siguiendo enseñanzas del constructivismo o el neoplasticismo.

Son obras profundamente abstractas, son pinturas-objeto que en ocasiones llegan a convertirse en instalaciones que plantean un conflicto entre la representación y la mirada del espectador a la búsqueda de una nueva forma de relación entre obra y público.

Así genera unas obras en las que se pueden ver formas geométricas simples que crecen y cobran importancia en su simplicidad, un terreno en el que Palermo se movió durante toda su vida. Otras veces serán las conocidas como pinturas de tela, que realiza entre 1966 y 1972, en colaboración con su mujer. Se trata de trozos de tela monocromos que “se convertían en experiencias que trascienden su cualidad objetual. Colocadas verticalmente, a apenas un palo del suelo, subvierten el carácter decorativo de la pintura”, en palabras de Ángela Molina.

Gran enamorado de Norteamérica, tiene otro conjunto de obras que remiten a las obras de Rothko y de Barnett Newman.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El mapa no es el territorio. Cambaleo Teatro


Los madrileños del grupo Cambaleo han visitado varias veces Asturias, y para mí siempre habían supuesto una grata experiencia teatral. Esta vez se trataba de representar el texto original del propio director de la función, Carlos Carrió, El mapa no es el territorio que forma parte de la trilogía que forman Cuando todo esto haya terminado (2009) y Proyecto Van Gogh. Entre los paisajes (2009).

En este caso se trata de un texto que busca plantear una reflexión acerca de la creación teatral, sobre si tiene sentido o no el teatro, la representación, qué vinculación puede tener eso con la vida si es que la tiene. Todo en un tono excesivamente autorrefencial, tanto que es el propio Carlos Carrió el que narra anécdotas e historias de Cambaleo en monólogos que más parecen ser para consumo interno más que para plantear una complicidad con el espectador.

Un espectador que se enfrenta a un montaje deslavazado de forma intencionada, algo que no es ni bueno ni malo, pero que en este caso no ayuda tampoco a entrar en el meollo de la cuestión, a plantear esa necesaria empatía entre personaje y espectador que convierta la experiencia en algo distinto, en algo especial.


Antonio Sarrió nos deja algunos de los momentos apreciables en la obra, con algún monólogo divertido, recitado a buen ritmo y con la cadencia necesaria para que el paso de las palabras no se convierta en tedio, situación en la que sí caen otros parlamentos de la obra.


Apreciable es el trabajo de los pintores Gonzalo Buznego y Pablo Almeida, quienes durante la representación irán pintando sobre una mesa un mapa, trabajo que podemos ver en una pantalla, sobre el que se superpondrá al final de la obra un paisaje real sobre el que un joven camina, planteando un juego entre la realidad y su representación. Y es que el teatro es eso, volver a presentarnos a los espectadores fragmentos de la realidad, nuestra o ajena.

martes, 15 de noviembre de 2011

Jerome Rothenberg, el poeta de la tribu


Este poeta norteamericano nacido en Nueva York en 1931 "ha militado en el clasicismo, el vanguardismo y en la postmodernidad. Lo sabe todo de indios, gitanos, judíos, árabes, místicos y locos del verso. Practicó el dadaísmo y marcó la contracultura del siglo pasado y del actual". Así se le define en la introducción de una entrevista publicada en el periódico La Vanguardia. Una de las figuras claves en la etnopoesía y un experimentador constante.
primera pieza de altar
si el mundo se viniese abajo

pequeño rey

se hundiría contigo

en el pozo
tú haces oscuridad y yo hago oscuridad
es lo mismo

alguno sale de ella
los idiotas van de vuelta

(Del libro That Dada Strain)

siglo veinte ilimitado
mientras el siglo veinte se esfuma

el diecinueve comienza
otra vez

como si nada hubiera sucedido
aunque aquellos que lo vivieron pensaron
que todo estaba sucediendo

lo suficiente como para nombrar un mundo y un tiempo

para tenerlos en tu mano
ilimitados el último engaño
como la perfecta máscara de la muerte

(De Seedings and Other Poems)

