domingo, 3 de mayo de 2009

El baile de los malditos (The young lions, Edward Dmytryk, 1958)


Sé que no lo apruebas, pero escúchame un momento. Dime, ¿somos seres humanos o bestias salvajes? Un ser humano sabe cuándo ha perdido e intenta salvarse. Cuando te meten en el ejército, esperan que arriesgues tu vida, pero no esperan que simplemente la desperdicies. Después de todo, en cualquier guerra, cuando todos los brazos y todas las piernas han saltado por los aires, realmente ya nada importa porque nada ha cambiado.

Una película que nos hace llegar las consecuencias que la guerra deja sobre las personas, en este caso, tomando un doble punto de vista. Por una lado, tenemos a Marlon Brando dando vida a un oficial alemán, y, por otro, a Montgomery Cliff y Dean Martin, encarnando a dos soldados norteamericanos. Los tres, en diferentes medidas, sufrirán en sus carnes la brutalidad de la que es capaz el ser humano.


Desde mi punto de vista, el personaje más interesante es el oficial alemán, zapatero en tiempos de paz, por la evolución psicológica que sufre, desde sus simpatías por Hitler por sus promesas de sacar a Alemania de la humillación y devolverle su orgullo como nación, hasta el desencanto total cuando va descubriendo lo que se oculta detrás de esas palabras y de la realidad de la guerra.

Marlon Brando hace aquí una de sus interpretaciones memorables, dando vida a la transformación psicológica de su personaje, en muchos casos por medio de pequeños gestos que cuentan muchas cosas, y al que vemos ir cayendo por los bordes de un abismo en el que no hay posibilidad de agarrarse, y al que pone contrapunto su capitán, un soldado vocacional y que hará todo lo que haga falta para cumplir con lo que él considera su deber. Al teniente Diestl (Brando) sólo la imagen de una mujer parisina le permitirá mantener el gramo de cordura necesaria para sobrevivir en medio de una barbarie que le dejará una huella imposible de borrar.


Menos interesante es la parte norteamericana, con un Cliff dando vida a una estrella de Broadway que recibe como un fastidio su llamamiento a filas, y hará todo lo posible por no aparecer por el frente de batalla, mientras es incapaz de comprometerse con la mujer que está enamorada de él. La guerra le obligará a reflexionar sobre su cobardía, su falta de compromiso, la camaradería, y después de la guerra ya nada volverá a ser lo mismo para él. Sin duda, esta es la interpretación más plana de todas, debido también a la falta de perfiles que tiene su personaje.

El tercer vértice del triángulo, lo pone el soldado Noah (Dean Martin), un judío que se verá rechazado por sus camaradas de armas durante el periodo de formación, precisamente por ser judío y por tener unas inquietudes intelectuales que no parecen las más adecuadas para un buen soldado (en su taquilla guarda varios libros, uno de ellos el Ulises de Joyce), y sólo utilizando la violencia conseguirá el respeto de sus compañeros, lo que le llevará a desertar porque el es un hombre corriente, hecho para el trabajo, la familia y la paz. La bonhomía de Noah se pondrá de manifiesto cuando sea capaz de salvar la vida a alguno de aquellos que le propinaba palizas en la época de recluta.


En definitiva, El baile de los malditos es un gran alegato antibélico (dura dos horas y 40 minutos en la versión sin cortes, porque en España en su momento se le hicieron cortes de unos 15 minutos de duración aproximadamente), que pone de manifiesto lo absurdo de la guerra y de la violencia, que termina afectando a todo tipo de personas rompiendo los rastros de humanidad que nos tienen que diferenciar de las bestias. Sin tener grandes dosis de acción, se trata de una película que no se hace pesada y que yo incluyo entre mi lista de imprescindibles.

Cuando estás en un agujero… lleno de tu propio excremento durante días y días, y cuando ves los rostros y los cuerpos de los hombres a los que has matado, cambias. Y cuando estás así, cuando tienes que vivir con la muerte todos los días durante tanto tiempo… necesitas algo frente a ti, o te vuelves loco.

2 comentarios:

calamanda dijo...

Estimado amigo: Desgraciadamente hay diferentes tipos de agujeros...y cada uno se
vive de manera distinta...pero lo
mejor es tener la suerte de poder
encontrar algo delante de tus ojos
que te ayude a encontrar la puerta.

Creo que mi actor preferido es Robert Redford...¿Hablarás de él?...

Ya te contaré la razón de preguntarte por Panero, ya ví
sus poemas en tu blog.

Gracias por tu comentario,se notan
en ellos que sabes perfectamente
de lo que hablas y a mi me encanta
tu opinión.

¿Sabes que Constable le va a pisar
los talones a Turner?...

Te mando un fuerte abrazo.

CALAMANDA

Alfredo dijo...

En momentos de zozobra siempre viene bien tener algo o alguien a lo que agarrarse, tal vez con la desesperación del naúfrago, y que nos permita mantener nuestra humanidad más o menos a salvo, y en esta película también se habla de eso: cuando las grandes palabras ya no nos sirven para nada y se han convertido en una sarta de mentiras, sólo el amor por una mujer permite a Diestl mantenerse a salvo por dentro.

Tenía que haber imaginado que a continuación de Turner iba a venir Constable. Cada uno por su lado, tienen su propio genio pero estudiados en conjunto la luz de ambos brilla con más intensidad.

Besos!!