Desde por lo menos los años 80, este trompetista nacido en Nueva Orleans en 1961 en el seno de una familia de músicos de jazz (su padre era pianista, y sus tres hermanos también músicos de jazz), viene siendo considerado como una de los más grandes trompetistas de la historia y uno de los más reputados defensores de las formas tradicionales de ese ritmo puramente norteamericano con raíces muy profundas en Europa.
Un trompetista que lo mismo toca jazz que música clásica, hasta el punto de que ha ganado Grammys en las dos categorías. Dualidad que Marsalis explicaba así en una entrevista publicada en El País el pasado mes de julio: “Yo no siento que exista tanta diferencia en el hecho de tocar una u otra música, aunque sí es cierto que la forma en que debe prepararse una interpretación clásica y una de jazz no tienen nada que ver. Al final es como un matrimonio: se trata de ver lo que existe en común en lugar de fijarse únicamente en las diferencias. Así es como se llega a una colaboración exitosa. Yo trato de ser un símbolo de eso.”
Una trompeta la de Wynton Marsalis que tiene una base ineludible en la forma de tocar de dos grandes como fueron Freddie Hubbard y Miles Davis. Las coincidencias con la forma de tocar de Miles hicieron que su propio estilo quedara un tanto eclipsado, hasta que durante los años 80, los críticos empezaron a valorar la aportación que Marsalis estaba haciendo al mundo del jazz.
Hace unos meses me regalaron el disco Wynton Marsalis Live At The House Of Tribes, producido por su hermano menor Delmayo Marsalis, en el se recoge un concierto en directo que tuvo lugar el 15 de diciembre de 2002, en un pequeño local del Lower East Side de Nueva York, The House of Tribes. Para la grabación, Marsalis se rodeó de Wessell “Warmdaddy” Anderson (saxo alto), Eric Lewis (piano), Kengo Nakamura (bajo), Joe Farnsworth (batería), Robert Rucker (tambourine) y Orlando Q. Rodríguez (percusión).
Un disco realmente fantástico, grabado en un local muy pequeño en el que apenas si caben 50 personas, y en el que demuestra que el jazz puede llegar a ser un idioma universal capaz de unir bajo su manto a personas de todos los colores, credos y extracción social, todos unidos por la pulsión del swing, del ritmo contagioso, en definitiva, por el ritmo de la vida.
Como se dice en el libreto del disco: “Él, como todos los grandes músicos de jazz, proviene del pueblo y lleva el mensaje del pueblo al pueblo, que consiste, fundamentalmente, en las buenas noticias que nos da la vida”. Esa es la filosofía de este disco de seis temas: Green Chimneys, Just friends, You don’t know what love is, Donna Lee, What is this thing call love, y 2nd time. Un puñados de canciones que rebosan optimismo y con uno de mis temas favoritas de la historia del jazz como es What is this thing called love (¿Qué es esta cosa a la que llamamos amor? video con el que abro este artículo), en la que podemos sentir ese estado de ánimo exultante y también de cierta confusión que nos produce ese sentimiento.
Un disco que reúne todo lo que se puede pedir al buen jazz, a saber: “ritmo, melodías imaginativas, sorpresas harmónicas, frescura rítmica, y un sentido colectivo de la improvisación”. Eso lo escribe Stanley Crouch en el libreto de la grabación y yo no sería capaz de expresarlo mejor. Pasen y escúchenlo. Una joya.
3 comentarios:
Winton Marsalis es grande entre los grandes.
¡Felicidades por tu artículo!
Un abrazo
Trompetista excepcional sin duda ninguna. Un auténtico virtuoso que en este disco brilla especialmente.
Saludos!!
No tengo elementos para decir que Marsalis no es un gran trompetista, al contrario es único, pero desde su posición contranatura de la evolución del Jazz y su posición burguesa, ha dejado ser de mi interés, prefiero a un trompetista que toque mal, pero que sea capaz de avanzar y establecer un concepto. Extraño al Marsalis cuando empezaba, en cambio Branford Marsalis es otro cantar.
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