Niño perdido

Me arrancaron del sol blanco y me
trajeron al sol negro, me
hicieron dormir entre hileras de abrigos:
yo era un niño de ciudad perdido en el campo, una
herida en la mano era todo lo que sabía de los sauces
¿Puedes entender, oyes el ancho
bramar del viento contra el flanco
de la vaca, y los grillos que corren por mis
mangas, los grillos llenos de noche, como
pequeños soles negros? Inténtalo, yo también lo haré.
Sólo este grito guarda mi corazón, sólo este lamento:
Me arrancaron del sol blanco y me
trajeron al sol negro, y ahora no hay puerta
ni camino por donde volver

(De Poemas para el juego del silencio)

domingo, 13 de noviembre de 2011

Niele Toroni (Locarno, Suiza, 1937): La pintura por encima del artista

Abdrücke eines pinsels nº50 (1992)
La libertad de no dotar a su pintura de un mensaje, de mantener el gesto por encima del mensaje son situaciones a las que Niele Toroni concede una importancia superior a la que tiene el propio artista hasta llegar a considerar que la obra está por encima del artista. Es el hecho de pintar, el camino que lleva hasta el resultado final lo más importante de todo.


Toile Orange (2009)
De hecho ponerse delante de una pintura de este suizo con muchos años ya de residencia en Francia, concretamente desde 1959, implica tener que sobreponerse a un impacto inicial desconcertante. Eso es así porque la pintura de Toroni lleva más de dos décadas repitiendo el mismo motivo: Impresiones nº 50 de pinceladas repartidas a intervalos regulares de 30 centímetros. Es lo que llama Trabajo / Pintura.

Como soporte de la pintura utiliza superficies muy diversas como pueden ser las propias puertas o paredes de una galería, tela, óleo, papel, el suelo, cualquier superficie que tenga a mano o se le ocurra. Eso genera una transformación del espacio redefiniéndolo y dejando en la mirada del espectador la parte final, la colocación de las piezas en el sitio que le parezca que pueden encajar.

El propio Toroni ha explicado que “por reducción al absurdo, se podría decir que toda la historia de la pintura ha sido siempre la impronta del artista. Pero dejar la impronta de la pintura antes que dejar mi impronta de artista ha sido mi motivación.” (La cita esta extraída de esta web)

Empreintes de pinceaux nº50 (1998)
En la segunda mitad de los años 60, Toroni formó parte del grupo BMPT, iniciales de Daniel Buren, Olivier Mosset y Michel Parmentier, cuatro artistas que se dejaron ver de forma conjunta en el Salón de la Pintura Joven celebrado en París en 1967. Un cuarteto empeñado en demostrar lo obsoleto del panorama artística francés de aquellos años 60, colocándose en una encrucijada de caminos entre el arte conceptual y el minimalismo.

Volviendo a la pintura de Toroni, en absolutearts se dice que “es más que un simple trabajo con la pintura y la superficie; es una exploración de la pintura y una exploración del medio de la pintura. Funciona como un medio en un espacio, o el espacio mismo es el que asume la condición de medio a través de sus intervenciones. La pintura así definida funciona con un doble sentido, por un lado delimita y abre el espacio, y, por otro, cubre el medio que, sin embargo, permanece transparente. El medio, sea un óleo, papel o el propio espacio permanece ‘visible y legible’ (Toroni)”.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La Machina Teatro desnuda la naturaleza humana


Y eso lo hace en el montaje que el pasado día 8 se pudo ver en el Teatro Filarmónica de Oviedo, dentro del ciclo La escena contemporánea organizado por la Extensión Universitaria de la Universidad asturiana.

Un grato comienzo con la puesta en escena de la obra del polaco Slawomir Mrozek, titulada En alta mar, para la que el grupo cántabro ha diseñado una escenografía sencilla, que no simple, pero muy efectiva para dar cabida a tres peculiares náufragos vestidos como si momentos antes del hundimiento de su barco estuvieran disfrutando de una fiesta.

Dos mujeres y un hombre, en lugar de los tres hombres que imaginó Mrozek, se ven ante el dilema de estar sin provisiones y con el hambre pisándoles los talones. En ese momento da comienzo un juego a través del cual el autor desarrolla toda su ironía, dura unas veces amable otras, y toda su capacidad para convertir el absurdo en una radiografía de la naturaleza humana.

Una crítica social sí, pero también política, tanto desde el punto de vista de los gestores de la vida pública como de los sistemas políticos conocidos. La gestión de la crisis que hacen los náufragos les llevará a plantearse un delirante sufragio directo que terminará en pucherazo, provocando la consiguiente crisis y la necesidad de buscar otro camino para elegir a la criatura que tendrá que inmolarse para que las otras dos puedan sobrevivir.


