Nacido en Meiderich (Duisburgo,
Alemania) en 1881 y fallecido en 1919 en Berlín, después de quitarse la vida
debido a una fuerte depresión, la obra de William Lehmbruck va a seguir una
evolución desde el academicissmo hasta el expresionismo, pasado por etapas que
reflejan su contacto con diferentes artistas en los viajes que hizo por el continente.
Nacido en el seno de una familia
cuyo padre era trabajador minero, pudo empezar a estudiar arte en Düsseldorf,
gracias por un lado al ánimo que le dio uno de sus profesores del colegio y,
por otro, a una beca de la ciudad. Inicios lógicos dentro de un estilo
academicista, haciendo ilustraciones para libros de anatomía, copiando del
natural e ilustrando libros baratos.
Entre las influencias iniciales
recibidas por Lehmbruck están las de escultores como Jules Dalou, ConstantinMeunier y, sobre todo, Rodin. Entre 1904 y 1905 hará sendos viajes, el primero
por los Países Bajos y Gran Bretaña y, el segundo, por Italia, donde quedará
impresionado por las obras de Miguel Ángel y por las esculturas de las tumbas
de la familia Medici.
Del francés Maillol, de quien
conocerá su obra en un viaje a París en 1907, cogerá Lehmbruck el sentido de
sensualidad que se puede apreciar en otra parte de su obra, que irá dejando de
lado una vez que, unos años después, se instale de forma permanente en París y
se relacione con personajes como Picasso, Derain, Archipenko o Brancusi,
determinantes para la consolidación del estilo de nuestro escultor.
Un estilo de madurez que, como
señalaba antes, desaparecen las curvas sensuales típicas de Maillol, y aparecen
unas figuras de anatomías simplificadas en las que se puede apreciar un
equilibrio entre la expresividad y un alargamiento anatómico que los expertos
en su obra relacionan con la escultura gótica germánica. Son figuras que se nos
muestran desnudas en muchas ocasiones, en posiciones erguidas o arrodilladas,
sentadas, expresivas en su mudez.
Al igual que muchos de sus
compatriotas artistas, Lehmbruck tampoco se vio libre de ser afectado por la
experiencia bélica. La llegada de la guerra mundial le obligó a dejar Francia y
regresar a su país donde no fue aceptado para el servicio de armas, teniendo
que prestar servicio en un hospital berlinés, donde el contacto con el
sufrimiento le produjo un impacto emocional muy fuerte, tanto, que terminó por
huir de su país para refugiarse en Suiza para no regresar hasta el fin del
conflicto bélico.
Ese dolor, como en el resto de
los artistas del expresionismo alemán, fue determinante para su obra de esos años,
con una serie de figuras que sufren de forma contenida y, tal vez por eso, su
sufrimiento es aún mayor. Seres humanos que se preguntan por las razones de la
sinrazón, que lloran la pérdida del amigo, del familiar, abrumados por el peso
de una culpa que no es suya, por un dolor al que no pueden dar salida,
seguramente porque tampoco hay salida.
La suma del sufrimiento por los
males de la guerra, problemas con su mujer y el amor no correspondido por una
actriz de teatro que le sirvió de modelo para varias de sus obras, contribuyó a
que el artista tomara la triste decisión de suicidarse en 1919 en Berlín,
cuando acababa de ser elegido miembro de la Academia Prusiana en la capital
alemana.
1 comentario:
A veces me duele tanto el ser humano que dio fruto a tan magnífica obra... Su dolor se convierte en el nuestro, meros espectadores...
besos y buen fin de semana
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