martes, 30 de noviembre de 2010

Eva al desnudo (All about Eve, Joseph Leo Mankiewicz, 1950)

Seguramente todos los aficionados al cine clásico dan, y damos, las gracias por el hecho de que en el camino de Mankiewicz que parecía ir dirigido hacia el mundo de la medicina, se cruzara el cine expresionista alemán que se empezó a gestar y luego a desarrollar, durante los años de entreguerras. Ese cruce de caminos nos permite hoy disfrutar de algunas grandes obras maestras del séptimo arte, como es esta Eva al desnudo.

Un clásico en estado puro en el que el director alemán traza un panorama absolutamente mordaz, sincero, despiadado de lo que ocurre fuera de las luces y de la magia del teatro, de lo que se esconde entre bambalinas, un mundo en el que conviven las traiciones, las puñaladas, y donde nadie es lo que parece ser.


La historia, basada en una real ocurrida en los años 40, se inicia con una actriz recibiendo un importante premio teatral, y a partir de ahí se inicia un largo flashback de la mano de un crítico teatral, al que da vida George Sanders quien conseguiría el Oscar al mejor secundario por ese papel, que es el encargado de ir dirigiendo la mirada del espectador para conocer cómo se ha llegado hasta ese punto en la historia.

Un relato en el que el protagonismo más importante recae en Bette Davis (Margo Channing), que encarna a una veterana actriz de 40 años que ve como tiene que interpretar a personajes más jóvenes que ella, y eso le lleva a reflexionar acerca de que su final como actriz principal está llegando a su fin, y Anne Baxter (Eve Harrington), una joven obsesionada con Margo, y que empieza siendo una “mosquita muerta” para ir mostrando progresivamente un estadio de maldad que la lleva a manipular a todo el que la rodea para lograr su objetivo, que no es otro que sustituir a Margo en las preferencias del público.


Sólo el cínico crítico teatral será capaz de atravesar la red de mentiras y falsedades que teje Eve, para llegar a descubrir a la auténtica persona que se esconde debajo de la actuación magistral que Eve hace todos los días lejos de los escenarios. La magnífica interpretación de Bette Davis y de Anne Baxter, las hizo competir por el Oscar a la mejor actriz, algo que finalmente no consiguió ninguna de las dos. Decir que la película consiguió ese año un total de 14 nominaciones, algo que sólo ha podido repetir Titanic, y Eva al desnudo se llevó finalmente seis estatuillas.

Los duelos interpretativos entre ambas contendientes principales, alcanzan momentos realmente sublimes, apoyadas en unos diálogos que se convierten en auténticos ejercicios de esgrima verbal, con momentos de mucha brillantez y frases de esas que no se olvidan.


Una historia sobre las miserias que se ocultan detrás de los oropeles del aplauso del público, de las luchas fratricidas, y de la complejidad psicológica a la que puede llegar el ser humano con tal de conseguir aquello que se propone, aunque eso suponga quedarse en soledad con la única compañía de la propia frialdad, de un cinismo que hace que, como dice el crítico teatral Addison, les convierte en personas a las que no se puede amar y que, al mismo tiempo, son incapaces de querer a nadie. Ese es el precio, y no es barato.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sunshine Cleaning (Christine Jeffs, 2008)

Una película esta que vuelve a los trillados caminos de las familias desestructuradas, de personajes que caen de lleno dentro del esquema estadounidense del perdedor y con problemas de desorientación vital, eternas promesas de nada. Que diga es un género trillado, no significa que piensa que no se puedan hacer películas notables ambientadas en ese entorno.

Lo que quiero decir es que si uno de adentra por un camino muy transitado, y con películas realmente notables, para que la obra no caiga en el olvido necesita aportar ese algo más que la haga diferente. Esa es una de las carencias que en mi opinión, tiene esta cinta de la neozelandesa Christine Jeffs, y que cuenta con los mismos productores y alguno de los actores de la galardonada Pequeña Miss Sunshine.


Básicamente nos cuenta, con una cierta falta de pulso que lastra el resultado final, la historia de dos hermanas, una ex jefa de animadoras y de la que se esperaba que se casara con el capitán del equipo de fútbol del instituto y madre soltera, y su hermana que tiene en el alcohol, la marihuana, dos de los puntales de su vida. A las hermanas dan vida Amy Adams y Emily Blunt, cuyo trabajo actoral es lo mejor de la película de largo.