El individuo está perdido en el momento en el que se deja envolver por la retórica de que su sacrificio es lo que necesita el grupo para asegurar la supervivencia, disfrazando de interés general lo que no es más que una suma de intereses puramente particulares y cuando el diferente deje de serlo (por obra y gracia de un cartero abnegado), se le impedirá ser parte del grupo porque este ya ha decidido quien va a ser la víctima propiciatoria.


Una hora de espectáculo para reflexionar sobre muchas de las cosas que vemos y escuchamos todos los días, de la mano de un grupo teatral capaz de situar el texto en su justa medida y darle en todo momento el aire adecuado a la obra.

RDE. En alta mar from CTRO. DE DOCUMENTACION TEATRAL on Vimeo.

martes, 8 de noviembre de 2011

José Manuel Ciria (Manchester, 1960): Angustia, miedo y esperanza


Angry Days. Serie Rorschach Heads (2010-2011)

“No estaba cómodo en Madrid, aún teniendo mucho tirón comercial, no conseguía crecer y encima el mercado me estaba asfixiando demandando siempre la misma obra. Quería que mis investigaciones y búsquedas continuaran sin sentirme esclavo del “monstruo” que yo mismo había creado. Desde mi primer viaje a Nueva York en el 88 me sentí atraído por la ciudad y su energía. Cuando los astros al fin se alinearon no dude en largarme.”

“No me he movido un milímetro en cuanto a mis intereses plásticos, toda mi obra es abstracta; la diferencia estriba en que en Manhattan vuelvo al dibujo, a la línea, a la estructura, pero todo ello ya se había dado en muchas de mis series previas. En cualquier caso, ¿no es lo mismo figuración y abstracción?”

“Con las dos series con las que estoy trabajando desde hace un año, se cierra un ciclo de reflexión sobre mi obra, una especie de revisión a los instantes que han ido marcando las bases de mi pintura. Me apetece volver a una obra menos encorsetada por las series y que me permita tener unas resoluciones mucho más experimentales, es decir, realizar obras sueltas o pequeños grupos de trabajos que no estén sujetos a la disciplina de una serie específica.”

Bothering Double Grance. Serie Rorschach Heads III (2010-2011)
“Quisiera que aparte de la energía y presencia que intento transmitir desde mi obra, esa especie de “fuerza” interna, que el espectador pudiera leer lo que pasa por mi mente en el momento de la realización de los trabajos, para comprender que aparte de mis preocupaciones teóricas y conceptuales, lo que me mueve son las preocupaciones de la mayoría y que nuestros miedos, nuestra fragilidad y nuestro egoísmo están acabando con toda posibilidad de mantener un mundo dentro de unos parámetros humanistas.”

¿Hemos salido de casa o estamos de vuelta?
Serie Doodles (2008-2009)
“Desde el primer momento he querido incluir toda la herencia de las tradiciones clásica, moderna y contemporánea en mi trabajo. Con el tiempo eres consciente de lo que te traes entre manos, que quizá en fases previas surgía de forma espontánea e incontrolada. Hay muchas de mis pinturas más abstractas en que el espectador puede encontrar una concepción clásica de utilización de la luz y el volumen depositada sobre unas manchas como si estas se trataran de cuerpos.”

“Cada serie es un ejercicio de formas. Era casi inevitable terminar haciendo una serie centrada en cabezas, que ha sido durante muchos años un motivo recurrente dentro de mi producción, aun en los momentos supuestamente más “abstractos”. Puesto que las cabezas que conforman la serie tienen un afán proyectivo, en donde el miedo, o la ternura, o la rabia… se representan pero también se percibe, por qué no utilizar el nombre del psicoanalista, de lo proyectivo.”

Lo que soy. Serie Máscaras (2008-2009)
“Todo arte es una forma de comunicación. La pintura, por tanto, es una forma de expresión sujeta a sus propios parámetros, con una serie de reglas inmutables y otras que se adaptan al momento y en ocasiones al entorno. Un lenguaje estático y móvil simultáneamente. Durante la historia, la pintura ha ido significado cosas diferentes, ahora quizá viva aislada en una suerte de cajón desvencijado y obsoleto.”

