lunes, 12 de mayo de 2008

Bob Carlos Clarke (Condado de Cork, Irlanda, 1950 – Londres, 2006)


El personaje central de la obra de este fotógrafo es la mujer, una mujer muy sexual, una mujer que sufre una metamorfosis que la lleva de ser un objeto sexual a convertirse en una depredadora. Por ello, y por todo el mundo relacionado con las fantasías sexuales, especialmente las que tienen que ver con el mundo del fetichismo, a Bob Carlos Clarke se le llegó a definir como la respuesta británica a Helmut Newton.

Era el año 1964 cuando Clarke abandona su Irlanda natal para viajar a Londres (ciudad en la que fallecerá arrollado por un tren), para estudiar en una prestigiosa y cara escuela y pasar, luego, al West Sussex College of Art, donde se adentrará en el mundo de la fotografía que ya no abandonará. Gracias a la cámara conocerá a la chica con la que contraerá su primer matrimonio, después de preguntarle si quería ser su modelo. Sus primeros pasos le llevaron al fotoperiodismo, antes de convertirse en uno de los más demandados fotógrafos de moda y retratos.

Aunque este artista desarrolló una carrera muy exitosa en el mundo de la publicidad, aborrecía bastante ese mundo, y en una entrevista concedida a la revista GQ, que firma Celia Benito Quislan, cuando le pregunta sobre la aportación que le había hecho ese mundo, Clarke respondió: "Me hizo ganar el suficiente dinero como para comprar este estudio y algunas cosas más… Me hizo ganar algunos premios y supongo que también me dio disciplina, aunque también me hizo perder mucho tiempo. No puedo permitirme ser solamente un fotógrafo de publicidad. Además, no me parece muy interesante." Fotografías publicitarias en las que, en ocasiones, roza el terreno de la pornografía, con hombres y mujeres en poses claramente sexuales luego diluidas un tanto con la colocación de unos círculos rojos, como hace en la campaña para Urban Stone.

En la misma entrevista dice: "Lo que más me divierte es fotografiar mi vida real, sin ir más lejos, las series de mis noches de clubbing y stripers continuas." Un fotógrafo que se dedique a retratar personas tiene que tener un cierto nivel de voyeur, tener ese saber esperar y observar ese momento crucial, a esas personas que tienen que ser inaccesibles para que el morbo se mantenga. Ese punto de inaccesibilidad es del que dota Clarke a sus mujeres, muchas veces vestidas con trajes de látex, o con indumentaria que las relaciona con el mundo del sadomasoquismo, como su Femme Fatale (2004) con guantes de látex, corpiño y máscara, y que empuña en sus manos lo que parece el mango de un látigo, pero que si lo observamos con cuidado descubrimos que es un instrumento musical.


Mujeres que se sitúan ante el espectador pero que permanecen alejadas de él, se muestran y saben que son inalcanzables, que están totalmente dentro del mundo de las fantasías y del deseo, dentro de unos ambientes que resultan misteriosos, en los que reina la imaginación y el erotismo bulle. En ocasiones complementa sus fotografías con leyendas del tipo: "Las fantasías femeninas son imposibles de satisfacer", o "Las adictas al amor pueden matar".

Indiferentes a lo que ocurre a su alrededor, como aquella que permanece impertérrita mirando al mar apoyada en una baranda, mientras unos metros más allá aparece siniestrado un Porsche, que suponemos conducido por un hombre que se ha dejado distraer por los encantos de la chica; un conductor de metro se asoma peligrosamente de su cabina, un barbero está más pendiente de la chica que pasa que de la garganta del cliente al que está afeitando con navaja.

Igualmente inquietantes son sus naturalezas muertas, especialmente aquellas en las que utiliza cubiertos como los que utilizamos todos los días, y a los que con su cámara convierte en elementos llenos de interrogantes y capaces de contener una carga de sensualidad muy importante, y conociendo los presupuestos creativos de este autor, no podemos sustraernos a ver en ellos cuerpos de mujeres o dos amantes entrelazados. Objetos que en otras ocasiones se vuelven abiertamente surrealistas como en el caso de la plancha con cuchillo incorporado.


Poco antes de su muerte, se pudo ver en España por vez primera la obra de este autor, gracias a una exposición titulada Love-Dolls Never Die (Las muñecas del amor nunca mueren), en la que mostró a unas imágenes de mujeres vestidas como muñecas dotadas de mecanismos de encendido y apagado o de controles remotos como si de vehículos de radio control se trataran. Una mujer que ya no tiene nada que ver con los estereotipos al uso y que se ha convertido en la depredadora sexual del siglo XXI.

8 comentarios:

Monik dijo...

Sensuales y sexuales fotos...Creo que todas tienen ese transfondo...incluso la plancha con el cuchillo. Me ha llamado también particularmente la atención los tenedores entrelazados...es increible como pueden transmitir unión, pasión y dulzura...al menos a mi me lo parece.

Un beso!!

Carlos Be dijo...

Qué interesante... El concepto de mujer expandiéndose hacia el futuro pero también hacia el pasado... Aunando en el presente de la fotografía todo lo que ha definido a la mujer, la define y la definirá... Muchas gracias por el artículo. Desde hoy, te sigo.

Un abrazo,

Carlos

MARIANA dijo...

siempre dandome una vuelta por aquí para aprender y aprehender...Los tenedores...una imagen para atesorar...realmente concuerdo con Monik, la imagen me inspiró lo mismo.Sludos.

Alfredo dijo...

MONIK: Coincido contigo en que detrás de las fotografías de este irlandés hay un fondo de enorme sensualidad, y las que hace a cubiertos de mesa es fantástica.

Un abrazo!!

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CARLOS: Muchas gracias por la amabilidad, y por la promesa de seguir pasando por aquí. Siempre serás bienvenido. A este fotógrafo la verdad es que lo descubrí hace muy poco, pero su trabajo es enormente atractivo, especialmente con el tratamiento que hace de la mujer y de lo femenino.

Un saludo!

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BUSCANDOLUNAS: La foto de los tenedores tiene una capacidad de evocación tremenda, al igual que su serie de cubiertos. Unas fotos de esas que te quedas mirando totalmente atrapado.

Un saludo!

MARIANA dijo...

Alfredo: me gustaría saber de ese músico armenio que estás escuchando, y de El amor no está en tu mente. Me gusta conocer y escuchar cosas nuevas. un saludo y gracias.

MARIANA dijo...

Alfredo: me gustaría saber de ese músico armenio que estás escuchando, y de El amor no está en tu mente. Me gusta conocer y escuchar cosas nuevas. un saludo y gracias.

Blog de la Revista Calma dijo...

Así que le atropello un travia, no me extraña, iria distraido buscando el encuadre imposible.

Jesús

Alfredo dijo...

JESÚS: En este caso fue por un tren, un artefacto un poco más grande que un tranvía. A Gaudí sí lo atropelló un tranvía.