martes, 25 de septiembre de 2007

El concierto de los peces (Halldór Laxness, 1957)

“Un sabio afirmó que, aparte de perder a su madre, para un niño no hay nada más sano que perder a su padre. Aunque lejos de mí suscribir en su integridad estas palabras, lo cierto es que también sería el último en rechazarlas de plano. Estaría dispuesto a defender una doctrina semejante sin rencor ninguno hacia el mundo, e incluso sin sentir el agudo dolor que parece ocultarse en el simple sonido de tales palabras.
Pero sea cual sea la opinión que pueda merecerle a la gente mi forma de ver las cosas, resulta que en mi caso a mí me tocó en suerte, por así decir, enfrentarme al mundo sin padres. No diré que eso fuera buena suerte, tal cosa sería excesiva. Pero tampoco puedo decir que fuera una ‘desgracia’, al menos por lo que a mí respecta: porque lo que sí tenía era abuelos. En realidad, para quienes pudo ser una gran desgracia fue para mis padres, aunque no porque con el tiempo yo hubiera podido llegar a ser un hijo modelo, más bien lo contrario, sino porque en realidad los hijos les hacen más falta a sus padres que los padres a sus hijos. Pero ése es otro asunto.”

Así empieza la novela del escritor islandés, Premio Nobel de Literatura en 1955, Hálldor Laxness (1902-1998), titulada El concierto de los peces publicada en 1957, y que en España está editada por Turner Publicaciones S.L. en 2005.

Por trazar un breve recorrido biográfico y literario, Laxness nació en la capital de Islandia, Reykiavik, y al terminar la Primera Guerra Mundial viajó por el continente europeo donde entró en contacto con diversos movimientos artísticos e intelectuales que dejarían su huella en su obra. Personalidad ecléctica, capaz de ser sucesivamente impresionista, católico, surrealista y socialista, pasando por el agnosticismo y el taoísmo. En 1927 viajó por los Estados Unidos, donde quedó impactado por la convivencia de la pobreza más absoluta con la más exuberante de las riquezas. Sus críticas feroces a aquel sistema capitalista le valdrían la expulsión del país.

Sus contactos con el socialismo le llevaron a militar en el Movimiento por la Paz, auspiciado por la URSS en los primeros años 50. En 1952 recibiría el Premio Stalin de Literatura y el 1955 el Nobel, entre otros galardones.
Los que conocen bien el mundo literario, no dudan en afirmar que Laxness es el mejor escritor islandés de la historia, al que parece que ahora se le está redescubriendo tanto en los Estados Unidos como en Europa, y ciertamente, una vez que se ha leído alguna de las páginas de este autor es difícil de olvidar. En El concierto de los peces, muestra una gran agudeza crítica, una mirada que pone a los personajes bajo una lente poderosísima que nos acerca hasta los detalles más pequeños. Todo aderezado con una ironía finísima, en ocasiones casi imperceptible, pero que baña a todas y cada una de las palabras y que uno, sinceramente, no esperaba encontrar en un autor nórdico.

Por sus páginas van circulando toda una serie de personajes curiosos, pintorescos, excéntricos, en un microespacio como debía de ser la Reykiavik de las primeras décadas del siglo XX. Una forma de contar que recuerda vivamente a las sagas medievales islandesas, como puede ser la Saga de Egill Skalagrimsson obra de Snorri Sturluson, para elevar a la categoría de literatura de primer nivel toda la “intrahistoria” de una comunidad, no exenta de desigualdades sociales que el autor critica con incisiones muy precisas, que vive pendiente de las noticias que llegan de un cantante (Gardar Hólm) que, según el periódico, triunfa en todos los teatros del mundo, pero al que nadie ha oído jamás cantar y al que muy pocas veces han visto, hasta que el protagonista, Álfgrímur, quien duda si ser pescador como su abuelo o cantante, descubra la miseria que se oculta detrás de los falsos oropeles que otros ayudan a construir.

Obra en la que los personajes desvelan la sabiduría que se oculta en las vidas de gentes corrientes, de personas acostumbradas a desenvolverse en medio de una naturaleza difícil, lo que les da una peculiar forma de entender todas las cosas.

En los próximos días iré colgando distintos fragmentos de esta novela.

2 comentarios:

Corazón Coraza dijo...

ajá!....Valla deducción la de este señor... Laxness......je...la cual me parece q es verdad....bah! tanto como para afirmar??....mmmm.... digo eso de que los hijos son más necesarios para sus padres...que los padres para sus hijos...... yo a mi má...todavía la necesito...je! :)....
Bueno... aunque.... siempre es más difícil...para los padres la "pérdida" (sea de la manera que sea) de un hijo....que viceversa....
BUe!
Que ya me reee enredée!!..Este debe ser un libro para pensar...Asuçturianoo!!...jaja! Que yo ando en Primavera y más pájarosn en la cabeza que de costumbre...jajajaj!!
Besotess co0n floress para tu otoño..cuidate mucho!! :))

Alfredo dijo...

Hoy hablando con un amigo sobre el párrafo con el que abro el comentario, reconocía que la relación que tienen sus hijos con los abuelos no tiene nada que ver con la que tienen con él.

En todo caso me parece un gran arranque para una novela. No es tanto un libro para pensar, como para disfrutar con la ironía que destilan todas sus páginas, aunque, como todo buen libro, también deja cosas para reflexionar.

Un abrazo desde un otoño de colores apagados para una primavera llena de vida.