domingo, 7 de noviembre de 2010

Otra vez Kroke



La primera vez que escuché a este trío polaco en directo, esa vez en formación de cuarteto, en el año 2007 fue en el gijonés Teatro Jovellanos, un concierto al que acudí con la sensación preclara de que nunca más en la vida iba a tener la oportunidad de disfrutar de su música en directo. Y tenía esa sensación porque me parecían, y me siguen pareciendo claro está, un grupo tan fantástico que seguramente no iban a volver por Asturias.

Sin embargo, sí que han vuelto y con esta vez ya son tres, me perdí el concierto que dieron en Mieres, las veces que me he sentado en una butaca de un teatro, dos en el Jovellanos y una en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, para tener la sensación de estar ante tres músicos que no pertenecen a este planeta, probablemente ni siquiera estén ocupando la misma dimensión que yo.

En los dos artículos anteriores sobre mis experiencias en sus conciertos (que se pueden leer aquí y aquí), ya he debido de agotar todo mi arsenal de adjetivos para intentar describir lo indescriptible, la magia de una música proteica, de una riqueza extraordinaria, tanto que después de tres conciertos en cuatro años, puedo decir que cada uno de ellos es absolutamente diferente a todos los demás, aún cuando haya partes del repertorio que se repiten.

Y es que Kroke tiene un componente improvisatorio tan excelentemente ejecutado que todo parece nuevo, que la música crece y crece, se combina, se moldea hasta convertir el patio de butacas en un espacio sonoro en el que puedes fluir, unirte a ese caudal de notas que te llevan a nuevos territorios que se pintan, luces mediante, de verde melancolía o de rojo pasión, para luego dar paso al invierno, a la nieve, a momentos de introspección, de recogimiento, para luego tenderte la mano y devolverte a la luz.

El público se entrega totalmente a la entrega de los tres músicos, y puesto en pie pide más, y Kroke regala Madrugada, un tema que dicen dedicado a nuestro país y que está en su último disco hasta el momento, Out of sight. Una vez paladeado el concierto uno sale con la sensación de que esta no va a ser la última vez que los verá en directo, y piensa que durante dos horas uno ha sido feliz, y eso, queridos lectores, no tiene precio.

4 comentarios:

PACO HIDALGO dijo...

Música de otros lugares; nuevos aires y nuevos acordes. No suenan mal, es más, me gusta. Todos los días se apreden algo. Buena semana, Alfredo.

Natàlia Tàrraco dijo...

ALFREDO!!!! que envidia, nunca suenan igual tienes razón, la pieza TIME la tengo en "The Sound of the Vanishing World" y tiene un ritmo ligeramente más lento. La improvisación del directo es un regalo a añadir en este conjunto ya muy rodado que no pierde, mejora con el tiempo como el mejor vino. Te felicito por este concierno fabuloso de los que no se olvidan. Besitoooos.

Alfredo dijo...

Música basada en la tradición judía pero que se proyecta hacia lo contemporáneo con un resultado magnífico.

Un saludo!!

Alfredo dijo...

Efectivamente, Natalia, cada concierto de Kroke es único y me considero un afortunado por haberlos podido escuchar tres veces en directo. Cada uno de ellos igual de espectacular que el anterior. Pura magia.

Un abrazo!!