Ganándose la vida una como limpiadora y como camarera otra, al encontrarse en una encrucijada vital deciden fundar una empresa de limpieza de escenarios de crímenes, un mundo que desconocen totalmente, y que les llevará a recorrer un camino personal metafórico, de limpieza interior, de soltar algunos lastres vitales asentados en su infancia y adolescencia.


Una historia que va transcurriendo a medio camino entre la comedia y el drama, sin terminar de sacarnos una sonrisa clara ni emocionarnos de una manera especial, aunque al final uno no puede evitar sentir una cierta empatía con las protagonistas, pero todo se queda en medio de la levedad con la que va pasando el metraje de la película.

Los caminos de lo políticamente correcto por los que transita la película, no pueden más que desembocar en un final amable, con puertas abiertas a una esperanza que uno no se termina de creer del todo, por lo apacible que resulta muy acorde a la falta de aristas que tiene esta película.

martes, 23 de noviembre de 2010

Solomon Burke



“El soul no se pasa de moda: habla del amor, de la vida en términos universales; es la música menos sectaria que existe". Cojo prestada esa frase de un artículo publicado en el periódico El País en el año 2003, firmado por Diego A. Manrique. Y lo hago unos días después de que se haya conocido la noticia del fallecimiento de Solomon Burke, autoproclamado rey del soul, luctuoso suceso que aconteció el pasado día 10 del pasado mes de octubre cuando tenía 70 años de edad.

Solomon Burke fue un hombre que a pesar de las aportaciones que hizo al soul y también al rock’n’roll, gozó de menos fama que otros artistas contemporáneos suyos, después de tener una carrera con altibajos que se había vuelto a reactivar a partir del año 2002, cuando fiche por el sello Fat Possum con el que editaría un disco tan memorable como es Don’t give up on me, por el que ganó un Grammy.

Burke lo explica así vía Diego Manrique: “Vinieron a buscarme a un concierto y me dijeron lo que quería oír. Nada de concesiones a los sonidos de moda, pero, al mismo tiempo, tampoco volver al pasado”. Un disco que por fin hacía justicia a los méritos de una voz poderosa que había venido quedando registrada desde 1954. Trabajo en el gente como Bob Dylan, Brian Wilson, Van Morrison, Elvis Costello y Tom Waits compusieron las canciones.



Antes de todo eso, en los 60, Burke había grabado para Atlantic Records, con lo que dejaba atrás, al menos en cierta medida, sus primeros pasos que había dado en el mundo del gospel, ya que desde que tenía 7 años de edad ya era un predicador con un buen número de seguidores siguiendo la estela de su abuelo, y había entrado en los terrenos del gospel como consecuencia lógica.

Criado por sus abuelos ya que Burke nunca llegaría a conocer a su padre biológico, cuando la abuela Eleanor muere, Burke cantó en directo en una emisora de radio local un tema en homenaje a su abuela. Tenía 12 años y un cazatalentos decidió ficharlo para Apollo Records, sello con el que editaría sus primeros trabajos dentro del gospel.

Después de pasar por un sinfín de penurias económicas y vitales, le llegó la oportunidad con Atlantic, selló en el que empezó su andadura como pionero del soul, ritmo que iría combinando con elementos country, del rhyth and blues o del gospel tradicional. Jerry Wexler, a la sazón productor de Atlantic Records, dijo de Burke: “es el mejor cantante soul de todos los tiempos”. Eso gracias a una voz profunda que parecía salir de lo más hondo de sus 200 kilos de peso, adornados por unos trajes brillantes y coloristas que dieron forma indeleble a su imagen sobre los escenarios.



En alguna ocasión, Burke se quejaba de que la industria discográfica no se había portado bien con él a lo largo de los años, algo que atribuía a su carácter rebelde, y eso se puso de manifiesto cuando en los créditos de la película Granujas a todo ritmo (Blues Brothers), en la que se hacía un gran homenaje a algunas de las voces señeras del soul, no apareció su nombre al lado del tema Everybody needs somebody to love, del que es autor. La disculpa que le ofrecieron fue decir que pensaban que había muerto.

