D.O.A. XL, 2012. |
“Sólo había
dos cosas que me interesaban. Una era la filosofía y la otra el arte. Y como no
tenía la disciplina suficiente como para dedicarme a la filosofía, sólo me
quedó el arte”. En el momento en el que tomó conciencia de esa realidad decidió
matricularse en la Academia de Bellas Artes de Hamburgo.
Jawohl und Gomorra, 2001. |
Cuando Daniel Richter (Eutin, Alemania, 1962) entró por la puerta de esa institución
educativa, ya llevaba acumulado un importante bagaje tanto personal como intelectual
después de haber formado parte de la escena punk germana diseñando portadas de
discos, camisetas, fanzines, y reminiscencias de ese estilo musical, sumado a
la obra de pintores como Ensor o Munch, además de los nuevos expresionistas
alemanes con los que coincidió en la academia, se notan y mucho en su obra.
Lonely Old Slogan, 2007. |
Tenía
alrededor de 30 años cuando empieza a pintar sus primeros cuadros, una sobras
iniciales marcadas por la abstracción y la combinación estridente de colores,
de líneas, en una suerte de confusión no exenta de una lógica muy particular
que en alguna ocasión ha sido calificada de “disarmonía agresiva”.
Still. |
Las obras de
Richter pueden ser muchas cosas pero tranquilizadoras seguro que no, sensación
que se acentúa en los cuadros que empieza a pintar en los inicios del siglo
XXI, en los que incorpora la figura humana lo que le permite acentuar el
expresionismo de sus composiciones con escenas de disturbios callejeros,
situaciones propias de estados policiales, punks decadentes, apariciones
macabras y fantasmales.
Ohne Titel, 2009. |
Todo al
servicio de un corpus artístico que refleja bien los miedos de los seres
humanos, esa sensación inquietante que se tiene al estar moviéndose en
territorios de límites difusos, donde hasta las propias convicciones son
difusas, donde los aparecidos, lugares en los que la utopías han desparecido,
donde ya no hay nada a lo que asirse y circulamos como sombras de nosotros
mismos perdido el rumbo y convertidos en alienados.
Venus, 2013. |
Personajes que
deambulan, tal vez poseídos por alguna fuerza que no llegan a entender,
cazados, están dentro y, al mismo tiempo, fuera, flotan sobre las aguas
mientras sus cuerpos presentan cicatrices, personajes por los que la vida no ha
pasado en vano y ha dejado sus huellas, tal vez las mismas que la vida ha ido
dejando en el cuerpo del propio artista.
Trevelfast. |
Para eso
utiliza unos colores que “Rechinan, hierven, ululan. Sus combinaciones se
sitúan en el delicado borde de lo soportable, al límite entre lo histriónico y
lo sulfúrico, evitando la limpidez y recargando allí donde no debe”, como
escribe Sema D’Acosta, justo después de destacar que en los cuadros de Richter
“no hay escapatoria, sus personajes son seres tristes que se mueven en espacios
nocturnos, opresivos; lugares donde el miedo, más que una sensación, es un modo
de estar”.
Más información: El Cultural, Ropac [en], Fundación Bancaja, Blouinartinfo [en].
2 comentarios:
interesante...no hay escapatoria.
buen reportaje!
besos y buen domingo
Es que estos alemanes cuando se ponen trascendentes… :)
Un besote!!
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