lunes, 12 de mayo de 2014

Bill Evans, poesía al piano



Fallecido prematuramente a los 50 años, suceso en el que tuvo una influencia decisiva su adicción a la cocaína y la heroína, Bill Evans tuvo tiempo para convertirse en uno de los mejores pianistas de la historia del jazz, y de dejar una huella indeleble en este estilo musical abriendo nuevos caminos enraizados en la música clásica europea de autores como Debussy y Ravel a los que tanto admiraba.

Evans fue una persona educada, criada en el gusto por la música clásica, y eso siempre lo llevó como base sobre la que añadir el componente improvisatorio propio del jazz, con escalas, armonías y construcciones musicales que en su día fueron muy novedosas, y que hoy son totalmente clásicas y fundamentales para entender la evolución de diferentes corrientes jazzísticas.

En los años 50 se rompen las big band que tenían en el swing su base principal, y empieza a nacer una corriente nueva, el bebop, y en esos años, Evans empieza a poner sus propias bases musicales en numerosas ocasiones calificada de impresionistas, de la mano de un músico intelectual, culto y, al mismo tiempo, de una profunda sensibilidad.


Porque Bill Evans es una persona muy metida en su propio mundo, muy sensible, y muy consciente de lo que él consideraba sus limitaciones a la hora de tocar, lo que llevará a trabajar de forma incansable, a luchar contra sí mismo, a tocar, a veces, de forma casi compulsiva, especialmente después de la muerte de su hermano, también músico, hecho que le afectó profundamente.


Bill Evans tuvo una aportación muy importante en el que es el disco de jazz más vendido de la historia, el Kind of Blue de un Miles Davis con el que tuvo sus discrepancias cuando Evans le reclamó su parte en los royaltis de dos de los temas del disco, y Miles le entregó un cheque de 25 dólares. Precisamente en su paso por la banda de Miles comenzaría la relación de Evans con las drogas.


Después de dejar la banda de Miles Davis, en 1958, Evans publicará su primer disco, New Jazz Conceptions, en el que ya se empezaba a vislumbrar que las ideas musicales de Evans iban por otros caminos distintos a los de la mayoría. Ahí también cambiará la concepción de instrumentos principales y acompañantes, con un trío de piano, contrabajo y batería que se convertirá en clásico, y en el que todos los instrumentos tienen la misma importancia. El disco, a pesar de las buenas críticas y de la calidad musical que atesora, apenas si logró vender 800 copias.

Eso no fue impedimento para que la figura de Evans siguiera creciendo y su influencia se extendiera entre los músicos norteamericanos. Hombre de personalidad frágil, amante del deporte y de las películas de Disney, y que nunca pudo tocar en Rusia, algo que le hubiera gustado dado que su madre era originaria de ese país.


Pablo Sanz en un artículo publicado en el periódico El Mundo resume muy bien la personalidad de Bill Evans: “Era un hombre huidizo y esquivo, por eso se refugió en el único sitio donde podía estar solo con sus propias tormentas: en los huecos de una melodía imposible. En la segunda mitad del siglo pasado cambió el rumbo del jazz, entregado en ese momento al fuego abrasador del bebop. Asimismo, y casi sin quererlo, le descubrió al género una nueva alineación revolucionaria, la del trío de piano, contrabajo y batería, que hoy es padre nuestro de cada día.”


Más información: Apolo y Baco, Diario Público.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande Evans.

casss dijo...

GRACIAS!!! me quedo escuchandolo mientras trabajo (el trabajo acompañada así, es mucho más grato ;)

besos

balamgo dijo...

Interesante entrada!
Genial la música.
Un abrazo.

Alfredo dijo...

JORDIM: Totalmente de acuerdo con tu valoración. Gracias por dejar tu comentario.

Un saludo!

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CASS: Su música es, sin duda ninguna, una gran compañía en todo momento y situación. Es fantástico.

Un beso!

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BALAMGO: Es un auténtico poeta del piano, sus composiciones esconden muchos recovecos para explorar.

Un abrazo!