“El sexo es una parte maravillosa de la vida y deseo que todos, sean o no miembros de mi Iglesia, sepan disfrutarlo”, dijo alguna vez este predicador que dejó tras de sí una descendencia de 21 hijos con dos mujeres diferentes, 90 nietos y 19 biznietos. Eso, y su gran herencia musical es lo que ha dejado un Solomon Burke definido por Fernando Navarro como “verdadero pionero de los ritmos negros y fiel representante de la edad dorada del soul con sus interpretaciones estilosas, apasionadas y vitalistas, la mayoría obras imperecederas para despertar emociones incontroladas”.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La luz es más antigua que el amor (Ricardo Menéndez Salmón, Seix Barral 2010)

“La luz es más antigua que el amor. El factor tiempo es por lo tanto clave para comprender los mecanismos de la luz. Porque si el amor es propiedad exclusiva de nuestra especie –perros, gorilas o caballos no aman-, cabe pensar en un tiempo, antes del amor, en el que la luz ya existía, y cabe así mismo pensar (desconozco qué pensamiento resulta más desalentador, si aquél o éste) en un tiempo, después del amor, es decir, después de los seres humanos, en el que la luz seguirá existiendo. Los científicos, han ocupado durante el siglo XX el lugar de los filósofos y de los artistas, pues no sólo han interpretado el mundo, sino que también lo han explicado poéticamente, disponen de un gran número de imágenes para hacernos sentir nuestra pequeñez. Una es ésta: la luz existe con independencia de que exista un sujeto que la contemple.”

La última novela del gijonés Ricardo Menéndez Salmón supone una piedra más en la consolidación del autor como una de las plumas más interesantes de nuestro país. La luz es más antigua que el amor es mucho más que una novela, es una confluencia de sensaciones, de filosofía, de arte, de literatura, todo ello a través del escritor Simón Bocanegra.

El alter ego del novelista nos habla de tres artistas, dos inventados como son Adriano De Robertis y Vsévolod Semiasin, y otro real como es Mark Rothko, el artista letón que terminó suicidándose. Los tres defienden su arte hasta las últimas y dramáticas consecuencias, y se oponen a fuerzas tremendamente poderosas como son la Iglesia, el mercado, y el Estado totalitario. Y es que la libertad del artista se entiende como una amenaza para el orden establecido sea del orden que sea.

Una novela que en 173 páginas, todas ellas imprescindibles, nos regala con una prosa ágil una profundidad intelectual que va dejando destilar preguntas, dudas, inquietudes y algunas realidades que hacen que haya que leerla con atención para desentrañar todo lo que lleva dentro que es mucho en muy poco.

“Tal vez esa sea la gran virtud de este libro que, siendo una novela con trama reconocible, inicio y fin determinantes y determinados, rebosa su propia escritura a borbotones, sentimientos, latidos, ideas que caen sobre las manos y los ojos del lector y que construyen un magnífico ensayo sobre el poder -y la impotencia- de la capacidad humana para crear, para imaginar; sobre las razones y motivos por los que el amor se trenza como un talento al corazón hasta incendiarlo.” Eso lo escribe Jesús García Calero en su crítica publicada en el diario ABC.

martes, 16 de noviembre de 2010

John Armleder (Ginebra, Suiza, 1948)


Es muy difícil limitar a un artículo breve como este la personalidad artística poliédrica de una creador suizo que se mueve en el terreno de la performance, la pintura, la escultura, la crítica, la organización de exposiciones, y todo eso se reúne en las obras del que pasa por ser el creador helvético de mayor influencia.

El hecho de que el movimiento dadaísta tuviera en Suiza uno de sus focos fundamentales, no es algo a despreciar cuando pretendemos acercarnos a la obra de Armleder, ya que este autor tiene obras que se pueden inscribir en esa filosofía del objeto encontrado duchampiana y la redefinición del objeto artístico y de las cuestiones relacionadas con la autoría y el original.


Con Patrick Lucchini y Claude Rychner, fundará el conocido como Grupo Ecart, dentro del movimiento Fluxus, y con influencia del música norteamericano John Cage, además de tener mucho que ver con el conocimiento en Suiza y también en algunos lugares de Europa de la obra de gente como el alemán Joseph Beauys, o el norteamericano Andy Warhol.

En la obra de Armleder se puede hacer un recorrido por diferentes movimientos artísticos, como el dadá, la abstracción, el expresionismo abstracto, el arte óptico o el pop, a través de unos trabajos transversales en los que fluyen, se combinan y funden el arte, el diseño, la geometría y lo conceptual.

Así construye unas instalaciones multimedia en las que se pueden ver pinturas, pantallas de video, bolas de discoteca de los 70, fluorescentes, y lo que llama furniture sculptures (esculturas mueble), en las que “ya no se necesita de la voluntad poética para que una cosa se considere arte, sino que todo lo que nos rodea, que forma parte de nuestra vida, es reflejo del hombre y sus relaciones y, por tanto, medio expresivo válido por sí mismo”, tal y como se explica en un artículo publicado en masdearte.


