miércoles, 14 de marzo de 2007

El Bosco

Jerónimo van Aken, más conocido como El Bosco, vivió y trabajó en la localidad holandesa de Hertogenbosch, de donde sale el apelativo con el que se conocerá a este artista absolutamente original que vive a caballo entre los siglos XV y XVI, y sobre cuya pintura se han vertido multitud de teorías, ninguna de las cuales llega a explicar en su totalidad el más que complejo universo de este artista, ante cuyas obras nosotros, espectadores contemporáneos, no podemos más que sentir vértigo.

El universo de los sueños, la fantasía, los seres fantásticos, híbridos de animales y seres humanos, las posturas y actitudes procaces, en ocasiones abiertamente sexuales, los ambientes casi futuristas en los que se mueven figuras que parecen reírse del propio espectador, de sus propias debilidades y miserias y de todo los que la rodea.

Para unos, sus escenas son diabólicas pero con la pura intención de que sirvieran de divertimento, mientras que otros no dudaron en calificarlas de fantasías sorprendentes y horripilantes para la vista, sin olvidarnos de los que lo consideran como un pintor que trabajaba bajo los efectos de algún tipo de droga. Que tenía conocimientos de materias esotéricas o de alquimia, y que eso lo traslada a sus pinturas, son otras de las hipótesis.

Una tesis generalmente rechazada por los historiadores por carecer de fundamento documental, es la que relaciona a este pintor con la Hermandad del Espíritu Libre, grupo herético que aparece en el siglo XIII, a cuyos miembros se les supone partidarios de la promiscuidad sexual como parte de sus ritos religiosos, con los que se buscaba alcanzar el grado de inocencia que Adán tenía antes de que Dios lo condenara junto con Eva a ganarse el pan con el sudor de su frente.

A pesar de todo esto, la obra de El Bosco nunca fue considerada como herética, salvo en un breve periodo en la España de inicios del XVII, cuando se llegó a afirmar que sus obras estaban "viciadas de herejía", sin que la cosa llegara a mayores. Es precisamente en España, gracias al gusto de Felipe II, donde está una parte muy importante de la obra de El Bosco.

La connotación erótica que El Bosco dio a algunas de sus obras, se ve perfectamente en la tabla central del tríptico Jardín de las Delicias (óleo sobre tabla, 220 x 195), en el que muchos de sus elementos tienen que ver con alusiones sexuales contenidas en canciones populares holandesas, dichos y expresiones populares. Ejemplo de ello son los frutos que mordisquean algunos personajes y que están aludiendo a los órganos sexuales, o los peces, utilizados en proverbios como símbolos fálicos, mientras que arrancar la fruta o flores, era una expresión utilizada para referirse al acto sexual.

El Bosco traslada la escena al campo a un lugar ameno, con zonas acuáticas, lugar muy habitual para toda clase de encuentros entre amantes y muy utilizado en la literatura medieval para esos menesteres. Amantes que se comportan de una manera bastante más discreta que los personajes de El Bosco, que no dudan en retozar desnudos, rozarse, tocarse, compartir sus cuerpos incluso con personas de origen africano.

Al ver esta obra queda la duda: ¿se trata de una obra de exaltación de la atracción sexual entre hombres y mujeres? o ¿es una obra de fuerte contenido moralizante en la que se advierte acerca del descontrol de los instintos?

7 comentarios:

David dijo...

No quiero parecer demasiado pedante, pero esto es tríptico; a la izquierda está el paraíso y a la derecha el infierno; así, el significado de la tabla central de la que hablas(y del destino de los hombres debido a su comportamiento) queda bien claro; la tabla del infierno es impresionante y debe ser uno de los primeros cuadros surrealistas de la historia.
Salute

Alfredo dijo...

Hola David. Gracias por la visita y el comentario. Cierto que la tabla de la que hablo forma parte de un tríptico como digo en la entrada.

También de acuerdo con lo impresionante que resulta la obra general de El Bosco, y no sólo esta pintura. Una obra muy reivindicada por los surrealistas, y no sólo por ellos, efectivamente por lo que tiene de anticipo de ese movimiento artístico tan importante en el siglo XX.

Luego no siempre los artistas muestran tan a las claras cuáles son sus intenciones, y no sería la primera vez que bajo una apariencia digamos "normal" se ocultan otro tipo de mensajes.

En el cierre de mi entrada dejo la pregunta en el aire, aunque yo pueda tener mi respuesta, para que la gente que la lea se pare un momento y lo piense (si le apetece, claro está).

Gracias de nuevo y quedas invitado a volver cuando quieras.

Un saludo.

Daniel Mercado dijo...

No me había puesto a pensar en un probable mensaje moral del cuadro. Cuando lo pude ver simplemente aproveché los momentos que tuve para admirarlo. No puedo decir lo que el pintor quiso expresar, en lo personal prefiero pensar que es una descripción fantástica de tres esferas muy presentes en el imaginario cristiano de su época.
Ahora, no deja de llamar la atención que el jardín de las delicias sea la tierra, esta tierra.

Alfredo dijo...

Es lo que suele ocurrir cuando se va a los grandes museos, que no hay tiempo para pararse y reflexionar sobre lo que se está viendo, algo que hay que dejar para más tarde, pero eso nos pasa a todos, por lo menos a los que nos gusta el arte.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

El panel central es probablemente el más dificil de interpretar, lo que me parece respecto al rol de la música en la parte inferior derecha del infierno es que este panel representa más un estado del ser interior que un castigo metafísico: ¡La música es del diablo! ¡Dios lo bendiga!

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Corrjio, parte inferior izquierda...

Alfredo dijo...

Las conexiones de la música y el baile, expecilamente en sus formas populares, las puso de manifiesto en varias ocasiones la iglesia católica, por aquello de considerarlas, en algunos casos, prácticas relacionadas con cultos paganos, además de incitar a la lujuria, que ya se sabe la preocupación de la Iglesia por la carne.

El Bosco un artista genial y profundamente original.