jueves, 22 de marzo de 2007

Roy Lichtenstein

Hasta el próximo 20 de mayo se puede visitar en la sede madrileña de la Fundación Juan March, una exposición sobre el pintor norteamericano Roy Lichtenstein, un pintor nacido en 1923 y que falleció en 1997 dejando tras de sí una amplísima obra que va más allá de la tradicional relación que tuvo con el mundo del cómic y con las manifestaciones más evidentes de la cultura de masas.

En los años 50 exponía regularmente su obra en Nueva York, lo que no le garantizaba el éxito económico que le permitiera mantener a una familia que ya tenía dos niños. De ahí que buscara integrarse en la corriente de más éxito del momento como era el expresionismo abstracto, en el que militaban gente como Jackson Pollock o Willem de Kooning, por citar dos de los más conocidos. Sin embargo, las obras de Lichtenstein no recibieron ninguna atención especial.

El año decisivo fue 1961, cuando decide recurrir a las viñetas de cómic, el mismo año en el que Andy Warhol llegó a la misma conclusión. Así, el ratón Mickey, el marinero devorador de espinacas Popeye, el pato Donald o el irreverente conejo Bugs Bunny fueron los primeros motivos que le abrieron el camino hacia su estilo inconfundible.

Pero además de los personajes de cómic, las mujeres serán otro de los temas que aparecerán en muchas de las pinturas de Lichtenstein, bien solas bien acompañadas, aunque el tipo evolucionará con el paso del tiempo, y las irá dotando de textos que invitan a la reflexión. Puede ser rubia o morena, siempre hermosa, de una perfección que las hace vulnerables, sobre todo en aquellas que están en actitud expectante o directamente llorando. Se las ha definido como "sueños de papel, extrañamente vacías, pero peligrosamente seductoras", capaces de mostrar erotismo, pero un erotismo lejano, ingrávido, que se nos escapa entre los dedos sin que podamos hacer nada por atraparlo.

Uno de los cuadros más conocidos de Lichtenstein es Chica con pelota (Girl with ball, 1961, óleo sobre tela, 153 x 92,7 cm, MoMA), en el que representa a un estereotipo de mujer bella que parece estar pasándoselo bien en una playa jugando con una pelota. La figura se recorta contra un fondo abstracto y en el que unas líneas quebradas nos ofrecen una débil referencia a olas marinas. Se trata de una figura representada a medio camino entre la bidimensionalidad y la representación realista, lo que le da una tensión especial en un cuadro cromáticamente monótono lo que termina de convertir a la chica en un objeto lejano, habitante de una dimensión que se escamotea al espectador, que la aleja de nosotros sin que sepamos realmente si lo está pasando bien o es un bienestar fingido.

En Chica ahogándose (Drowning girl, 1962, óleo y magna sobre tela, 171,8 x 169,5 cm, MoMA) vemos a una chica que se está ahogando en su propio mar de lágrimas, que prefiere ahogarse antes que llamar a su amado para que la venga a rescatar. Una mujer envuelta en una vorágine de emociones autodestructivas de la que no quiere escapar, tal es la decepción que le ha causado Brad (un nombre que aparece en muchos de los bocadillos de las mujeres de Lichtenstein).

Una chica de la que solo vemos la cabeza, una mano y algo de un hombro. Una cabeza que parece apoyada sobre una almohada acuosa, y en una actitud levemente sensual rota por la mano crispada y sus lágrimas. La posibilidad de que esté sufriendo una pesadilla, y sean esos malos sueños los causantes de su dolor, queda totalmente abierta, y nos deja con la sensación de estar asistiendo a un momento extremo, que nos desconcierta y nos deja en un terreno lejano, admirando con desapasionamiento un sufrimiento que, sin embargo, nos llega y nos coloca en una situación incómoda.

Lichtenstein deja que sus personajes muestren sus sentimientos, pero desde la frialdad haciendo al espectador consciente de su existencia pero alejándolos de nosotros, contrastando fuertemente uno sentimientos, digamos, barrocos, con una forma de representar mecánica, propia de la creación industrial que se funde de una forma impactante y que es lo que da a la obra de Lichtenstein uno de sus sellos distintivos.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Alfredo!
Te leo de vez en cuando por el blog de Nuska y justo hoy me ha dado por entrar en tu blog.
Y mira tú por dónde, me encuentro con un post dedicado a uno de mis pintores favoritos.
No soy una experta en pintura, ni mucho menos, pero lo cierto es que Lichtenstein me encanta, y el artículo me ha parecido muy interesante.
Hasta otra!

Alfredo dijo...

Hola! Bienvenida a este espacio. Muchas gracias por el comentario y feliz casualidad que en tu primera visita, que espero que no sea la última, y te hayas encontrado con el amigo Lichtenstein.

Vuelve cuando quieras, siempre bien recibida. Gracias!

Alvaro G. Loayza dijo...

Lichtenstein es un pintor genial, cómo tu dices él pinta a sus mujeres con un aire sensual y erótico pero de cierta forma ingrávido, siendo uno de los abanderados de toda una gama de femme fatales y damas sumergidas provocadoras de un inmenso número de sueños y fantasías masculinas.
Saludos!!

Alfredo dijo...

Iconografía femenina muy de los 50-60 que aparecerá mucho en el cine de esa época, especialmente en el más juvenil, y cierto que con un cariz de erotismo ciertamente destacado, y con un componente de peligrosidad dificilmente resistible.

Saludos desde España!

Madeleine dijo...

¡Hola Alfredo!

Regreso felizmente a tu blog, y digo felizmente porque me ha gustado mucho tu post sobre Roy Lichtenstein. Espero tener ocasión en breve de visitar la exposición y comentar contigo mis impresiones.

Saludos y hasta pronto.

Alfredo dijo...

¡Feliz vuelta! Si tienes la oportunidad de ver la exposición casi que te voy a nombrar mis ojos, porque no creo que pueda bajarme a Madrid a verla. Así que si la visitas, por favor, dime que te pareció.

Gracias por tu regreso.

Un beso!