Lo que consigue con ello es romper cualquier tipo de jerarquía que podría existir entre distintas manifestaciones artísticas y objetos, colocándolo todo a un mismo nivel, y es que, en última instancia, la vinculación entre el arte y la vida es indisoluble.

“Con su inigualable acercamiento artístico, Armleder formula la posibilidad de entender el arte como una reevaluación de los valores culturales. Mezcla, de una forma irónica, el arte y lo cotidiano, permitiendo que lo trivial tenga un brillo especial y lo pone ante un fondo decorado de forma colorista: demasiado no es suficiente”. Eso se dice en un artículo que se puede leer en la web artknowledgenews.

martes, 9 de noviembre de 2010

Reflexiones de otoño

Los árboles lloran hojas de otoñal melancolía.

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La niebla es profunda y cruel

la lluvia cae

y el cielo se alivia.

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La lluvia no entiende de afectos, sólo de humedad.

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Gotas frías de lluvia fría
golpean con tristeza negra el asfalto negro.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Otra vez Kroke



La primera vez que escuché a este trío polaco en directo, esa vez en formación de cuarteto, en el año 2007 fue en el gijonés Teatro Jovellanos, un concierto al que acudí con la sensación preclara de que nunca más en la vida iba a tener la oportunidad de disfrutar de su música en directo. Y tenía esa sensación porque me parecían, y me siguen pareciendo claro está, un grupo tan fantástico que seguramente no iban a volver por Asturias.

Sin embargo, sí que han vuelto y con esta vez ya son tres, me perdí el concierto que dieron en Mieres, las veces que me he sentado en una butaca de un teatro, dos en el Jovellanos y una en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, para tener la sensación de estar ante tres músicos que no pertenecen a este planeta, probablemente ni siquiera estén ocupando la misma dimensión que yo.

En los dos artículos anteriores sobre mis experiencias en sus conciertos (que se pueden leer aquí y aquí), ya he debido de agotar todo mi arsenal de adjetivos para intentar describir lo indescriptible, la magia de una música proteica, de una riqueza extraordinaria, tanto que después de tres conciertos en cuatro años, puedo decir que cada uno de ellos es absolutamente diferente a todos los demás, aún cuando haya partes del repertorio que se repiten.

Y es que Kroke tiene un componente improvisatorio tan excelentemente ejecutado que todo parece nuevo, que la música crece y crece, se combina, se moldea hasta convertir el patio de butacas en un espacio sonoro en el que puedes fluir, unirte a ese caudal de notas que te llevan a nuevos territorios que se pintan, luces mediante, de verde melancolía o de rojo pasión, para luego dar paso al invierno, a la nieve, a momentos de introspección, de recogimiento, para luego tenderte la mano y devolverte a la luz.

El público se entrega totalmente a la entrega de los tres músicos, y puesto en pie pide más, y Kroke regala Madrugada, un tema que dicen dedicado a nuestro país y que está en su último disco hasta el momento, Out of sight. Una vez paladeado el concierto uno sale con la sensación de que esta no va a ser la última vez que los verá en directo, y piensa que durante dos horas uno ha sido feliz, y eso, queridos lectores, no tiene precio.

martes, 2 de noviembre de 2010

All that jazz (Empieza el espectáculo, Bob Fosse, 1979)



De todas las películas que he visto a lo largo de mi vida, esta es la que historia más alegre que jamás se ha contado acerca de algo tan triste como es la muerte. Un canto que quisiera poder entonar uno para sí cuando llegue a tan fatal encrucijada. Una muerte que aquí no es una vieja y fea calavera, guadaña en ristre, sino transmutada en mujer hermosa, vestida de blanco y que te acoge amorosamente entre sus brazos.

Amén, claro está de ese auténtico testamento musical que el protagonista firma en un ambiente típicamente kitch de finales de los años 70, con ese tema fantástico que se titula Bye, bye life (parodia del Bye, bye love), y con el que abro este artículo.

Joe Gideon, al que da vida un fantástico Roy Scheider, es un coreógrafo, alter ego del propio Bob Fosse, al que le repugna profundamente ser una persona convencional y que siente un gran miedo al fracaso, y que tiene una rutina matutina que siempre incluye música de Vivaldi, cigarrillo, ducha, dos pastillas efervescentes y dexidrina, parada ante el espejo para decirse a sí mismo “el espectáculo debe continuar”.


