domingo, 7 de febrero de 2010

Goran Bregovic, ¡A la carga!



Su madre era ortodoxa serbia, su padre católico croata, él nace en Sarajevo y su mujer es bosnia. Es decir, que viene de ese conglomerado cultural que se intento acrisolar en ese país artificial al que se llamó Yugoslavia, y que terminó saltando por los aires de una forma muy dramática. Todo un complejo cultural arraigado en esa zona del mundo, los Balcanes, de la que alguien dijo que produce más historia de la que es capaz de consumir.

Y todo eso se refleja en la música de Goran Bregovic, un antiguo estudiante de filosofía que iba para profesor de marxismo en la antigua Yugoslavia, hasta que la música le convirtió, junto con su grupo Bijelo Dugme, con el que tocó durante 15 años, en un ídolo del rock en su país, eso después de que a los 16 años decidiera dejar sus estudios de música para pasar a aprender sobre el escenario.

La tradición musical balcánica tiene en su base la producida por las bandas de viento metal del ejército turco, que dejó su impronta en toda la zona balcánica, y algo de la religión musulmana en Bosnia Herzegovina. Ahí está la base de las bandas formadas por personas de la etnia gitana y que tanta impronta han dado a la música de esa parte de Europa. Eso lo retoma Bregovic y le suma la base roquera que tan bien conoce, y le sigue añadiendo esas voces búlgaras absolutamente maravillosas, y luego nos encontramos, como es el caso de su último disco, Alkohol, con unos violines que son tocados a la forma judía tradicional (klezmer), a la forma de la Europa occidental católica, y a la forma oriental, en un crisol absolutamente maravilloso.

Después de dejar el grupo, Bregovic iniciará una relación seminal con el director de cine, y también roquero, Emir Kusturica, para quien compondrá la música de películas como El tiempo de los gitanos (Les temps des gitanes), El sueño de Arizona (Arizona Dream), o Underground, películas todas ellas en las que el talento musical y cinematográfico de esta pareja, brilla a unos niveles realmente destacados, como en La reina Margot, película del francés Patrice Chéreau.



Periodo que dio paso a un regreso triunfal a los escenarios con su Banda de bodas y funerales, que le ha colocado en la cima de la World Music, gracias a un talento desatado que se puede apreciar en sus discos y, mucho más claramente, en unos directos absolutamente descontrolados, con una música que nuestra alma reconoce y a la que nuestro cuerpo no puede resistirse en absoluto y parece cobrar vida propia sin que seamos capaces de controlarlo. Podríamos usar ese tópico y decir que es una música capaz de levantar a un muerto. Eso no es posible, pero lo que sí es posible es notar la inyección de vitalidad directamente en las venas y notar como no podemos controlar el instinto de movernos al ritmo de una música endiablada, pero que también contiene momentos de profunda sensibilidad balcánica.

Eso último se puede escuchar en temas como Ederlezi o en directo, con las voces de las mujeres búlgaras que le suelen acompañar en unos conciertos que tiene la costumbre de cerrar con un tema ya mítico titulado Kalashnikov, un tema que se inicia con el toque de carga de la caballería de los Estados Unidos, mientras anima al público de habla hispana a gritar ¡A la carga!, e iniciar ahí la descarga final de adrenalina mientras suena un tema con una gran carga irónica.

Tampoco la ópera se escapa del talento de Bregovic, quien ha compuesto una ópera gitana titulada Karmen with a happy end (Carmen con un final feliz), basada en la inmortal obra de Bizet, aunque trasladada a la época contemporánea y en la que se tocan temas como la prostitución, la historia de esas mujeres balcánicas que son vendidas como mercancía por los tratantes de blancas. Desenfreno y sensibilidad, y diversidad de opiniones entre quienes han tenido la fortuna de verla sobre el escenario, repartida en otra grabación memorable.



Alkohol: sljivovica y champagne, es el título del último disco hasta el momento de Bregovic, un disco con el que el músico revisita algunos de sus temas más conocidos, e incluye otros nuevos. Con todo ello quiere recordar aquella música popular que nació en torno a la fiesta y al consumo de alcohol, aunque recuerda en el libreto del disco como el alcohol fue la causa de la ruptura de su familia.

Una parte del disco está grabada en la localidad serbia de Guca, en la que todos los veranos se convoca un concurso de bandas de música que dura tres días, durante los cuales los 150.000 espectadores que se calcula que se llegan a reunir allí, disfrutan comiendo, bebiendo y escuchando música.

Y cierro cediendo la palabra al músico: “Si fuera un compositor de música clásica checo, no podría llamar a un disco ‘Alkohol’. Pero en la cultura de la que vengo, la música siempre se hizo para beber. No tenemos música clásica. En los tiempos en que Monteverdi componía sus óperas, nosotros tocábamos con un instrumento de una sola cuerda. Dicen que era con el que Homero acompañaba la ‘Ilíada’ y la ‘Odisea’. Así que esta grabación es solo una pequeña contribución a esa tradición de música para beber”.

5 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Me encanta, me hace vibrar, y esas trompetas !locas!
Ave quintíl.

Unknown dijo...

Imposible permanecer impasible ante esta música.

Salve!!

Alvaro G. Loayza dijo...

Fabuloso Alfredo, más música para beber, que alegría inmensa!!!

Unknown dijo...

Y en directo es impresionante.

ernesto moreno dijo...

como consigo los albums de Goran ? alguien que me los pase, de perdida unos 3... :(