jueves, 5 de julio de 2007

Un argumento sobre la belleza (Susan Sontag)

La belleza, al parecer, es inmutable, al menos cuando se encarna –se fija- en forma de arte, porque en el arte la belleza como idea, una idea eterna, toma cuerpo mejor. La belleza (si se opta por emplear la palabra de ese modo) es profunda, no superficial; oculta, a veces, más que evidente; consoladora, no perturbadora; indestructible, como en el arte, más efímera, como en la naturaleza. La belleza, de la clase que se estipula enaltecedora, perdura.

A medida que la posición relativista en asuntos culturales ejercía mayor presión en las antiguas valoraciones, las definiciones de belleza –las descripciones de su esencia- se vaciaron más. La belleza ya no podía ser algo tan positivo como la armonía. Para Valéry, la naturaleza de la belleza es que no puede definirse; la belleza es precisamente “lo inefable”.

Lo que había sido una virtud del concepto se convirtió en su lastre. La belleza, que antaño había parecido vulnerable por demasiado general, laxa, porosa, se reveló –por el contrario- demasiado excluyente. La discriminación, antaño una facultad positiva (equivalente a juicio refinado, criterios exigentes, rigor), se volvió negativa: significó prejuicio, intolerancia, ceguera ante las virtudes de lo que no era idéntico a sí mismo.

El uso prolongado de “lo interesante” en cuanto criterio de valor ha debilitado, de modo inevitable, su mordacidad transgresora. Lo que queda de la insolencia de antaño radica sobre todo en su desdén hacia las consecuencias de las acciones y de los juicios. En cuanto a la verdad de la atribución: eso ni siquiera se tiene en cuenta. Algo se califica de interesante precisamente para no tener que comprometer un juicio sobre la belleza (o la bondad). Lo interesante es sobre todo en la actualidad un concepto consumista, propenso a ampliar su dominio: cuantas más cosas se vuelvan interesantes, más crece el mercado. Lo aburrido –entendido como una ausencia, un vacío- implica su antídoto: las afirmaciones promiscuas y vacías de lo interesante. Su peculiar modo no concluyente de vivir la realidad.
A fin de enriquecer esta deficitaria perspectiva de nuestras vivencias, se debería aceptar una noción plena de aburrimiento: la depresión, la ira (desesperación reprimida). Entonces se podría comenzar a trabajar en pro de una noción plena de lo interesante. Pero esa calidad de vivencia –de sentimiento- es probable que no se quiera ya denominarla interesante.

La belleza es parte de la historia de la idealización, que a su vez es parte de la historia de la consolación. Pero la belleza acaso no siempre consuele. La belleza del rostro y el cuerpo atormenta, subyuga; esa belleza es imperiosa. Tanto la belleza humana y la belleza creada (el arte) suscitan la fantasía de la posesión. Nuestro modelo de lo desinteresado proviene de la belleza de la naturaleza; una naturaleza distante, descomunal, imposeíble.
De una carta escrita por un soldado alemán que montaba guardia en el invierno ruso a finales de diciembre de 1942:
“La Navidad más bella que había visto nunca, compuesta íntegramente de emociones desinteresadas y desprovista de todo ribete de oropel. Yo estaba solo bajo un enorme cielo estrellado, y recuerdo que una lágrima rodaba por mi mejilla helada, no era una lágrima de dolor ni de alegría, sino de la emoción creada por una vivencia intensa…”
A diferencia de la belleza, a menudo frágil y efímera, la capacidad para sentirse abrumado por la belleza tiene un vigor asombroso y sobrevive entre las más rigurosas distracciones. Incluso la guerra, aún la perspectiva de una muerte segura, no pueden suprimirla.

Una feliz consecuencia de esta comprensión, si de comprensión se trata: la belleza recobra su solidez, su naturaleza inevitable, como juicio necesario para dar sentido a gran parte de las energías, afinidades y admiraciones propias; y las nociones usurpadoras parecen ridículas.
Imagínese la afirmación: “Este crepúsculo es interesante”.

Fragmentos extraídos del ensayo Un argumento sobre la belleza, recogido en el libro póstumo de Susan Sontag, Al mismo tiempo (ensayos y conferencias), editado en España por Mondadori en 2007.

2 comentarios:

Corazón Coraza dijo...

Que manera de prodcir...asturiano!! jajaja....Me gustó ese fragmento de la obra de teatro.....la imaginación...me mata! jaja
Te gusta mucho las cosas japonesas o cinas..no?..jeje..digo..por lo de la novela.y alguna que otra peli..que vípor ahí...ja-..la verdad es que yo estoy conociendo más...sobre eso...por tu blog...antes no me interesaba tanto..pensé que no me iba a gustar..pero sip..me gusta! jaja Que vueltas que dí!jeje...
Con respecto a los blogs...del QUE!...para dejar comentarios tenés que registrarte..peor si querés publicar algo tuyo...ahí tenés la dirección de mail...de mi compañero..y él lo publicaría en el QUE!...
este último post...no lo leí...empecé..pero ya me estaba haciendo pensar...muchioo....y decidí dejarlo para más adelante....no es bueno..arriesgarse tanto! jajajaja
Besotes asturiano....espero estés bien!
Cuidate!!

Alfredo dijo...

Hola, holita. Es cierto que últimamente estoy colgando bastantes cosas sobre oriente y es que es un continente de una riqueza extraordinaria que nos hace mirar más allá de nuestro ombligo occidental. De hecho estoy preparando otro sobre una película de un director chino.

Por el último post no te preocupes, que hasta el lunes seguramente no colgaré nada nuevo así que no tienes que agobiarte.

Gracias porteña. Que pases un buen fin de semana!!