Un espectáculo que es su propia vida, convertida en un musical continuo en el que se van sucediendo las escenas y, claro, las mujeres: la ex esposa, su hija adolescente, y algunas amantes que se van cruzado en su camino, y a las que miente por miedo a quedarse solo.

Todas las adicciones sumadas terminarán por pasar factura a su cuerpo, y ni siquiera en el hospital podrá poner freno a sus excesos, mientras los productores se frotan las manos pensando en los beneficios que obtendrán si Gideon muere a su debido tiempo, en lo que supone una crítica muy ácida acerca de todo lo que se oculta detrás de las bambalinas del mundo del espectáculo, en el que envidias, críticas feroces, y el dinero a cualquier precio son el pan de cada día.


A lo largo del metraje de la película, Fosse, director también de Cabaret o de Chicago, va desgranando unos números musicales que irán adquiriendo complejidad según se acerca el final de la película, hasta el crescendo final. Algunos de ellos como es el caso de Aerótica, con muy poco consiguen una atmósfera de gran belleza y, en este caso, cargado de erotismo.


Humor canalla es el que destila Gideon en cada una de sus apariciones, y al que no renunciará en ningún momento, hasta alcanzar la catarsis al que le conducirá un corazón roto, casi tanto como aquellos que el mismo fue rompiendo a lo largo de su largo caminar por el lado femenino de la vida.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Pasajes. Viajes por el híper-espacio

Hasta el próximo 21 de febrero se puede visitar en el gijonés Centro de Arte y Creación Industrial, la muestra titulada Pasajes. Viajes por el híper espacio, formada por una selección de obras de la colección Thyssen-Bornemisza Art Contemporary.

La exposición acoge una serie de instalaciones y esculturas de gran tamaño, configurando un recorrido que pide al espectador su participación activa, poniendo a prueba la percepción que tenemos del espacio que nos rodea y de nuestra propia presencia.

Estas son algunas de las obras que conforman la muestra.

Maurizio Cattelan. Super Noi (Torino) (1996)


Una serie de rostros colgados en una pared formados a modos de retratos robot con descripciones aportadas por amigos del artista, para hacernos reflexionar acerca de la identidad y el súper yo.

Carsten Höller. Y (2003)


Pasillos formados por arcos de bombillas elevados ligeramente del suelo, donde se puede leer Exit Only. Pasillo por el que sólo se puede salir mientras a lo lejos vemos nuestra imagen reflejada en unos espejos.

Doug Aitken. No history (2005)


Una obra que está a medio camino entre un caleidoscopio y un laberinto, en el que el juego de espejos nos devuelve la imagen multiplicada, y el interior se vuelve inquietante y los límites parecen diluirse.

Ernesto Nieto. Esqueletos glóbulos


Suerte de gran esqueleto blanqueado por la luz de un desierto, que cuestiona de una forma muy poderosa los conceptos de interior y exterior. Una entrada a un híper espacio en la que no caben las categorías absolutas.

Ai Weiwei.


Instalaciones que apelan al cuerpo y a los sentidos y reflexionan acerca de la relación entre cuerpo, espacio y arquitectura.

Pipilotti Rist. Related legs (Yokohama dandelions) (2001)


La obra más emocionante de toda la exposición. Exige adentrarse en una suerte de bosque formado por telas livianas, y sobre las que se proyectan imágenes de piernas ajenas que parecen moverse al compás de las nuestras. Uno siente que camina por un espacio mágico como un bosque de cuento, hasta llegar a una pantalla en la que se proyectan imágenes coloristas, muy en la línea de esta artista suiza.

Janet Cardiff / George Bures Miller. Telephone (2004)


Una mesa, una silla, un flexo y un teléfono. Cuando se levanta el auricular se puede escuchar una conversación entre Janet Cardiff y un científico acerca de la naturaleza del espacio y del tiempo.

Los Carpinteros. Frío estudio del desastre (2005)


Otra de las obras más impactantes de la exposición. Un muro de hormigón estalla lanzando fragmentos hacia el frente, conformando un camino de desolación en el que parece que estemos dentro del desastre en el mismo momento en el que se ha producido.

Cerith Wyn Evans. Untitled (2008)


Cuatro columnas formadas por fluorescentes que evocan las columnas de la arquitectura clásica griega, y que casi parecen seres vivos.

Olafur Eliasson. Your incertain shadow (colour) (2010)


El espectador proyecta sobre la pared múltiples sombras que cambian de intensidad, color y tamaño en función de su posición.