viernes, 16 de marzo de 2007

Audrey y Cooper (II)


- Audrey.
- Hola.
- Dice mi padre que te vio antes en la iglesia. Yo no te vi.
- Sí, fui a rezar por Laura.
- ¿De verdad?
- Yo creía que no te caía bien.
- Tenía cosas con las que yo no estaba de acuerdo. Sin embargo, me enseñó a cuidar a mi hermano Johny. Eso me hizo quererla, supongo. (Pausa) ¿Te gusta el café?
- Sí, con leche y azúcar.
- El agente Cooper adora el café.
- ¡Audrey!
- Pero a él como le gusta el café es solo. ¿Te importa que te haga una pregunta?
- Hazla.
- ¿Te habló Laura alguna vez de mi padre?
- No te comprendo.
- Déjalo.
- No ¿a qué te refieres?
- Él solía cantarle. ¿Qué ensoñadora es esta música? ¿A ti no te hace soñar?

Este diálogo se desarrolla en la cafetería RR entre Audrey y Dona, en la única ocasión en la que veremos a Audrey en ese local, en contraposición a Dona que tramará alguna de sus acciones sentada en uno de los bancos del local, junto con James y Madeleine.

La presencia de Audrey nunca deja indiferente a nadie. Abre la puerta, entra en el local, se acerca a la máquina de discos y empieza a sonar su canción y el aire se carga de electricidad. Parece que se desliza más que camina sobre el ajedrezado rojo y blanco de las baldosas del RR. Nos desconcierta su presencia, intuimos que va buscando algo.

Se aproxima sin prisa a la barra, consciente de que tiene todo el tiempo por delante, casi podríamos decir que el tiempo le pertenece, y pide una taza de café. Prueba un sorbo y deja que el sabor amargo le acaricie los labios (también el amor puede ser amargo), deja la taza en el plato delicadamente y mira a Dona.

En la conversación que mantienen descubrimos que el hecho de pedir el café tiene que ver con el agente Cooper, un gran aficionado al café. Audrey acaricia el borde de la taza con la yema de los dedos, mientras un gesto de placer se insinúa en su rostro. En ese momento, está acariciando, metafóricamente, el cuerpo de Cooper, ya no es una simple taza de café, sino el cuerpo desnudo de quien quisiera que fuera su amante.

Su gesto cambia radicalmente cuando pregunta por su padre. Ya no habla con lentitud, con sensualidad, sino que habla con rapidez, de forma acerada. Se ha roto el sueño y la realidad impone sus bordes y aristas cortantes, las sombras se hacen reales y lo secretos empiezan a asomar la cabeza.

¿En el gusto de su padre por las jovencitas, que su hija conoce perfectamente, puede estar la base de la fascinación que Audrey siente por Cooper y que considera posible su seducción?

3 comentarios:

Alfredo dijo...

jaja...veo que has recaido en las manos de lynch...me parece bien, ya antes habia comentado lo interesante que me parecia esta relacion, lo afirmo.
que te parece esa relacion bien especial que se da tambien entre cooper y el sheriff truman, esa amistad quizas forjada por el trabajo, en general era digno de analisis todo lo que sucedia en el dpto de policia de twin peaks con la secretaria lucy moran incluida

saludos desde chile
alfredo

Alfredo dijo...

Una vez atrapado en la telaraña de Lynch es imposible escapar a la fascinación. Lucy Moran y Andy tienen un punto friki espectacular que sirve para poner una nota de humor y distender un tanto la trama.

Son un soplo de ingenuidad en medio de tanta bajeza humana como aparece en la serie.

Gracias por seguimiento.

Un saludo cordial!

Alfredo dijo...

lo de friki, es genial, tienes razon,
ayudan a la distencion de una trama compleja.
te invito a leer acerca de terciopelo azul, acabo de escribir de ella en el blog
saludos
"el otro alfredo"