miércoles, 26 de junio de 2013

Nuria Güell: Resistencia biopolítica



Arte valiente, arte que prima el compromiso personal. Esas podrían ser dos frases, insuficientes sin duda ninguna, para empezar una aproximación a la obra de la catalana Nuria Güell (Barcelona, 1981), una artista para la que la obra de arte es una disculpa para transmitir un mensaje muy enraizado en al crítica social y política.

Una forma de poner de manifiesto las contradicciones de los sistemas legales y políticos que en nombre de la defensa de los derechos de los ciudadanos, en muchas ocasiones caen en flagrantes contradicciones y terminan siendo instrumentos de represión de esos mismos derechos que se dicen proteger.



En ese sentido me viene a la memoria una frase leída hace mucho tiempo, y cuyo autor lamento no recordar, que decía que los estados llaman ley a su violencia y crimen a la del individuo, sin olvidar que la violencia del individuo efectivamente puede llegar a ser criminal pero la ejercida por las estructuras del Estado también puede desembocar en actitudes criminales.


Un ejemplo de esa contradicción la puso de manifiesto al colocar unas dianas como las utilizadas por la policía para sus prácticas de tiro, ligeramente modificadas para simular personas concentradas pacíficamente. Las colocó en un parque, luego llamó a la policía para informar de que se estaba empezando a gestar una protesta ciudadana. Con ello quería denunciar la modificación del Código Penal que castiga con pena de tres meses a un año de cárcel, la resistencia pasiva.



En Ayuda humanitaria, un proyecto iniciado en 2008 en La Habana, puso de manifiesto los mecanismos de creación de comportamiento por parte de unos turistas que acuden a la isla a la búsqueda de sexo y cómo los cubanos lo aceptan como una forma de paliar sus necesidades. Para este proyecto ofreció casarse con aquel cubano que le remitiera la carta de amor más bonita del mundo, según la valoración de un jurado formado por tres jineteras habaneras. El resultado fue una boda que se disolvería en el momento en el que el ganador consiguiera la nacionalidad española.


Los bancos y sus mecanismos de apropiación de inmuebles a precios muy reducidos o directamente por la vía del desahucio más desalmado, son otro objetivo de algunos proyectos de Nuria Güell, como es el caso de Intervención, llevado a cabo en 2012. Así procedió a crear una cooperativa, contratar a un albañil en paso y desahuciado de su vivienda, para que derribara las puertas de acceso a edificios vacíos adquiridos por Caja Mediterráneo (CAM), después de haber desahuciado a sus habitantes.

Cierro con estas palabras de David G. Torres que describe la obra de Nuria Güell de esta forma: Si tuviese que buscar un adjetivo para calificar a la artista Núria Güell sería el de valiente. A la vista de sus trabajos es evidente que es una persona comprometida social y políticamente, y que tiene interés tanto en desvelar las miserias y mentiras del sistema económico y, aparentemente, democrático en el que vivimos, como de subvertirlas, darles la vuelta, mostrar sus subterfugios y actuar a la contra”.



domingo, 23 de junio de 2013

Merry Alpern: “La fotografía te permite entender un poco mejor que es lo que está ocurriendo en un momento concreto”



Nacida en Nueva York en 1955 y estudiante de Sociología en Iowa, se hizo famosa como fotógrafa gracias a dos series, la titulada Dirty Windows (Ventanas sucias) y Shopping (Compras). Poco antes de llevar a cabo esos trabajos, en 1987, había tomado una serie de fotografías de una pareja de sin techo, con la que logró una cierta proximidad y pudo hacer un primer trabajo muy cercano a la vida, a la realidad que muchas veces no vemos.


Dirty Windows está formada por un conjunto de fotografías tomadas entre 1993 y 1994. Desde la azotea de un edificio, pertrechada de teleobjetivos, Alpern empezó a tomar instantáneas de un piso en el que se ejercía la prostitución. Los clientes masculinos eran personas que trabajaban en Wall Street y, sin ser conscientes de ello, prostitutas y clientes fueron retratados en sus intercambios.


Así, por medio de unas imágenes granuladas, en blanco y negro, enmarcadas por una ventana, pudo ver prácticas sexuales, el pago, las drogas, y todo el submundo que mueve el sexo de pago. Una secuencia fotográfica que levantó cierta polémica en los Estados Unidos tanto por su crudeza como por el tono voyeurístico de toda la serie.


