miércoles, 23 de mayo de 2012

Guy Goffette

Celos

Durante la noche, cada vez más seguido
baja a la cocina,
donde fuman en silencio ante la luna
las estatuas que el día relega entre los muebles,
la ropa entre ese montón de cosas
traídas de fuera y destinadas al olvido.
No enciende la luz; se instala en su claridad
como un cliente entre las chicas,
Y les habla con una voz triste y suave
de su mujer que se entrega allá arriba, en su propia habitación,
a grandes señores invisibles y mudos
-y soy yo el que cuida los caballos, dice, mostrando
la espesa crin de oro enredada
en su anular.

*****

(Es poco decir…)

Es poco decir que no vivimos
en la luz, que cada paso
es una caída de Ícaro, y no hay día,
no hay ruido, no hay paso
que no nos erijan en propietarios 
de nada –los dioses mismos perdieron la herencia
del viento y ahora sus voces dan vueltas en redondo
mientras el cielo se abre las venas
en los cuatro horizontes de la habitación
y las hojas se inclinan
para recibir, con el oro y la mirra,
el incienso azul que sube de la tierra.

*****

(Sí, yo también me decía…)

Sí, yo también me decía: vivir es otra cosa
que este olvido del tiempo que pasa y de los estragos
del amor y la usura –eso que hacemos
día y noche: surcos en el mar,

en el cielo, en la tierra, sucesivamente pájaro,
pez, topo, en fin jugar a agitar el aire,
el agua, el polvo, los frutos; haciendo de,
ardiendo por, marchando hacia ¿cosechando qué?

El gusano en la manzana, el viento en los trigales
porque todo cae otra vez, porque todo vuelve
a empezar y nada es idéntico a lo que fue,
ni peor, ni mejor,

que no cesa de repetir: vivir es otra cosa.

*****

(Ella dice: no hables…)

Ella dice: no hables, si vienes para quedarte.
Basta con la lluvia y con el viento entre las tejas,
basta con el silencio que se apila en los muebles
como capa de polvo, tras los siglos sin ti.

No hables todavía. Sólo escucha lo que fue
un acero en mi carne: cada paso, una risa
a lo lejos, el perro que ladra, la cancela
que bate y el tren que no acaba de pasar

sobre mis huesos. Guarda silencio: no hay nada
que decir. Deja que la lluvia vuelva a ser lluvia,
y el viento, esa marea bajo las tejas, deja

que el can grite su nombre en la noche, que bata
la cancela, que a ese lugar de muerte se vaya
lo ignoto. Quédate si vienes para quedarte.

3 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Me deja un sabor a tiempo que transcurre, a inutilidad, a utilidades concretas, la lluvia, el perro, el silencio, caída de Ícaro en picado...
No conocía a este poeta belga, lo miré en Wiki y me gustan sus letras.
Besito.

Jesus dijo...

Bonitos poemas, yo tampoco lo conocia pero llega al corazón

Alfredo dijo...

NATALIA: Para mí también ha sido un descubrimiento reciente gracias a una antológica de poetas franceses donde hay mucho de interesante, así que poco a poco iré dejando que se asomen por aquí.

Un abrazo!!

******

JESÚS: Tiene esa hondura que hace que las palabras cobren una vida que de normal no tienen.

Un saludo!!