




Por ello, encontrarse con una obra de Ando le supone al espectador un momento de profunda emoción, de encontrarse con una geometría clara, nítida, pero muy alejada de los simple. Una sutileza oriental en la que florecen o subyacen, las creencias, la filosofía vital que el arquitecto fue asimilando desde su infancia en Osaka, unido a la observación del trabajo de maestros artesanos, sus recorridos por los barrios de su ciudad y de Kioto y luego el salto a Europa, le dieron un bagaje visual y de experiencias del que nacen sus obras.
La arquitectura de Ando es de una compleja simplicidad, sólida y delicada, de geometrías claras, rotundas, que imponen su presencia, y, al mismo tiempo, tienen un carácter fuertemente evocador, en unos muros que "casi parecen llenos de dolor", según escribe Masao Furuyama, quien también habla de la "estética de la ausencia", cuando se refiere a la obra de Ando.
De nuevo desde Argentina, y otra vez de la mano de Luna de Abril, me ha llegado una sorpresa en forma de premio, además de dedicarme en su espacio unas palabras de una enorme generosidad que está por encima de los valores que creo que atesora este espacio. Premio ilusionante que me llega de la mano de una porteña que está en el top de lectores de este espacio, y que da a la palabra la importancia que yo creo que debe de tener. Muchas gracias.
En lo que fue la película alemana más cara de la historia hasta ese momento, Vilsmaier nos cuenta las vidas de unos personajes a los que les suponemos vidas corrientes, truncadas por la guerra. No son nazis, sólo soldados del ejército regular, la Werhmacht, que luchan por Alemania porque es lo que les han ordenado, y con el idealismo propio del que se siente invencible. Ideales que se van a quedar entre los escombros de Stalingrado, una ciudad fantasma en la que la muerte está a la vuelta de la próxima esquina, una muerte que adquiere innumerables formas porque puede llegar a lomos de una bala o un proyectil, de la mano del hambre, del frío o de la enfermedad, sobre un escenario propicio para que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis cabalguen a sus anchas para cobrarse su mortal tributo.
Aquellos maravillosos años. Así se titula el último disco del joven gaitero asturiano de 27 años, Roberto Junquera, y que presentó en concierto el pasado día 8 en su concejo natal. El trabajo discográfico salió a la venta el pasado mes de octubre y es una obra extremadamente original que profundiza en el camino que abrió con su trabajo anterior Una gaita… de cine!!! que vio la luz en 2006.
Dos discos en los que explora con una profundidad excepcional, todas las posibilidades sonoras que se tiene la gaita tradicional asturiana, logrando dar una nueva vida a melodías archiconocidas de canciones como Gloria, Love is all around, Stand by me, o Voyage voyage, hasta completar 12 temas que ya forman parte de la memoria musical de millones de personas. La originalidad está en sustituir la voz por la gaita, arropado por un grupo de seis músicos de calidad contrastada, para dar forma a una obra capaz de sorprender a propios y a extraños, y que en concierto suenan de una manera inolvidable.
El repertorio que incluyó en el concierto también incluyó algunos temas de su trabajo anterior, el dedicado a las bandas sonoras en el que adapta a la gaita los temas centrales de Super detective en Hollywood, el Don’t cry for me Argentina en la versión que cantó Madonna, Carros de fuego o Titanic. Ambos trabajos están grabados, mezclados y masterizados por Roberto Junquera en los estudios musicales Luna Music, de su propiedad y en los que ha grabado gente como El Sueño de Morfeo en el caso de su último disco.
Dos discos excepcionales y de una originalidad que ponen a este joven músico en la estela de otros grandes gaiteros nacionales, como pueden ser los gallegos Carlos Núñez y Xosé Manuel Budiño, o el asturiano Hevia, entre otros, que tanto han hecho por sacar a los distintos tipos de gaita del gueto del folclore y abrir un camino de presente y, mucho más importante, de futuro.
Excelente concierto el de Roberto en su casa, ayudando a que los espectadores volviéramos por un instante a adentrarnos por los terrenos de la memoria, a través de unas melodías a las que todos tenemos algún tipo de recuerdo adherido, al mismo tiempo que nos hacía transitar por un camino nuevo que no sabemos que meta tendrá, pero que nos hace que permanezcamos muy atentos al trabajo de este músico.
Entrevista en la TPA
"Mi trabajo está tan próximo a la pintura como a la escultura clásica. Mis obras son pinturas que se desarrollan lentamente en el tiempo. Sus referencias, cuando están presentes, son casi siempre de la pintura. Pero el hecho de que no me sirva de ella es irrelevante." Esa afirmación de Beecroft nos pone delante de otras dos cuestiones fundamentales para entender su trabajo. La primera es la que tiene que ver con la continuidad que sus mujeres desnudas establecen con la historia del arte. Así, en su obra se pueden rastrear modelos que tienen que ver con las representaciones de Eva, Venus o Magdalena salidos de los pinceles de Filipo Lippi, Botticelli, Velázquez, Manet, por citar algunos de ellos, además de otros más vinculados al arte contemporáneo.Y el tiempo. Ese factor tiene también una importancia decisiva en sus performances, ya que obliga a sus modelos a pasar mucho tiempo inmóviles, hasta provocarles un cansancio que rompe de forma natural el plan inicial de la performance, y con ello también juega la artista, quien ve como sus mujeres no tienen otro remedio que sentarse o adoptar posturas que rompan la incomodidad que van acumulando, modificando con ello los postulados de partida. Así, esas mujeres que se nos presentaban al principio como unos seres lejanos, fríos, inasibles, se transmutan en personajes mundanos, cansados, aburridos, derrotados.
Labaki construye una historia de mujeres para todos los públicos, con un estilo en el que los diálogos son la piedra angular sobre la que se construye esta película en la que se tocan temas importantes para las mujeres que viven en los países árabes como pueden ser el de la virginidad antes del matrimonio (caso de Nisrim una joven musulmana), las relaciones con un hombre casado (la cristiana Layal), la que se aferra a una juventud que ya no volverá (Yamal), o Rose una cristiana ya mayor que renuncia al amor de una forma que resulta profundamente conmovedora. También Rima, una mujer de la que iremos descubriendo de una manera sutil, elegante, que es lo que la diferencia de las demás.
Unas historias de todos los días, conmovedoras, tristes, pero, al mismo tiempo, envueltas en un cierto aire de optimismo, son amargas y dulces al mismo tiempo, como ese caramelo que da título a la película que también reúne el dolor y la belleza, puede, como el amor, quemar y hacer daño. Ningún resquicio a la exageración, a la desmesura, a la artificialidad, es la vida en su esencia retratada por medio de unos personajes que no tienen falta de decirnos más de lo que nos dicen porque ya lo entendemos, no necesitamos que nos den todas las claves, basta con que nos susurren las cosas para quedar totalmente empapados bajo la lluvia.
La película está apoyada de forma magistral en una banda sonora compuesta por Khaled Mouzanar, en la que se dan la mano oriente y occidente, con toda la riqueza que puede salir de ese encuentro, y que se termina por convertir en un personaje más. Además apoya de forma magistral la enorme sensualidad que desprende toda la película, en la que la directora nos transmite los colores, los olores que se generan en el interior del salón de belleza, y la alegría de vivir que les queda a los libaneses en general y a las mujeres en particular.