Una acusación esta última que Alpern rechazó de plano al considerar que lo único que estaba haciendo era reproducir unos momentos que se producen todos los días, es decir, estaba captando un instante totalmente real a través del cual estudiar las relaciones entre hombres y mujeres y los comportamientos impulsivos.


Shopping se mueve en esa misma línea, únicamente que las imágenes esta vez tienen como protagonistas a ella misma y a otras mujeres que no saben que la fotógrafa las va a convertir en sujetos de su obra, durante la realización de una actividad tan cotidiana como el ir de compras.


En esta serie de 1997, Alpern camufló una cámara de vídeo en el interior de una bolsa para poder tomar las imágenes incluso en el interior de los probadores de ropa, gracias a las cuales “cambié totalmente la percepción que tenía de mí misma, de mis expresiones, de mi cuerpo, de mi piel envejecida y, de algún modo, me vi de una manera muy diferente a como me veía cuando me miraba en el espejo, de repente, no volví a saber que era lo que realmente estaba viendo”, en palabras de la propia Alpern.

Dirty Windows y Shopping son sendas series en las que se ponen de manifiesto unos comportamientos compulsivos que no son otra cosa que la muestra de la debilidad humana.

Más información: Rogallery; Quo; Ctrlspace; Walkerart.

martes, 18 de junio de 2013

Anouar Brahem: el ritmo de la vida



Aunque vivo en una provincia que es un balcón al Atlántico, me siento más próximo al latir vital del Mediterráneo, ese mar seminal capaz de dar vida a algunas de las civilizaciones más importantes de la historia de la humanidad, y motor de un latido vital al que el resto del continente, mal que les pese a los nórdicos, tan arrogantes ellos, le debe casi todo lo que ha sido, es y esperamos que sea.

Tal vez por eso y quién sabe por cuantas cosas más, cuando escucho a un músico amamantado a las orillas de ese Mare Nostrum, siento que su arte me llega más que ningún otro. Eso me ocurre con Anouar Brahem, tunecino nacido en la Medina de la capital del país en 1957, un músico que ha llevado al laúd árabe desde el papel secundario de instrumento de acompañamiento, hasta los niveles de un instrumento solista sobre cuyas cuerdas late el Mediterráneo, late la vida, nada más nada menos.



Dicho todo esto desde una rendida subjetividad a la música de un Brahem que a los diez años de edad abrazó el oud, para no volver a separarse de él, instruido en la música de raíz árabe, el Maqam, y el arte de la improvisación, el Taqsim de la mano de su maestro Ali Sriti.

Desde Túnez, desde ese territorio tan rico en el cruce cultural, tan a la vanguardia de lo conocido como primaveras árabes todavía de inciertos resultados, Brahem ha viajado con su música hasta los confines de la India y de Irán por el oeste, y por los territorios andalusíes por el este, formando una suerte de puente musical en el que se cruzan, se mezclan y renacen, todas las músicas de ese ámbito, siempre con la raíz árabe presente pero volcada hacia el mundo.



Una tradición que no tiene olor a naftalina, ni a cosa de laboratorio, sino que es diálogo sincero, provechoso, cargado de sentimiento, de vida (perdón por la repetición), de viaje, de sinceridad, de nostalgia, de alegría, de todo eso que da forma al ser y el sentir mediterráneo, esa forma peculiar de entender el mundo, y todas las cosas importantes para las personas.

Una música que no esconde el diálogo sino que lo busca, y en la confluencia con el jazz (han sido muchos los músicos importantes de jazz los que han colaborado con Brahem), ha encontrado nuevos territorios en los que dejar germinar la música con resultados de una enorme belleza formal salida de las cuerdas de un músico que como buen virtuoso apenas si hace gala de ello, solo con dejar que la música fluya ya ha cumplido.

Esa discreción de la que hace gala lleva a su música más allá de las culturas y de los géneros, hacia un territorio muy personal en el que todo cabe, en el que todo es posible, en el que el diálogo sincero se llena de sentimiento y de belleza.


Más información: Wikipedia, El País, Afrocubanlatinjazz.