miércoles, 25 de abril de 2007

Audrey y Cooper (IV)


- He averiguado algunas cosas. He descubierto que en la vida real no hay álgebra.
- Audrey, porque no huyes y te unes a un circo.
- Escapar. Pero yo tengo hecha otra idea. Un forastero alto y moreno se enamora locamente de mí y me lleva con él a una vida de misterio e intriga internacional.
- Y es agente del FBI. Sigue soñando.
- Tal vez, o tal vez se de cuenta de que soy la mujer de sus sueños que va a ayudarle a descubrir quién mató a Laura.
- Ah ¿sí?
- ¡Sí! Y vas a ayudarme. ¿Tú sabes que Laura salía con James Hurley a espaldas de Bobby?
- Y ¿eso qué importa?
- Luego es verdad. ¿También sabes que Laura sentía debilidad por ciertos vicios?
- Bueno, eso no era ningún secreto.
- Yo no conocía a Laura tan bien como tú, pero sabía que no estaba bien de la cabeza. Bueno, ¿vas a ayudarme?
- ¿Qué más has averiguado, Sherlock?
- La mañana del funeral el doctor Jacoby habló con mi hermano para convencerle de que se quitara un disfraz y le dijo que Laura ahora estaría mejor porque bla, bla, bla, y que él lo sabía muy bien porque Laura era su paciente.
- ¿Laura visitaba a Jacoby?
- Y hay más. ¿Has oído hablar de Jack el Tuerto?
- ¿No es una película de Marlon Brando?
- Es un lugar al otro lado de la frontera donde hay chicas trabajando.
- ¿Insinúas que Laura era una de las que iba?
- No lo sé, pero si fuera así, ¿no querrías saber más?
- Seguro que eso aclaraba unas cuantas cosas.
- Cada vez que pienso en ello, cuando pienso en Laura en un lugar como ese siento escalofríos. Es algo así como cuando se coge un cubito de hielo y se tiene un largo rato entre los dedos.
- Audrey, voy a ayudarte pero sólo te ayudaré si antes me prometes que todo lo que averigüemos será un secreto, nuestro secreto.
- Trato hecho. Y sé por donde empezar. ¿Sabías que Laura y Ronette trabajaban en el mismo lugar?
- No.
- Trabajaban en la sección de perfumería de los almacenes de mi padre.

En este diálogo se pone de manifiesto una vez más que Audrey es capaz de todo con tal de conseguir lo que se propone, hasta el punto de llegar a una alianza con su compañera de colegio, que no amiga, Dona, para buscar la forma de conseguir información acerca de la muerte de Laura con la que presentarse ante Cooper y convencerle de que es la mujer que necesita. Manipuladora como es no se detendrá ante nada, ni siquiera ante su padre al que camela para que le permita trabajar en sus almacenes, donde también chatajeará sin rubor alguno al gerente para que le de el puesto que ella quiere y no el que le ofrecen. Y es que Cooper merece cualquier riesgo.

Otra vez esa inquietante combinación entre jovencita soñadora y mujer intrépida, como aquellas heroínas de antaño capaces de los mayores sacrificios con tal de conseguir el amor de sus hombres para llevar, en el caso de Audrey, una vida de misterio que la saque de la mediocridad de Twin Peaks, un lugar que se le queda claramente pequeño, un lugar del que sólo con la imaginación se puede escapar a lomos de un corcel brioso gobernado con mano férrea por el príncipe del cuento. La metáfora del viaje, de lo lejano, lo exótico, de la aventura, del pasado que vuelve salido de la niebla del tiempo junto a los personajes sin haber sido previamente invitado, será una constante en la serie.

La imagen del cubito derritiéndose entre sus dedos de fuego, es tremendamente evocadora, y suponemos que es un entretenimiento que ha repetido en varias ocasiones ya que conoce tan bien las sensaciones que produce. Experimenta un poder de transformar, gracias a su calor, algo aparentemente sólido, en pura agua que se escurre entre los dedos. Tal vez sea eso lo que consigue con los hombres, quienes no pueden evitar acercarse a la llama para luego salir quemados, malparados y huéspedes de lujo en el hotel del olvido.


2 comentarios:

Alfredo dijo...

que mas puedo agregar...siempre es un agrado leer estas reflexiones
saludos

Alfredo dijo...

Gracias.