Dando una vuelta por Chelsea, hace unos meses descubrí en Metro Pictures a André Butzer, la exposición me pareció impresionante, pasé mucho rato en la galería y lo disfruté mucho. No se, mucha gente. Entre los nacionales actuales hay un montón de artistas que me interesan y me gusta lo que hacen o lo que han hecho en un momento determinado: Desde Canogar, Gordillo, Lacalle, Verbis, Galindo, Broto, etc., hasta Matías Sánchez, Ayela, Infante o Carbonell. Me gusta la pintura. Mi favorito, Velázquez. Imprescindibles, posiblemente Picasso y Miró. Zurbarán, Sánchez Cotán, Goya, Van Gogh, Matisse…”

Extractos de la entrevista concedida por el autor a Victoria Arribas Roldán.

Exposición en el Monasterio del Prado (2010)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Ixone Sádaba: El aroma de la frustración


Citeron III 230

“No soy una feminista en el sentido estricto del término, pero soy una mujer que trabaja en una relación muy cercana con mi cuerpo. en varias ocasiones, he tenido que reflexionar sobre cómo esto se debe representar y dónde me sitúo en el momento de la representación”.

Citeron IV 231
Doy voz a esta fotógrafa vasca (Bilbao, 1977) para abrir este artículo para adentrarme siquiera ligeramente en el terreno narrativo de una artista que tiene en esa dicotomía entre el yo que mostramos habitualmente a los demás y esa otra parte, ese otro yo, tan real como el primero, pero que raramente dejamos que salga a la luz.

Poética de la desparición
Dicotomía en conflicto que es parte fundamental de su serie fotográfica titulada Citeron (2003), nombre que alude a un macizo montañoso griego famoso por residir en él un grupo de musas y en el que también se rendían cultos dionisíacos además de ser escenario de la batalla de Platea desarrollada en el siglo V a.C.

Citeron VII 235
Serie fotográfica en la que la propia Ixone aparece desdoblada mostrando expresiones de dolor, de angustia, de desarraigo, de conflicto interno sacado a la luz al modo de un exorcismo que le permita aceptar esa otra parte de miedos, angustias, desesperanzas que nos acompañan todos los días.

Plegmone
En el trabajo de Ixone sus personajes, bien sea ella misma bien sean otros, aparecen insertos en espacios reconocibles, lugares de convivencias sociales a los que se convierte en espacios de conflicto, en lugares inhóspitos como esas ruinas industriales a los que mira una chica levemente vestida mientras los espectadores intuimos que de ahí no puede salir nada bueno, algo difícil de digerir va a salir de ahí.

Modules #2
Son personajes, al modo de los que retrataron magistralmente los dramaturgos griegos, al borde o directamente entrados de lleno en estados anímicos extremos, poderosos, al borde del suicidio, gritando sus angustias en un silencio que aún los vuelve más angustiosos en entornos ásperos, ya sean urbanos ya sean naturales para desarrollar, como escribe Javier Hontoria “una marcada querencia narrativa que detiene el momento y lo extrae de un tétrico pasado y un no menos oscuro futuro, sesgando su continuidad, dejándolo anclado.”

La nuit americaine
Leviathan, su serie de 2008, es fruto de su estancia junto a un grupo de “cazadores de huracanes”, donde no solo fotografía el fenómeno atmosférico sino que también se preocupa por las consecuencias, por esas personas pobres a las que un huracán o un tornado deja sin nada.

Naufragio con espectador
Otras veces serán personajes abocados al naufragio, esta vez con espectador, como en la serie que se trajo de su estancia en el Kurdistán iraquí en 2009 titulada precisamente así Naufragio con espectador, salida de la experiencia que tuvo con un grupo de personas a las que planteó enfrentarse al texto teatral de Peter Handke titulado Insultos al público, en el que niega en todo momento que lo que está viendo del espectador sea un espectáculo teatral y que el propio espectador no lo es imbricado como está en una ilusión.

Citeron VI 234
“Creo que el trabajo tiene que ir madurando. En mi caso, posiblemente antes hablaba de cosas muy parecidas pero de una forma más obvia, más espectacular. Con el tiempo el trabajo va entrando más en contenido, creo que va madurando según lo va haciendo la persona”, dice la propia artista según la cita Rafael de las Cuevas en el número del mes de octubre de la revista Descubrir el Arte.